Friendship with an insane boy like Finnegan

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Finn no me ha contestado y estoy casi segura de que se quedó dormido pero derrepente, en medio de la oscuridad y con mi espalda pegada a su pecho, responde:

-Se suicidó.

No sé si son las palabras o el hecho de que la voz de Finn suene como un susurro en mi cuello pero cuando habla se me pone la piel de gallina. Decido voltearme y aunque no lo veo, sé que su rostro está a centimetros del mío.

-¿Está mal preguntar por qué?

-Está mal preguntar si está mal -responde.

-No quiero ser entrometida -aclaro.

-Ser entrometida es lo tuyo -dice y siento que está sonriendo, no lo sé pero mi instinto me dice que eso hace- Yo tenía siete años cuando pasó, mis padres no estaban en casa y nos cuidaban las mucamas. Crystal pasó dos días encerrada en su habitación, muerta.

-¿Por qué nadie entró antes? -pregunto.

-Crystal pasaba días encerrada en su cuarto, creímos que era otra de esas veces pero cuando comenzó a salir un olor extraño derribamos la puerta.

Me quedo en silencio, es algo tétrico pensar que en la habitación de al lado alguien se suicidó.

-¿Por qué se mató?

Y esta vez, Finn no responde y su respiración se hace más lenta a cada segundo. Saco por conclusión que se ha quedado dormido pero creo que yo no pegaré un ojo en toda la noche.

A la mañana siguiente, Finnegan decide llevarme a casa a penas despierto. Ninguno dice una palabra en el camino y nos limitamos a escuchar música. Por suerte, él tiene un buen gusto.

-No sabía que te gustaba the neighbourhood -comento.

-Los amo -responde- Algún día te llevaré a un concierto.

Sonrío pero borro la sonrisa casi inmediatamente.

¿QUÉ CLASE DE AMISTAD ESTOY ENTABLANDO? No puedo ser amiga de un desquiciado como él.

Cuando llegamos casa, estaciona su auto y yo bajo del asiento del copiloto. Me agacho un poco para verlo por la ventana y digo:

-Gracias, por ayudarme ayer.

Finn sonríe -Si, no suelo hacerlo pero...

Y la sonrisa se borra de su rostro, como si se arrepintiera de lo que estaba a punto de decir.

-¿Pero?

Finn niega con su cabeza y vuelve su vista al frente.

-Nada, te veo el próximo viernes.

Y sin nada más que decir, enciende el motor y se aleja de mi vecindario mientras que yo me quedo estática en la vereda.

-¡Dandelion Margaret Fitzpatrick!

Cierto, anoche no llegué a dormir.

[...]

Las leo, quiero opiniones dulzuras.

Chris, out

FinneganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora