If you are not with us, you are against

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El viernes siguiente, cuando entro a la casa me siento inmediatamente discriminada. Todos, absolutamente todos, incluyendo a Marco, me están mirando como si fuese alguna clase de plaga y supongo que de alguna forma lo soy, si he dicho abiertamente me gusta el chico que planea asesinar a todos esta noche. 

—No les hagas caso —escucho una voz detrás de mi. La voz que conozco perfectamente y cuya presencia logra ponerme los pelos de punta— Eres mejor que eso. 

Pero no logro creerme sus palabras. No importa todas las veces que he tratado de convencerme esta noche, no logro convencerme de que esto está bien, que Finn solo está enfermo, que yo podré cambiarlo. Lo único de lo que si estoy convencida, es de que me gusta. 

Y ni siquiera sé por qué. 

—Antes de que se apaguen las luces, diez minutos antes de las tres, necesito que subas a mi habitación —murmura en mi oído— De otra forma no podré protegerte. 

Me limito a asentir con mi cabeza, si pronuncio una palabra romperé en llanto. Cuando estoy a solas con Finn se me hace tan fácil saber que estar con el es lo único que me importa, pero cuando estamos abajo, con el resto de la gente e incluso cuando estoy a solas con Marco, me pregunto que demonios se me pasa por la cabeza cuando pienso en el chico pálido como algo más que un asesino. 

—¿Dani? —pregunta él sacándome de mis pensamientos— ¿Estás bien?

—Si —me atrevo a pronunciar sin titubear— el humo me marea un poco. 

—¿Quieres subir? —pregunta. 

—No —respondo inmediatamente— ya se me pasará, lo juro. 

Finn se me queda viendo un rato y me lastima decir que no veo nada en su mirada en comparación a otras veces. Sus ojos parecen ser fríos y su boca está estática en una linea recta, ni un rastro de que en algún momento hubo una sonrisa. 

—Como quieras —responde y antes de poder reaccionar a cualquier cosa, se va a otro lado y lo pierdo en medio de toda la gente. 

¿Qué demonios fue eso? 

—Entonces, ya elegiste —escucho hablar a Marco detrás de mi. 

—¿Disculpa? —pregunto.

—El bando, ya elegiste tu bando, Dandelion —responde como si fuese algo totalmente obvio.

—No lo llamaría bando si no que...

—Tú sola tomaste esa decisión, Dan —me interrumpe— Desde el momento en el que no saliste conmigo de esa habitación, decidiste ponerte del lado de Finnegan. 

—Está enfermo, Marco —digo tratando de convencerlo y al mismo tiempo convencerme a mi— Necesita ayuda y creo podría ser yo quien se la brindara. 

Marco solo niega con su cabeza, indicándome que o no me cree nada de lo que le he dicho, o solo no está de acuerdo. 

—Te lo dije, Dan —dice acercándose a mi tan cerca que involuntariamente retrocedo unos centímetros— Si no estás con nosotros, estás en contra. 

—¿Y eso que significa? —pregunto.

Marco vuelve a acercarse a mi pero esta vez para colocar sus labios en mi oreja, tan cerca que podía sentir su respiración en mi cuello. Solo para murmurar:

—Que desde el momento en el que te enamoraste de esa chico, te volviste cómplice de él. Y eso es algo que no vas a poder cambiar, no importa cuanto intentes convencerte. 

[...]

Escribí esto mientras estudiaba porque fisiología no se me da nada de bien. Gracias a la cuarentena tengo un poco más de tiempo para escribir y creo que podría volver a actualizar un par de veces por semana si veo que les gusta la historia así que no olviden votar, comentar y compartir. Por cierto, ¿están bien? ¿cómo va avanzando el virus en su ciudad?

FinneganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora