Like two horses locked in a barn

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Viernes, 11 de febrero.

Soy empujada al armario y justo después de mi, entra Spencer. Cierran el armario desde afuera y se escucha la voz de una chica diciendo "tienen siete minutos".

—Odio siete minutos en el paraíso —digo.

Spencer ríe —¿Por qué?

—Soy un poco claustrofóbica —respondo moviendome para estar más cómoda.

—Yo tengo una solución —dice sonriendo— Cierra los ojos.

Frunzo el ceño pero termino obedeciendo. Cuando cierro los ojos, Spencer se acerca a mi y me abraza. No le devuelvo el abrazo por unos segundos pero Spencer huele a perfume y es acogedor. Termino devolviéndole el abrazo.

—Olvida que estamos en un armario —murmura— Imagina que estamos en cualquier otro lugar, conmigo, abrazados.

Sonrío y aprieto más fuerte la chaqueta de Spencer. No sé cuanto ha pasado pero se siente como hubiesen sido horas cuando sé que solo han sido unos minutos.

—Si sobrevivimos esta noche ¿te gustaría salir conmigo? —pregunta tomándome por sorpresa.

—Pero no te conozco. No sé donde estudias, ni tu edad, ni donde vives o tu apellido...

—No soy un asesino psicópata ¿eso no basta?

Si tan solo supieras.

—Si sobrevivimos esta noche, nos vemos en el estacionamiento —respondo.

—¿Eso es un si?

—Eso es un tal vez —digo.

Spencer ríe —Pero si no sobrevivimos...

—¿Si?

—¿No me das un último beso? Siete minutos en el paraíso sin un beso no es siete minutos en el paraíso.

Me río y me separo de Spencer, abro mis ojos y le doy un beso en la mejilla.

—Sabes que no me refería a eso.

Me encogo de hombros —Debiste ser más específico.

Y como si el destino estuviera a mi favor, la puerta del armario se abre. Salgo de ahí y rapidamente me pierdo entre la multitud que está bailando. Luego de un rato logro llegar hasta una mesa llena de bocadillos y vasos medio llenos.

—Odio siete minutos en el paraíso —escucho la voz de Finnegan detrás de mi, sobresaltándome. Me giro y lo veo mirando la multitud con un cigarrillo entre sus labios— Es como encerrar a dos caballos en un establo y esperar a que forniquen.

—Yo no he fornicado con nadie.

Finnegan me regala una media sonrisa y tira el cigarrillo al suelo para apagarlo, entonces dice:

—La noche es larga, Lion. Pero si quieres un consejo, no le des tu flor a alguien como Spencer Thomas.

—¿Qué tiene Spencer?

Aunque la verdad quería preguntarle como demonios sabía que aún soy virgen.

—Él no es para ti, nunca lo será.

—¿Entonces quien si lo es?

Pero en ese minuto, las luces se apagan, se escuchan los gritos y justo antes de entrar en pánico, Finn me susurra al odio erizándome los cabellos de la nuca.

—Escóndete.

[...]

DIOS. Tuve que leer toda la novela para acordarme de como continuarla. Por fin termine todos mis exámenes así que trata de actualizar todas mis novelas, eso, paz y seguiré escribiendo

A propósito #teamspence #teamfinn

Chris, out

FinneganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora