CAPITULO TRES

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Capítulo lll

En silencio

La gala transcurría lentamente en el salón de eventos particulares del pueblo.
Prácticamente todos estaban ahí, desde el alcalde mayor hasta el estilista dela vuelta
de la casa de Alma, salvo uno que otro, de esos que nunca abandonan sus casas; ella
llevaba un vestido violeta con unos finos toques plateados, el collar de aniversario que
Santiago le había dado el año pasado, un peinado alto con ligeras caídas hacia los
lados. Se veía radiante y más de uno se Io había dicho, podía sentir las miradas de las
otras esposas sobre ella, jamás se había podido llevar bien con aquéllas mujeres frías y
materialistas de ese pueblo, siempre criticando, siempre pretendiendo, cuyos temas
rondaban alrededor de viajes, joyas y eventos élite como el que estaba sucediendo. Al
otro lado del salón Santiago fumaba un puro con el mayor y el comandante del pueblo
mientras intercambiaban desde bromas hasta el marcador de los juegos del fin de
semana; se le veía feliz, pero ella sabía que ambos no pertenecían a ese mundo, eran
solo invitados por el destino de Santiago. Ella caminó hacía la mesa de aperitivos
buscando algo que le apeteciera, cuando una horrible sensación la golpeó
directamente en la boca del estómago, un presentimiento, algo que sabía que desde
ese momento en adelante no la iba a dejar en paz; estaba a punto de buscar a su
esposo cuando sintió una mano en su hombro.

-Hoy la luna se ha quedado corta comparada con usted, Alma -dijo una voz.
Volteó reconociendo la voz y sintiéndose mucho mejor de escuchar a Dante, el amable
y cariñoso párroco del pueblo.

-Es un honor recibir un cumplido así de un siervo de nuestro Dios -volteó
sonflendo.

-La gloria es del señor que te colma a ti y a tu esposo de bendiciones -repuso él
con su amabilidad marcada.

-Usted lo ha dicho, padre, he sido colmada de felicidad, más de la que soñé en mis
tiempos de joven cuando anhelaba todo y nada tenía.

-¿Sabes? hay una razón especial por la que he venido hoy a este lugar hija -dijo el
padre en tono apenado.

-Y se pué...

Ting... ting... ting... Sonó un ruido que provenía de un golpeteo de copas en el lugar
donde estaban los esposos del pueblo, el Mayor se había puesto en pie con un paso
tambaleante, víctima de las múltiples bebidas que llevaba a cuestas, no era ningún
secreto que el mayor, muy a pesar de ser un hombre responsable y respetable, sufría de
una debilidad por la diversión acompañada de sus mujeres pelirrojas como el solía
llamar a las copas de vino tinto que siempre se hacían presentes en su mano.

-Como ya todos sabemos, estamos aquí para celebrar a nuestro querido y gran
pintor, pero más increible ciudadano y amigo, Santiago González, hombre de talento
maravilloso que nos ha vuelto la envidia de los pueblos vecinos, al residir aquí y usar
paisajes de nuestro bello pedazo de tierra y que ahora se exhiben en los museos de
mayor prestigio por el mundo, es así como este alcalde, ante todo humilde fan, y con la
colaboración de toda esta maravillosa gente aquí presente queremos otorgarle como
reconocimiento este obsequio.

Sacó de su bolsillo una pequeña caja esférica color blanco del tamaño de una
pelota de tenis, envuelta en un lazo negro que la hacía lucir de una manera elegante, sin
más protocolo se la entregó a Santiago entre sonrisas y aplausos y por supuesto ante
un millón de gracias acompañados de elogios en todo el salón.

-Es una agradable sorpresa sentir un apreció tan palpable por parte de todos, al
llegar a este pueblo me enamoré de manera inmediata del calor que su gente desprende, la hospitalidad y bellos paisajes que se puede uno encontrar, además por
supuesto de su bar en el centro, que tiene una excelente cerveza de casa -soltó una
risilla contagiosa.

ALMAS DE HIELO:MUERTE Y PECADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora