CAPITULO OCHO

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Capítulo VIII

Ladrones de tumbas

Los chicos habían acompañado al oficial hasta la estación, ambos habían permanecido
completamente en silencio, Lucía ni siquiera levantaba la mirada. El, por otra parte, no
perdía la oportunidad de imaginar que era lo que estaba pasando, todo se volvía más
extraño cada día tras la muerte de su padre, tras aquélla pesadilla en el cementerio,
¿sería éste el cobro que la vida le había guardado por siempre estar pensando en
fantasmas y cosas paranormales? ¿O sería que en alguna otra vida había hecho cosas
terribles? Solo quería que todo acabara, deseaba poder regresar al momento donde
todo estaba completo, sin dudas habría ido a la gala, nada de esto estaría sucediendo,
se hubieran robado algunas pinturas, pero qué más daría, su padre estaría con ellos, su
madre no lo habría dejado y Carlos no le odiaría. ¿Qué había pasado? ¿En qué
momento todo se fue por la borda? Mientras miraba por la ventana dela sala de espera
en la estación, pudo ver un extraño movimiento en los árboles, alguien estaba tras unos
arbustos, unos ojos dorados que brillaban intensamente llamaron su atención, ¿qué
clase de animal tendría esos ojos? La figura empezó a cobrar un poco de sentido,
parecía un hombre de rodillas, éste levanto su dedo apuntando directamente hacia
donde él se encontraba, buscó la puerta más cercana para salir en búsqueda de
aquella persona quitando la mirada solo un momento, cuando volteó nuevamente a los
arbustos la figura salió disparada por los aires, a toda velocidad, como si una catapulta
lo hubiera lanzado en vertical a 100 km por hora, se quedó completamente mudo, ¿se
estaría volviendo loco? Una mano en el hombro lo hizo volver de sus pensamientos.

-Venga, ¿qué acaso estás sordo? -le dijo un hombre obeso en un traje que parecía
por lo menos 2 tallas menos de las que necesitaba.

-Lo siento, es que acabo de ver... no importa -recompuso al pensar en cómo
sonaría lo que iba a decir.

-Pasa a la sala, tengo unas preguntas que hacerte -dijo en tono brusco.

-¿Dónde está Lucía? -preguntó con duda.

-Creo que no has entendido, las preguntas las hago yo, muchacho, tu noviecita
está bien -dijo el oficial-. ¿Tu padre era Santiago, cierto? Mi informe dice que murió
hace 2 meses -dijo con frialdad.

-Así es, fue asesinado por un sujeto en un asalto -dijo molesto.

-Vaya, vaya, cuidado con el tono, muchacho, ¿vez esta placa? Soy el detective
Sanders, muestra respeto.

-Solo respondí a su estúpida pregunta, en todo caso, ¿por qué pregunta por cosas
que usted ya sabe y tiene escritas en ese informe?

-Muy bien, chico listo, iré sin rodeos, ¿qué es lo que ha pasado con el cadaver de tu
padre? -preguntó sin ningún tacto.

-Buena pregunta, detective, pensé que usted me lo diría a mí, hoy cuando fui al
cementerio ya estaba cerrado -Ie dijo al oficial

-Mira, chico, esto puede ser muy simple, o muy difícil, quiero un informe de donde
te metiste en la madrugada de hoy y toda la mañana.

-¿Dónde más?, dormido y en la escuela, después en casa y en la feria, parece que
el detective soy yo, tengo todas las respuestas que necesita -dijo en tono burlón.

-No me tomes por tonto, pequeño gusano, has tenido algo que ver en esto, ayer por
la madrugada encerraron a Leonardo el cuidador después de drogarlo y han robado
escarbando un par de tumbas, pero solo la de tu padre y la de Alondra, la madre de tu
amiguita han sido dejadas en blanco, ¿quiénes si no, ustedes dos podrían querer algo
de esas tumbas?

-¿Supone entonces que profane la tumba de mi padre para obtener algo de ella y extraje su cuerpo? Está más loco delo que parece -empezaba a perder la paciencia.

ALMAS DE HIELO:MUERTE Y PECADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora