"El mensaje había llegado puntual como habían acordado, él se había despedido con amor de Lucía, pero sin poner demasiada atención; el momento que estaban pasando requería de toda su concentración en este momento, explicaba a sus padres cada parte de lo trazado para hacer que las cosa funcionaran una vez que su novia y la madre de esta los encontraran en la casa del viejo, dentro de todo lo impresionante y largo que había sido el día, ésta era la parte donde por fin podría relajarse, después de muchos argumentos y platicas y de una cena en la que su madre por fin cambió de actitud y todo parecía volver a la normalidad, sus padres decidieron ir a dormir y él y Carlos prefirieron compartir habitación, pues su hermano insistía en que tenía que mostrarle algo que le pondría los pelos de punta, él había aceptado pues debía hacerlo partícipe de la sorpresa que le preparó a su padre, pues entre Lucía y el habían comprado algunos lienzos y pinturas que envolvieron y metieron en empaques sin que Alondra o su padre se dieran cuenta, incluso habían firmado la tarjeta de manera anticipada, pensando en que todo saldría bien. Momentos después de entrar al cuarto, sacó los regalos y junto a su hermano bajaron a colocarlos en la sala; en todo ese tiempo pudo notar que el semblante de Carlos era demasiado serio, como si la sorpresa no hubiera sido suficiente para él. Imaginó que estaría cansado, pues el mismo sabía que el cansancio más pesado es el emocional, así que lo dejó pasar sin hacer preguntas; de regreso en el cuarto el ambiente se sentía aún más tenso, Carlos cerró la puerta de un golpe y se acercó a la cama con la cámara en una mano y en la otra una libreta. —¿Me vas a decir de una buena vez porque cargas con esa cara? Pareciera como si un zombie te hubiera chupado el cerebro con un popote —bromeo tratando de romper el hielo. —Creo haber encontrado algo, algo que de verdad te va a sorprender, quiero que veas lo que tengo en este video, pero antes que nada debes escuchar la historia, te aseguro que se te caerá el cabello al saber lo que he pasado. —¡Anda y cuenta de una vez! Aunque lamento anticiparte que será muy difícil que superes la historia que les he contado hoy, sobre todo lo que pasó en delta y el regreso de papá —le dijo mostrando un poco de buen humor. —Digamos, hermanito, que yo también tengo mi propio muerto y al igual que nuestro padre, éste también tiene que ver con la familia; escucha atentamente y dime que podemos hacer, porque estoy seguro que te borraré esa estúpida sonrisa burlona. Carlos comenzó a contarle parte por parte lo que había pasado desde que llegaron al pueblo él y su madre, le contó sobre la forma en la que su madre había insistido en ir por la cámara y después al cine, le dijo cuáles eran los planes hasta antes de que investigar en esa iglesia abandonada los espantara por completo; al principio todo parecía un simple juego, el llegar cada día a ese lugar y verlo en ruinas, al momento de llegar a la parte donde las cosas se pusieron difíciles su hermano lo detuvo. —¿Me estás diciendo que la llave cayó de la cruz que colgaba de cabeza en ese lugar? ¿Y que además de eso, este aburrido pueblo está lleno de sectas que adoran a un tal Galeón? ¿No será que has tenido una pesadilla en tu desmayo? —Bueno, por lo menos he comprobado que sordo no eres, ahora deja de hacer el idiota y déjame terminar —Carlos perdió la paciencia—. Esperaba que no me creyeras como haces en este preciso momento, pero resulta que tengo el video, además de que he ido a la biblioteca y he traído estos apuntes de lo que encontré —le extendió la cámara—. Lo que no me has dejado explicarte es, que en la cámara al final del video mama y yo hemos visto un rostro que corresponde ni más ni menos que al abuelo y con lo que ha pasado el día de hoy, ya no estoy tan seguro de que haya sido un fantasma como supuse al principio. ¡Era verdad! Todas y cada una de las palabras de Carlos eran ciertas, la iglesia, la sangre, el nombre de un tal Galeón pintado en las paredes y la peor parte fue que por más que se esforzó en no encontrar parecido entre el supuesto rostro del video y el viejo, tuvo que aceptar que no le quedaba la menor duda de que era él, ese asqueroso viejo ruin y perverso estaba ahí. —Escúchame, Carlos, esto no es cualquier cosa, ahora no sabemos si alguien más ha leído ese libro de Lucía, sé que tal vez esté cometiendo un error pero debemos salir tan temprano como nos sea posible a investigar, no podemos dejar ningún cabo suelto —se aventuró a decir. El ruido de las ramas golpeando el muro del cuarto fue suficiente para hacerlo abrir los ojos, volteó a la ventana y pudo darse cuenta que aún era de noche, Carlos descansada en la cama de al lado, la casa estaba en completo silencio, el ruido se calmó con el viento que había dejado de soplar, se disponía a volver a dormir cuando escuchó una voz que llamaba su nombre, miró la puerta y pudo ver una luz similar a la que hace una vela encendida, se puso de pie, por alguna razón decidió no despertar a nadie, siguió caminando intentando encontrar la fuente de esa misteriosa luz, bajó lentamente las escaleras mientras seguía escuchando su nombre sin parar, cruzó la sala hasta llegar a la puerta que daba al sótano, bajó nuevamente las escaleras con mucho cuidado de no tropezar o no poner sobre aviso a nadie más, apenas terminó de bajar y la puerta tras él se cerró misteriosamente, aunque pudo notar que el portazo no había emitido ruido alguno, la luz pareció iluminar con más fuerza, por un momento se volvió cegadora, el fulgor no quemaba, pero era imposible ver a través de él, cuando la luz fue palideciendo y volviéndose más tenue por fin pudo ver la fuente de la luz. Ahí frente a él, aun con algo de brillo se encontraba un hombre de cabello café, estaba enfundado en una brillante armadura plateada con toques dorados, su mirada llena de misticismo acompañada de unos ojos azul inigualable, la perfección de sus facciones era hipnotizante, todo en el parecía sacado de una pintura renacentista, pero de aquel misterioso hombre de presencia divina, lo que terminó por dejarlo con la boca abierta, era un enorme par de alas blancas como las nubes, retraídas en su espalda. Trató de emitir un grito para despertar a los demás y que todos pudieran contemplar con sus propios ojos lo mismo que él estaba viendo, pero inmediatamente fue silenciado con una mirada, entonces ese ángel habló: —¡No! Lo que ves no es un sueño, ni tampoco una ilusión, lo que ves es lo que soy, mi nombre es Uriel, soy el mensajero del señor y he sido encomendado a darte un mensaje y una tarea en nombre de nuestro Dios —dijo sin mover los labios—. Tú y Lucía han desobedecido el mandato divino, han atentado contra el plan de nuestro señor y lo que es peor, lo han hecho sin medir las consecuencias de sus acciones, no tienen idea del gran daño que han hecho al equilibrio. —Pero… hemos hecho lo justo, hemos pagado con vida la vida que hemos traído de vuelta a este mundo, Uriel —logró articular de repente, tal como si el candado que lo tenía silenciado se hubiera roto —El hecho de sacrificar parte de sus vidas a cambio de la de otro no es el pago por desobedecer a quien está en los cielos, su pecado hará que cada una de sus almas se condenen por la eternidad, solo Dios ha vencido a la muerte, lo que ustedes han hecho no es más que una hechicería egoísta y el daño debe ser reparado —continuó Uriel. —¿Y que acaso no fue más egoísta llevarse a 2 buenas personas sin motivo alguno? ¿Qué clase de Dios es aquel que permite el asesinato de quien ha servido fielmente a la dura labor de ser padre y ciudadano? —Aun en mi presencia pecas de obstinado y soberbio, cada muerte y vida en el mundo desempeñan un papel en el gran plan que tu mente no podría entender en este momento, ustedes los humanos deben aceptar la muerte como un paso en la trascendencia celestial, los milagros por los que se trabaja cada día no deben ser creados por el hombre. —¿Milagros? Seguimos las reglas de nuestra sociedad, mi madre y mi padre iban cada domingo a buscar de Dios, jamás faltaron a una iglesia, rezaron cada día de sus vidas y ya sabemos lo que pasó, en lo que a mí respecta me cansé de rezar, me cansé de pedir y ver que nada pasaba, dejé de creer para dejar de pedir, dejé de pedir para no tener nada que creer, salí a la calle y me obligué a hacer que los milagros pasaran, no me arrepiento y si lo que vienes a decirme es que iré al infierno, pues que así sea, no me interesan tus reglas, tu paraíso o tu Dios —dijo desafiándolo con la mirada. Por más que se esmeraba en obtener una respuesta de Uriel, el ángel se mantenía inquebrantable, no había palabras que pudieran provocar su ira o enfado, el temple que tenía era digno de una montaña, era estoico. —No he venido a condenarte y desaparecer, he venido a mostrarte lo que has hecho, he venido a abrir tus ojos, al final, serás tú quien se arrepienta de sus actos y pedirá la solución al grave problema en el que has metido a todos en este plano. Nuevamente fue silenciado, Uriel sacó una daga de su cintura y la levantó por los cielos, una vez más el fulgor llenó la habitación, en un parpadeo habían dejado el lugar en el que estaban; ahora se encontraban en un lugar aislado cubierto de inicio a fin por una gruesa capa de hielo hasta donde la vista alcanzaba, cada determinados metros había unos tumultos de hielo de no más de 3 metros, se podían apreciar miles a simple vista, reparó en que esas pequeñas montañas tenían una pequeña aura gaseosa que las rodeaba, era como ver hervir un iceberg a escala. —¿Tienes la mínima idea de donde estamos? —preguntó Uriel. Antes de responder unos estruendosos gritos llenaron el aire, eran intermitentes pero muy potentes, aunados a los gritos unos chirridos bestiales se escucharon alrededor. —No tengo idea, ¿es esto el polo norte o sur? —preguntó dudoso. —Pues bien, he aquí uno de los misterios más grandes que encierra Dios, esto es el infierno —lo miró con seriedad. —¿El infierno? Pero que no se supone que debería haber fuego y lava, esto es completamente lo opuesto. —Así es, el infierno no es fuego, el verdadero infierno es hielo y frío, las almas de los condenados se convierten en el hielo y ese hielo sirve para mantener presos a los demonios, ¿ves ese gas sobre las montañas? Esas son las almas que se están escapando, al revivir a los muertos se ha roto el balance, si el hielo se derrite, los demonios reales escaparan e irán por todos ustedes y la humanidad terminará. Caminó lentamente hacia una de las montañas y entonces lo vio, había encerrada una sombra, se veía completamente inmóvil, sus ojos rojos estaban opacos, prácticamente apagados, se dio cuenta que cada una de las miles de montañas era una prisión individual, era cierto todo lo que el ángel le había dicho; por un momento pudo olvidar el frío pensando en el ejército demoniaco que estaba por liberarse, pues había notado como al acercarse al hielo se podía oír derretirse poco a poco, quiso tocarlo para sentir la resistencia de éste, pero quedó atónito al ver los ojos del demonio encender en un rojo lleno de brillo, una mirada con odio, soltó un chirrido que lo hizo perder el equilibrio, lograba retorcerse un poco entre el hielo en el cual estaba atrapado, se escucharon más gritos abominables y entre su mareo logró ver las miles de montañas con 2 puntos rojos, estaban despertando uno a uno. —¿Ahora entiendes a lo que me refiero? Has visto con tus propios ojos el despertar de los caídos tras más de 2000 años de permanecer dormidos, no tenemos mucho tiempo, tras fugarse las almas que han revivido, las demás han perdido el orden, se encuentran flotando en el aire y no podrán ocupar su lugar hasta que los condenados vuelvan —por primera vez los ojos de Uriel pusieron una mirada combativa. —Pero esto no puede ser posible, ¡tenemos que hacer algo! Tú eres un ángel, debes poder detener esta situación, no puedes permitir que escapen. —Lo único que puedo hacer es advertirles, como te he dicho antes, no puedo intervenir, inclusive el que estés aquí es incorrecto, pero no me siento capaz de dejarlos a su suerte, he desobedecido para que no perezcan, pero es tu turno de hacer algo para resarcir tus errores. Esto tenía que ser una broma, ¿Cómo podía ser posible que hubieran despertado al infierno? Esto no debía de ser así, se supone que todo estaría bien de ahora en adelante, pero la vida nuevamente le había puesto un obstáculo infranqueable, y lo peor de todo es que los ángeles y el mismo Dios le darían la espalada a la humanidad, todo era su culpa, suya y de Lucía, ¿Qué es lo que tendría que hacer? Uriel tomó la daga y lo llevó nuevamente a donde se habían encontrado, la imagen del infierno y los demonios no salían de su cabeza, las preguntas se agolpaban con dolor en sus pensamientos. ¿Por qué le estaban pasando todas estas cosas? Tenía que hablar con Lucia pero no tenía ni idea de si le creería o de cómo le contaría la historia de lo que había visto, trató de calmarse un poco, se dio cuenta que se tomaba la cabeza con terror, se estaba hiperventilando, sentía que sus ojos iban a salir de sus cuencas por la presión Sintió una mano en el hombro, todos los síntomas se habían detenido, era la mano de Uriel que se mantenía erguido y callado, era obvio que el ángel lo había calmado para poder seguir hablando con él, lo necesitaba calmado y receptivo, finalmente las palpitaciones en su corazón se habían detenido y recuperaba su coordinación —Ahora que sabes lo que pasará espero que entiendas que debes obedecer tu tarea y debo advertirte que no puedo ayudarte, pues planeo entregarme a Dios por el pecado que he cometido, por supuesto él ya lo sabe, pero debo hacerlo por mi propia voluntad. —Dime exactamente qué es lo que tengo que hacer, porque no concibo la solución a este problema, es más grande que yo —dijo desesperado. —En nombre de salvar a la humanidad, debes matar a las personas que han vuelto a la vida, pero no te preocupes, me aseguraré de que no seas juzgado. —No puedes garantizarme nada, Alondra, la mamá de Lucía, no debía de estar en el infierno y en todo caso tampoco mi padre, no deberían haber roto el balance en el infierno porque nunca debieron entrar ahí. —Eres muy listo, hice bien en acudirte, harás bien tu trabajo. Hay un ángel que ha estado condenando almas inocentes, desgraciadamente sus nombres ya están en letras rojas, la única oportunidad para no matarlos sería que sus nombres fueran removidos de esa lista, pero eso solamente Dios lo puede hacer, en caso de que yo interceda y mi suplica no sea escuchada, tendrás que hacer lo que te digo y recuerda que ya no tenemos tiempo, te daré algo más, lo necesitaras, úsalo solo en caso de sentirte perdido y trata de que sea solo con esas almas —tocó su cinturón y extrajo un objeto. Era la daga de Uriel, era un arma ligera, su cuerpo era plateado lleno de textura, un vocabulario extraño se encontraba en el mango, un rubí acompañaba esos garabatos, sentirla en sus manos le dio cierta confianza y determinación —Tendrás que encontrar otra manera, Uriel, ¡pues por ningún motivo pienso matar a mi padre! El ángel asintió, dicho esto desapareció en un destello cegador y el silencio llenó sus sentidos, perdió la conciencia. Despertó con la boca seca, pero el sudor inundaba su camisa interior, exhalaba un aire helado de su boca, encendió la lámpara del buró que estaba al lado, vio a Carlos plácidamente dormido en la cama de junto, revisó el reloj de pared y vio que señalaba las 3 am, pensaba en regresar a dormir al considerar todo un sueño, al mover la pierna tuvo una sensación extraña, rápidamente removió el cubre cama con el que estaba cobijado… era la daga de Uriel. No fue un sueño, todo era verdad, recordó las palabras de Uriel y como había mencionado las 4 almas y repasó, Alondra, Santiago y Leonardo, pero… ¿Quién era la cuarta alma? Tomó su teléfono móvil del buró y revisó los mensajes, había uno en la bandeja de entrada… Ayúdame me tienen atrapada mamá le ha traído de vuelta y sabe de las resurrecciones.
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ALMAS DE HIELO:MUERTE Y PECADO
Mystery / ThrillerHISTORIA ORIGINAL Después de una muerte inesperada una pareja de hermanos y una amiga se envolverán en un mundo de misterio y hechizos que se encuentra en el interior de una secta siniestra en pequeño pueblo Tras encontrar la manera de vencer a la m...