Covers del Amor (Malec)

11. Too Good at Goodbyes

5 años después.

Habían pasado 5 años. 5 años en los que no sabía nada de Magnus. 5 años en los que lo buscó, para recuperar lo que tenían. 5 años en los que él seguía con esa tipa. 

5 años.

¿Cómo había sobrevivido tanto tiempo sin él? 

No lo sabía. 

Las cosas empezaron a cambiar. Magnus empezó a actuar extraño, todo el tiempo con su celular. No lo soltaba. 

Y luego parecía que tenía miedo. Lo besaba más seguido, con más pasión, cómo aferrándose a él. 

Le preguntaba constantemente donde estaba, cómo estaba, con quién estaba. Pero no con posesividad o celos, si no con miedo. Y cada vez que le preguntaba que le ocurría, respondía con una sonrisa falsa que todo estaba bien. Perfectamente.

Y un día...simplemente desapareció. Dos semanas después, en la revista People salía una imagen de Magnus con Camille Belcourt. Su ex. Lo había abandonado por ella. Sabía que era bisexual, pero...creía que entre ellos había algo real.

Todo había sido actuación. No tenía miedo, simplemente inventaba alguna excusa para dejarlo, con la diferencia de que no hubo. Simplemente lo dejó. Sin explicaciones.

Que ingenuo fué. 

Sólo que ésta vez Magnus le hizo un daño peor. 

Mucho peor, pues realmente lo amaba. Realmente se entregó a él.

* * * *

Lo pensó mejor, ésto no era algo normal de Magnus. Tras ese tiempo juntos se dió cuenta de que no era algo normal de él, abandonarlo así cómo así, sin explicación alguna. 

Así que decidió no rendirse. Lo hizo por 5 años. Destrozado y abandonado. Sin esperanzas de recuperar a su hombre.

No era justo. Simplemente no lo era. 

Varias veces lo veía, varias veces hacía creer que de nuevo volverían. Pero dos días después le decía cuanto asco le daba. 

Sabía que tendría una reunión en una cafetería cerca del puente, por lo que lo abordaría ahí. Sí o sí.

Se montó en el Lamborgini, regalo de Cat y su hermana, con una imagen de ellos besándose y la palabra Malec en todo el auto. Era algo hermoso. Y algo que quizás le ayudaría. Manejó con rápidez y llegó dos horas antes de la reunión, pero sabía que él estaría ahí. 

Llegó y en efecto. Ahí estaba. Lucía triste, decaído, sin luz. Sólo vestía un traje sobrio, sin brillos o lo característico que usaba el gran Magnus Bane. Suspiró y se bajó del auto, entró y se acercó a la mesa de Magnus.

Magnus alzó la vista ante la intrusión y se congeló. Su rostro recuperó el brillo perdido, al igual que sus ojos. Pero rápidamente puso una mascara de frialdad, aunque sus ojos no perdieron el brillo.

-¿Que haces aquí, Ligthwood?

Ese Ligthwood dolió. Mucho. Más con la frialdad que lo dijo. 

-¿Porqué?.- repuso Alec.

-¿Disculpa?

-¿Porque irte sin darme alguna explicación? ¿Porqué decir que me amas y luego tratarme como si no valiera nada?- terminó Alec con los ojos llorosos.

Magnus lo miraba a punto de llorar. Estaba tan vulnerable.

-Sabes que me das asco y que sólo fue una actuación. Nunca te amé, ni nunca lo haré.- respondió con voz firme.