Nuevo comienzo

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-¡Ya voy!- me respondieron nada más tocar la puerta- hola,  gracias por...- ante mi Stander en toalla, mostrando su torso alicatado y mojado- ¿Aimi?- al momento le miré a sus ojos color azul contrastando con su pelo castaño- ¿Qué haces aquí?- su hoyuelo en la barbilla y esas facciones tan marcadas, eran- ¡ Aimi!
-Hola Stander- reaccioné.
-¿Te ha gustado lo que has visto- me mostró una sonrisa, luego desvió la mirada hacia mi maleta- entra- dijo haciéndose a un lado- ¿tienes hambre?, dijo acogiéndome la maleta.
-La verdad es que no- miré su espacioso atico, que era completamente precioso y luminoso.
-Yo iba ahora a comer a un restaurante- me avisó- me visto y nos vamos. Yo me senté en uno de los sofás para esperarle, estaba tan comoda que me quedé frita- buenas noches- me saudó nada más despertarme- tranquila, he cambiado la reserva de restaurante- vamos Aimi- dijo ayudandome a levantarme. Me cogió de la cadera y me levantó.
-Me duele muchísimo la espalda- me quejé nada más sentarme en el asiento del copiloto.
-¿Quieres que subamos y te de un masaje?- me miró fijamente.
-No te preocupes- sonreí.
A medida que ibamos recorriendo las calles de Manhattan, el dolor se hacía más intenso y cada vez me ponía en una posición diferente para aguanar el dolor. Srander marcó un número que no alcancé a ver
-Bannel
-Hola Stander ¿qué pasa?
-Vente corriendo al hospital
-¿A cual, qué te pasa?-su voz sonaba preocupada.
-Te envío la ubicación, date prisa.
-¿Por qué vamos al hospital?Puedo aguantarme.
-¿Cuántos días llevas con ese dolor de espalda?
-¿Eres medico también?
-No, pero interpreté un papel e hice una escena parecida a esta.
-No compares ficción con realidad.
-Me apuesto lo que quieras a que tengo razón
-Vale, una cena.
-Hecho
Llegamos al hospital, a la zona de maternidad, allí rellenamos un formulario de varias páginas, mientras yo respiraba profundamente para intentar calmar el dolor, algo que no conseguí, al poco tiempo llegó una enfermera la cual me llevó en silla de ruedas a una sala para revisarme.
-Por favor, vayase- le pidió el obstetra.
-No, quedate- el me miró sorprendido- se que solo nos conocemos de cinco minutos, pero necesito en estos momentos una cara familiar. Estoy en un país extraño.
-Vale, dejame hacer una llamada- asentí y el salió, mientras me revisaron, esperaron a que Stander volviese a entrar,  no solo entró el, sino que para mi sorpresa entró
-¡Bannel!- dije sin fuerza
-¿Quienes sois vosotros?
-Yo soy el tío- dijo Stander apoyándose en el marco de la puerta.
-Yo...- me miró- ...el padre
-Bueno- dijo sentandose- la paciente...- miró  en los apuntes-... Aimi, está teniendo un parto prematuro, lo mejor es inducirle el parto, sino el bebé puede sufrir más.
-¿Cómo?- dije asustada, mirando a Stander- ¡No!
-Se que está nerviosa, es comprensible, pero no quiere que su bebé muera, será lo mejor.
-Dejenos solos- respondió Bannel, yo le miré fijamente, el medico se fue y nos quedamos los tres en la sala.
-Tienes que hacerlo- dijo Stander nada más cerrarse a puerta.
-Tengo miedo.
-Es normal tener miedo- se sentó Bannel- pero hay que afrontarlo.- Estuvieron convenciendome unos veinte minutos, hasta que al fin accedí. El médico entró en la sala y tras hablar con Bannel y Stander me prepararon. Estaba muy nerviosa, el bebé solo tenía siete meses y medio, pero había que sacarlo. Estaba en un país extranjero donde solo tenía el apoyo de dos caras conocidas y tan conocidas, que eran actores.
-Bueno, señorita. Llegó la hora- esa frase me sacudió como un huracán por todo el cuerpo, sentí como mis pulmones empezaban a quedarse sin oxigeno y como mi corzón latía fuertemente, mi cuerpo empezó a temblar descontroladamente. Me llevaron a la sala de operaciones, nadie decía nada, simplemente se limiaron a revisar mis constantes, a  ponerme una vía un trabemos, hacerme un electro cardiograma y cuando todos los procesos de rigor terminaron, simplemente se limitaron a  ponerme una cortinilla para que no viera lo que estaba pasando.
-Aimi, estoy aquí- oir la voz de Bannel me tranquilizó, nuestras miradas se cruzaron y aunque el estaba serio, me pasó una mano por la frente, su mano a pesar de ir frime, pude notar que temblaba un poco.
-¿Tenéis pensado un nombre?
-Selene- respondimos a la vez.
-Vaya, que nombre más bonito.
Después de un tiempo al fin escuchamos escuchamos lo que llevabamos tiempo esperando, el llanto de un bebé, de nuestro bebé, de Bannel y mío. El llanto de Selene, me la pusieron unos minutos en el pecho para que la pudieramos ver, pero luego se la llevaron.

No Puede SerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora