"Reliquias rotas"

"Sexto acto: La capa de levitación"

El hechicero cruzó una vez más sus iris azulados con los ingeniosos de Tony, no dijo nada cuando éste se retiró y una ligera satisfacción inundó su ser al darse cuenta de a dónde se dirigió finalmente.

Strange regresó a la recién acomodada biblioteca y reinició su lectura, un par de días acontecieron después de la llegada del millonario, días dónde el azabache recurría a la cocina a escondidas y tomaba un poco de comida, sin embargo, parecía como si el mago volviese a residir solo, no tenía contacto con el ex vengador, tampoco escuchaba bullicio de su parte.

Todo era reiteradamente calmado, Stephen hacía lo suyo y al parecer, Stark también. Cierto día se colocó los guantes ambarinos que ocasionalmente portaba dentro del templo, pasó leyendo la mayor parte del día, eran pocas las cosas que podía realizar dentro del santuario, pero a pesar de ello, el ojiazul jamás se aburría, le era posible aprender mucho más sobre aquello que alguna vez como médico le dejó asombrado.

Al caer el ocaso, el castaño trazó un portal hasta lo que parecía una tienda de porcelana después de asegurarse que el santuario a su cuidado estaría en perfectas condiciones, al cruzarlo, su manto se desprendió de él, cerrando la puerta interdimensional detrás de sí.

Tony rondó por un sector ubicado en los pisos superiores de la estructura, siguiendo con sigilo la barandilla, llegó a una zona no antes vista, una especie de pequeño observatorio que contaba con un gran ventanal decorado con un enorme símbolo semejante al trazado en un balón de baloncesto, no obstante, no significaba inconveniente alguno para apreciar el firmamento estrellado.

Con calma, tomó asiento en el suelo y un denso suspiro fue esbozado de su parte >>Derrotado por Merlín y su cortina mágica. Vaya situación tan lamentable en la que terminé <<

La prenda carmesí inició su paseo y vigilancia por los pasillos de su "hogar", recorrió la primer planta sin problemas, ascendió a la segunda y posteriormente a la tercera y última de ellas. Tras pasar por un pasillo que conectaba al ático, la capa se percató de la presencia del dueño de la imponente armadura, hizo una pose orgullosa y desinteresada , como si levantara el pecho y pasó de largo a la continuación del trayecto, acción que en cuestión de segundos fue deshecha, flotando hasta el umbral de la puerta, desde que el hechicero tenía contacto con ella, ésta siempre se portó intrigada ante las escasas visitas que llegasen a recibir, al contrario que él.

La tranquilidad momentánea de la que gozaba el inventor fue profanada por la manifestación de la prenda viviente, ello sólo le disgustó en mayor cantidad, seguramente en cualquier segundo el ojiazul haría acto de presencia para fastidiarle la vida.

El manto se alejó silenciosamente después de pocos segundos, descendió hasta el primer nivel y se dirigió a la cocina, cogió una especie de vaso de metal, tomó leche de la nevera y lo vertió en él, posteriormente sacó una pequeña porción de tarta de manzana, misma que colocó en un plato del mismo material que contenía la bebida láctea, no eran los mejores utensilios, pero era lo que quedaba después de la pérdida de todas las vajillas de porcelana.

Con lo tomado en sus extremos, ascendió una vez más al pequeño observatorio en el que yacía Tony, con calma, se acercó a él y al ganarse la atención de su invitado, dejó la leche y el pastel en el suelo, ésta no se retiró, permaneció al lado del azabache con un muy poco creíble cruce de brazos, aquél que desapareció, mostrando sumo interés en el pelinegro.

Después de verle desaparecer, creyó en la alta probabilidad de que el objeto le delatase ante Stephen, sin más se colocó de pie, cuando la inesperada y apresurada entrada de la capa le produjo un susto que casi le devuelve al suelo — ¡No hagas eso, mantel! ¡¿Acaso quieren matarme de un ataque al corazón?! — Le regañó antes de observar "la ofrenda de paz", misma que dudó en aceptar, pero al final terminó haciéndolo.