"Reliquias rotas"

"Octavo acto: El segundo hechicero"

Por segunda ocasión en su vida, Tony se encontraba inquieto, estancado en un dilema moral a causa de su inquebrantable orgullo ¿Debía disculparse? La cuestión de por medio fue descartada al mismo tiempo que surgió ¿Tony Stark solicitando perdón? ¡Por favor! — ¿Acaso podría ser más molesto? — Emitió como queja al aire sobre el desagradable sentir que experimentaba actualmente, sus pensamientos vagaron en torno al fulgurante reactor que yacía en su pecho, fue entonces que tomó en cuenta en cuenta algo que había pasado por alto.

Colocó una mano sobre su pecho, justo en la parte de su corazón o más bien donde este yacía relativamente dentro el pequeño "baúl", sin embargo, éste requería extremo cuidado, pues de tener un desbalance energético podría causarle un ataque cardíaco o posiblemente una hemorragia interna, pero por otro lado, la energía sería suficiente para lograr potencializar una pequeña bomba de impulsos eléctricos, capaz de derribar al menos un muro. Si iba a hacerlo, requería de ciertos materiales... Y vaya que sabía dónde conseguirlos.

A la mañana siguiente, Stephen se aseguró de preparar sus alimentos y desayunar sin encontrarse con el Playboy, no quería verle, no por vergüenza, por enfado o por miedo, sino por algo más, poco después reanudó sus tareas de vigilancia y aprendizaje. Casi media semana ocurrió sin que tuviesen ninguna especie de contacto, pareciese que el primer diálogo "decente", había detonado en muchas incomodidades, tiempo que el azabache aprovechó para tomar y quedarse con algunos cables y piezas que podría necesitar de algunas habitaciones alejadas, dando inicio a la construcción de su "pequeño juguete".

Durante las mañanas, tardes y noches, la capa llevaba una charola con té, jugo, leche o café junto a la comida que fue preparada recientemente al azabache, justo como llevó la merienda al observatorio, y el día de la prueba no era la excepción. Ya había hecho lo básico, la estructura del dispositivo estaba terminada, ahora se arriesgaría a coger una cantidad mínima de la energía que emanaba del aparato en su pecho, miró a la capa de reojo y sonrió ligeramente  negando con la cabeza — Gracias por la cena, telitas — Un suspiro ansioso fue exhalado por el genio— Si exploto ...Dile a Strange que todo fue su culpa — Esbozó sin vergüenza y prosiguió a extraer lo esperado una minúscula "pizca" de energía, aquella que a pesar de ser escasa, le dejó desubicado por fugaces segundos, atrayendo alarmado al manto, el cuál se alejó con brusquedad cuando el inventor abrió sus orbes nuevamente —Tranquila, estoy vivo — Con un quejido ronco, se levantó  y agitó la cabeza antes de mirar a la capa — Parece que tú y Strange no están con suerte— Al parecer la descarga fue muy débil para lograr su objetivo.

Con quietud, un portal fue abierto en la biblioteca, ganando escasa atención de Strange. Del flamante círculo dibujado salió el hombre de aspecto oriental que le ayudaba a cuidar el templo — Creí que la inspección de los alumnos duraría más tiempo, Wong — Habló mientras continuaba leyendo a flote.

— ¿Y dejar que te quedaras con la gloria? Es una cálida bienvenida — La seriedad adornaba su rostro incluso después de que el acceso se cerrara — ¿ Sucedió algo nuevo en mi ausencia? — Cuestionó mientras se estiraba, como si se hubiese mantenido en una posición incómoda durante horas.

— Nada importante — Levantó los hombros y apartó el libro para observar a su acompañante — ¿Y, todo en orden, risueño Wong ? — Suspiró en espera de las noticias del mayor, aquellas que no eran nada fuera de lo común.

— Nada inusual, aunque no sería nada mal que dieses una vuelta por allá. Iré a dormir un poco, dormir en la biblioteca no es tan cómodo como parece — Un portal fue dibujado con sus manos y se transportó a la alcoba que ocupaba. Al entrar se extrañó que varias cosas no estuviesen en su lugar, sus orbes sutilmente rasgados se abrieron de la inesperada sorpresa que se encontró, un tercero estaba dentro de su recámara — ¡Strange! ¡¿Pero que rayos significa esto?!  — El portal fue dibujado de nuevo y volvió a la biblioteca, dónde el mago le esperaba con una expresión divertida.