Cuatro

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Habían pasado dos días del encuentro de Laurel con Nathaniel. El chico los ojos más azules del mundo debía hacer un no muy largo viaje de un mes a España, Nathan visitaria a su padre luego de un largo tiempo, o exactamente siete meses. Y mientras tanto Laurel se encargaria de arreglar su vida, para que cuando el chico volviese pudiese demostrarle que sus sentimientos eran sinceros y puros. La chica de ojos verdes fue a dejar a la estacion de buses a Nathan, estaba asustada de todo lo que comenzaria a pasar desde ese día; no había tiempo para arrepentimientos.

—No me olvides

Dijo Nathan cuando comenzo a ver como los ojos de la chica que tanto queria se ponian llorosos

—Te iras solo por un mes, no seas idiota

Laurel comenzó a reir suvecito y agacho su cabeza de manera que quedase mirando sus zapatos. Nathan repitio sus acciones.
Ambos levantaron sus miradas y se encontraron con los ojos que los llevarian a su total perdición; en este instante comienza la historia del Chico de Ojos Azules y de La Chica de Ojos Verdes.

Ni aunque te fueses por toda una decada podria olvidarte —Pensó la pequeña adolescente de ojos verdes.
El chico lo sabía, lo sabía aun cuando ella no tenia el valor para decir aquellas palabras. Lentamente sin quitar la vista de sus ojos quito lentamente el cabello descontrolado que estaba sobre su cara, acaricio con pasión su mejilla, y seco la pequeña hubedad bajo sus ojos, pero ella bajo su cabeza. Con delicadeza, tomo su menton y en un susurro apenas audible menciono una simple palabra

-Mirame

Sin quitar la vista de aquellos ojos verdes, llenos de miedo y angustia, llenos de secretos. Solto su bolso y con su mano libre acaricio lentamente su cabello. La mano que estaba en su menton tomo su cuello con suavidad y la otra bajo de su cabello a su espalda. El miro sus labios con pasión, con amor, con dulzura, con pureza. Le asustaba ser "el otro chico", pero sus sentimientos ya no tenian barreras, la quimica se notaba a kilometros. Acerco su cara, ya hasta podía sentir la respiración de la ojiverde, y justo antes de que él juntase sus almas en un beso, ella lo detuvo.

-Necesito que me des un poco de tiempo, necesito solucionar mi vida primero. Nathaniel, me gustas. Solo quiero hacer las cosas bien y que nuestra relación no comience de una infielidad.

El al notar la pureza de sus palabras, sin miedo alguno, bajo la mano de su espalda a su delgada cintura, apego sus cuerpos con inocencia y la beso. No movio sus labios, ni sus manos, ni su cuerpo. Solo apego sus labios a los de ella, sin movimiento alguno la pasión irradiaba por todos lados. Entonces ella se puso de puntillas y tomando sus mejillas, continuo el beso como se debe. 
Mantuvieron sus caras apegadas, sintiendo la respiración del otro, hasta que Nathan tuvo que tomar el autobus para ir al ereopuerto.
Laurel luego de ver el bus irse se dio la media vuelta y emprendio su camino para volver a casa. Dio pisadas lentas para llegar a la parada de buses local. Pero Laurel se sentia vacia y con la responsabilidad de hacerlas cosas bien. Por lo que llamo a sus padres, les dijo que llegaria un poco más tarde para ir a visitar a Patrcik. "A Patrick" y no a su novio, como solía decir comunmente.
Caminó por la ciudad, con su camara colgando por el cuello y un cafe en su mano derecha. La gente caminaba rapido, el frio invadia las calles de Viña del Mar y su corazón palpitaba rapido. Se encontraba tan asustada. Tomo un sorbo de su café, estaba caliente y amargo, justo como le encantaba. Justo cuando faltaban cuadras para llegar a su destino, el miedo la evadio. No estaba lista. Tomo el autobus y se fue a casa. Aunque muy en el fondo sabía que estaba cometiendo un error, no tenía el valor para hacer las cosas.

Habían pasado exactamente cuatro días, cuatro días en los que Laurel evito a Patrick, le pidio a sus amigas que le dejaran sola para pensar y que además le dijeran al chico que no había venido a clases por ir a la casa de su abuela en el campo.
Mientras tanto Patrick se sentía triste, la chica que amaba más que a su vida lo estaba evitando, sabía que Laurel si estuvo yendo a clases, pero quiso darle su espacio. Patrick sabia que su novia era una chica con bastantes problemas, sus padres eran drogadictos y a pesar de tener mucho dinero, nunca pudieron darle una buena vida a su hija. Que los padres de Laurel tuvieran dinero, fue probablemente lo único que la saco de la miseria, ya que sin eso Laurel no hubiese podido dedicarse a aquello que más amaba; la fotografía y la literatura. Laurel era una chica lista, podía estudiar lo que quisiese, pero ella prefería lo artístico, prefería ver más allá de la rutina. Con el dinero de sus padres, Laurel había podido permitirse publicar su libro, pudo pagar la mejor camara y clases de fotografía, así como también tomo clases de escritura creativa y de lengua y literatura.
Laurel mantenía una relación muy cercana con su profesor de Lengua y Literatura, debido a que este mismo era su editor.
Cuando Laurel ya estaba en su clase, la que era de ingles, el profesor le pidió si podía ir a buscar unos diccionarios a la biblioteca.
—Claro.
—¿Necesitas que alguien te acompañe?
—No, estare bien. No me molesta subir y bajar las escaleras varias veces.
El profesor asintió con la cabeza y ella salio de aquella sala. Bajo las escaleras, dio exactamente 7 pasos y llego a la biblioteca.
Ya adentro sintio la calidez de la biblioteca y ese hermoso silencio. Al ver que nadie se encontraba en la oficina de la biblioteca decidio esperar.
Comenzó a mirar las estanterias de libros, llevaba bastante tiempo sin entrar a aquella biblioteca.

Cielos grisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora