11. ¡No sé lo que pasa!

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Capítulo 11.

—¡¿Estuviste con Noah?!— gritó May en medio del comedor, muchos se giraron para verla pero siguieron haciendo lo suyo.

—No grites May.— susurré enojada pero ella comenzó a comer rápido.

—¿Cómo quieres que no grite una persona sorprendida? Literalmente me acabas de decir que estuviste un día entero con él. ¿Haciendo qué?— lleno su boca de ensalada y reprimí un gruñido.

—Sólo...cállate.—

—Oh no, tú a mi no me callas. Me dices exactamente lo que hizo ¿De acuerdo?-

—No hizo nada.— ella no sabía lo de Cindy pero creo que es momento de contárselo.

—¿Qué mierda hicieron? Dímelo. Ya.— pinchó una carne y se la llevó a su boca.

—Fuimos en su auto...— me interrumpió.

—¡En su auto! ¡Te llevó en su auto!...maldito.— tomó agua exageradamente. ¿Cuál es la historia de estos dos?

—Fuimos a la casa...— me volvió a interrumpir.

—¡¿Te llevó a su casa?!— preguntó indignada y la agarré de los hombros.

—¡Déjame hablar!— la sacudí un poco y asintió dejando el agua en su mesa. —Fuimos a casa de Lisa. Lisa Morgan. Para hablar de algo.— murmuré. Literalmente se le cayó la mandíbula.

—Idiota.— se levantó del asiento con su bolso en manos y se dirigió a la salida del comedor con las miradas de todos.

¿Por qué se enfado tanto? Necesito saber que es lo que ocurrió con ellos dos.
Levanté mis cosas y las tiré al cesto de basura.
Caminé hacia la salida mientras un grupo de chicas me observaba. Las miré de reojo y eran las porristas con sus respectivos novios o perritos falderos detrás de ellas.

En mi primer día de clase, no me había fijado en aquello, pero ahora si. Estaban todos detrás de ellas y me imagino que en algún momento May estaba igual o Cindy.

No les tomé impotencia y seguí a May pero ella estaba corriendo para su auto.

—¡May! ¡Espera!— grité pero no me escuchó. Arrancó y se fue sin dejar nada atrás.
Era la segunda hora del día y ella se había ido. ¿Qué iba hacer sola?

—¿Me puedes explicar por qué estabas con Noah?— una voz se dirigió a mi oído e inmediatamente supe quién era.

—Lo que me faltaba.— giré sobre mis talones y allí se encontraba.
Serio con la mochila en su hombro, la mandíbula apretada por su enojo y sus manos en su bolsillo del pantalón.
—¿Por qué debería darte explicaciones?— me crucé de brazos pero justo en ese momento sonó el timbre.

—No irás a clases.—

—Tú no me dices que hacer.— caminé por su lado pero él agarró mi brazo.

—Vamos.— caminó a paso apurado mientras yo trataba de poner los pies firmes.
Mis cosas están allí.

—Suéltame.— golpee su brazo y mi vista se dirigió a su espalda.
¿Tenía mi mochila?
—¿Qué haces con mi mochila?—

No respondió solo siguió caminando hacia algún lado.
Nos dirigimos a una camioneta negra pero cuando giré la escuela ya no estaba detrás de mi.
En lugar de ella, había varias casas. ¿En qué momento habíamos salido tan rápido de la escuela?

—Ya basta idiota.— pateé su pierna y me soltó pero cuando me quise girar para correr, era demasiado tarde, me tenía abrazada de la cintura. Ni siquiera me dejó girar.

Híbrida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora