Capítulo 12: Cenizas y las aves

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"Cenicienta iba allí tres veces al día, a llorar y rezar, y siempre encontraba un pajarillo blanco posado en una rama; un pajarillo que, cuando la niña le pedía algo, se lo echaba desde arriba."

Cenicienta - Los hnos. Grimm

Ashley había vuelto a la hacienda con el sombrero dañado, los pies cansados y sus plegarias rogando por su vida.

—Madame seguro estará enojada

La puerta se abrió, dentro del recibidor principal estaban sus hermanastras y su terrorífica madre; aguardando por la joven sirvienta y aguardando romperla en mil pedazos por su estupidez.

—Ashley...

Dijo la madrastra con una voz engrosada y cruel

—Ashley, Ashley, Ashley.

La mujer sentada en el sofá le dio la orden a sus hijas de abandonar el lugar, mientras la mujer compartiría su sabiduría a su hijastra

—Les traje el sombrero, casi como me lo pidió.

—¿Casi?

—Era imposible que no le...

—Encontré el vestido purpura de Agatha en tú cuarto. 

—¿Que?

—Me mentiste... Cenicienta 

Un escalofrió recorrió la espalda de la joven; ese nombre, ese patético nombre 

—Presupongo que iras a la mascarada publica en la gran plaza

—Si

—Supongo que también es mentira que no estas viendo a alguien 

Ashley bajo su rostro al suelo, Madame clavó sus ojos en ella con una mirada irascible 

—Mira vamos a hacer una cosa. Tú deseas ir al baile ¿no?-- Madame se levanto de su sofá; puso el whisky en su mano al lado y se dirigió a la joven 

—Más que nada

—Entonces tengo una sorpresa para ti, tengo en la cocina una cubeta llena de lentejas que tiraré al fuego, si logras ponerlas de vuelta en la cubeta y terminar tus demás tareas a la hora, entonces podrás venir al baile con nosotras.

Ashley se alegró, solo tenía que apagar la chimenea, recoger las lentejas, preparar a las hermanastras, ordenar la cocina, prepararse un vestido y estaría lista; checo su espejo, eran las dos de la tarde, todavía había tiempo, todavía había tiempo.

—Buena suerte y no lo arruines —dijo la madrastra llevándose el vestido de la madre de la chica a algún cuarto

En cuanto la madrastra se fue Ashley se puso manos a la obra, se puso el cabello en una coleta, empezó a ordenar la cocina sin darse cuenta que un cuervo la había seguido desde su encuentro con Charles hasta la hacienda.

Desde la ominosa profundidad de su cámara en el palacio de Crystalfall, el marco de su espejo negro flotando en la nada, alegre de que ahora, conocía la debilidad de Charles, solo tenia que hacerla su marioneta y sería todo, Raeb sonrió.

—¡Shajae!

Su sirvienta apareció tras de él de inmediato.

—¿Si mi señor?

—Prepara un carruaje y dales la excusa a todos de que decidí dar un paseo turistico.

—¿Encontró la joven entonces?

—Encontré la solución al problema de la rebelión en este reino al menos.

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Historias Oscuras y Viejas  volumen 2 ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora