Prólogo: ¿Internado?

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- Estas de broma - le dije a mi madre con la cejas levantadas.

- No. Estoy hablando muy enserio - su cara expresaba total seriedad y enojo.

No lo iba a aceptar, mi madre se había vuelto completamente loca.

- No ire a ese internado, soy una chica. Te volviste loca madre. - estaba tan furiosa que mi tono de voz subió de volumen.

Ella me miró con esa cara que pone cuando le falto al respeto y esta muy cabreada conmigo. Esa.

- Eso lo hubieras pensado cuando golpeaste a ese chico y le rompiste la nariz.

Definitivamente se lo merecía, el muy idiota posó su asquerosa mano en mi culo.

- Si, lo hice y no me arrepiento. Ya te dije mi razón y no estoy de acuerdo que el retardado del director le valiera y me expulsara. -mi madre meneó la cabeza de un lado a otro con una rotunda decepción dibujada en la cara.

Vale, lo acepto, ya me han expulsado de varios colegios por hacer travesuras o por golpear alguien, que en mi opinión se lo tenían bien merecido. Si se meten conmigo me las pagan. Así de simple.

- Ya no quiero oír más quejas, se que ese chico no debió hacer eso, lo tengo claro, pero sabías que era tu última oportunidad, fue el único colegio que te aceptó, a pesar de tu historial y tú, señorita, lo arruinaste.

Mi madre seguía sermoneándome. Después de un rato dejé de escuchar lo que me decía, me importaba un cacahuate.

Haría otra cosa, no tenía porque cursar mi último año en preparatoria, podía trabajar, sí, si, eso era mejor, una gran solución.

- ¡Trabajaré! - afirme con determinación.

Mi madre se empezó a reír de mi. Pensaba que no podría hacerlo, pues se equivoca, soy muy capaz. Algo encontraría.

- No y punto, esa es mi última palabra, irás al internado Russo - dijo autoritariamente. Si que hablaba enserio, siempre terminaba perdonandome por lo que hacía, pero ahora no había ni una pizca de compasión hacia su única hija.

Se que le había discutido sobre esto toda la semana, pero no me iba a dar por vencida.

- ¡Mamá! - eso sonó bastante desesperado - es un internado de chicos y yo soy una chica, como crees que eso va a funcionar, no tiene sentido. Que tal si todos esos chicos son unos malditos pervertidos ¿eh? No lo has pensado. - dije sonando preocupada, tal vez así la convencería.

Ella se cruzó de brazos, me dijo que ya me había explicado todo y que todo saldría perfecto.

Todavía me acuerdo de ese día, me dijo que cuando llegará a casa me daría una noticia. El director del colegio donde iba me expulsó y le dijo a mi madre que no me aceptaría de nuevo en su instituto. Bastardo. Mi madre estuvo intentando que me aceptarán en algunos internados para chicas y otros institutos mixtos, en los que no he estado, pero ninguno aceptó. Al parecer tenía mala fama, ¡PFFF! que mierda. La cosa fue que cuando llegó ese día, me hizo saber que por fin me había encontrado donde cursar mi último año, donde podría corregirme y así ir a una buena universidad. Yo podría ir a cualquier universidad, tenía las mejores calificaciones, pero como todo, esta el pequeño problema de que soy un demonio, según mi madre y eso puede afectar mi estadía en la universidad. Había que corregir mi conducta y claro lo más importante tenerme en el colegio, estudiando. Bahh. Cuando me dijo que sería un internado pensé que no sería tan malo, pero cuando me dijo que era para chicos, me quede con cara de: ¡Jode madre, que demonios te pasa!. Al ver mi expresión, me empezó a explicar, que uno de sus estúpidos amigos de la universidad era el director del internado, por lo cual al verla tan desesperada, se le ocurrió la brillante idea de darme una plaza en su Instituto (notese el sarcasmo) si ella estaba de acuerdo. Claro que mi madre aceptó.

Después de todo lo que le rogué, a pesar de rebajarme a tal grado y pisotear mi orgullo, no logré convencerla. El domingo me llevaría al instituto Russo para señoritos.

¿Internado para señoritos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora