Prologo

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El mundo no es lo que las personas creen que ven.

El mundo es lo que las personas lo hacen ser.


Alguna vez todos han escuchado de islas flotantes, de mundos despedazados, de dragones, de dioses y ciudades doradas. Y todos han pensado que seria bueno, genial, interesante.

Bueno, déjenme decirles algo:

No es así...


Milenios atrás un extraño científico pensó como todos ustedes. El imagino mundos, universos enteros con esas cosas fantásticas que todos deseaban por lo menos ver una vez, esas cosas que podían forzar a los millonarios a dar todo su dinero a cambio de algo que no existía; esas cosas que movían a miles de personas en una dirección en común.

Ese científico que alguna vez vivió busco respuestas, busco esas partes de las historias de las que brotaban tan fantásticas creaciones, y un día, las encontró.

Cuentan que logro volverse inmortal y vivir hasta nuestros días, y eso se confirmo cuando el, en carne y hueso, abrió un portal entre los mundos. 


A ese portal le llamaron Yggdrasil.


La gente lo aclamaba, al fin todas las fantasías de los antiguos nómadas y los deseos de los mas poderosos se cumplían; Dragones, furries, incluso maquinas extrañas que aparentaban tener vida propia caminaban de la mano con los humanos.

Pero, hubo algo que las personas olvidaron, algo que recordaron demasiado tarde, y es que, así como en cualquier historia hay héroes y dioses, también hay villanos y demonios.

Entonces un día, las pesadillas que pocos abrían imaginado por venir, esas pesadillas que podrían volver loco a cualquiera, devoraron al mundo de poco a poco.

El primer día, duendes amorfos invadieron las ciudades mas habitadas y establecieron nidos abajo de la tierra.

La primera semana, los tan renombrados zombies cobraron vida.

El quinto mes, dragones acorazados y animales super-mutados invadieron el mar, el cielo y la tierra.

Y al pasar un año, eran pocos los humanos que, a pesar de todo, seguían vivos, y entre todos ellos, eran aun mas pocos los que seguían cuerdos.

Entonces, un día, todos ellos lograron unirse, tomaron todo el conocimiento que los que yacían en la tierra les habían dejado y forjaron algo que podría salvarlos. Esta maquina era la destructora de mundos,  una maquina de destrucción que prometía salvar a la humanidad. Y al ver su error, la desmantelaron. Se habían enfocado tanto en el mal, que no vieron el bien, y fue el pasado el que así los hizo ser.

Por su error, pagaron uno de los precios mas altos que podían pagar, la extinción. Mundos enteros colapsaron sobre ellos, y todos los animales que en estos había se alimentaron de sus restos.

Pero por suerte, había un microscópico rayo de esperanza escondido entre los universos.

Una flota gigantesca de capsulas flotaba en el vació, una flota llena de furrys, de semi-dioses y la pequeña pizca de humanos que aun quedaban.

Y en una lluvia de fuego, sembraron una nueva civilización en el suelo de una nueva tierra. No cometieron ningún error, pero aun ignoraban el mal que vendría a ellos en pocos años.

Levantaron ciudades y campos, crearon armas, fortalezas, se volvieron la mejor civilización que ese universo alguna vez había tenido. Pero su simpleza y modestia sorprenderían a cualquier persona que hubiera nacido antes de esa época.

Furrys, humanos, héroes, e incluso algunos demonios familiares vivían juntos en paz.

Y yo, yo era parte de ellos.




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