Capitulo 2-(Parte 4)

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Después de un rato de haber estado allí volví a la cabaña.Había dejado a la loba allí, pero apenas me estaba levantando esta se despertó y me siguió hasta la casa, bastante silenciosa.

Al llegar me encontré con que una de las ventanas estaba rota, y que, al parecer, alguien había entrado. Cargue el rifle y abrí la puerta con cuidado, siempre apuntando hacía el frente. Me encontré algo extraño, y es que, todo parecía estar en su lugar, excepto por algunos cajones abiertos, y ahora que lo pienso, la puerta no estaba forzada, y por como estaba la ventana, sería extraño que alguien hubiera entrado. Nadie había entrado, al menos nadie ajeno.

Seguí caminando, con la loba detrás de mi y el rifle colgado en la espalda, me acerque a la ventana que estaba rota, que justo daba a la cocina, había una taza volteada en la mesa, derramando un poco de café y había un delgado rastro de sangre. Era obvio que algo le había pasado a Addie. Seguí el rastro hasta el baño y abrí la puerta, y allí estaba, Addie, en la bañera, apretándose uno de sus brazos, mientras corría sangre de este.

Tome las gasas que teníamos escondidas en el baño y le pregunte que paso, me dijo que alguien le había disparado, pero al no haber ruido, lo mas probable es que hubiera sido un rifle de postas, de balínes. Con unas pequeñas pinzas le saque el balín, le enjuague la herida y le puse una gasa y una venda para evitar que siguiera sangrando. Tranquilice a Addie y la lleve a su cuarto, acostandola en la cama, volví a la cocina por café y se lo lleve, dejandoselo en su mesa de noche. Me levante y apague todas las luces de la casa, deje a la loba en la sala y volví con Addie, con otras dos tazas de café en mano, en caso de que ya se hubiera acabado el suyo.

Sentado a su lado, algo preocupado por ella, le empece a contar bromas e incluso le leí un cuento de un libro que ella tenia al lado de la cama. En cierto momento, Addie sonrió y ladeo la cabeza, mirando por la ventana de su cuarto, mientras yo le decía que todo estaba bien. En mi mente, esperaba que la gruesa capa de vidrios que habíamos puesto en los cuartos resistiera el impacto de otro balín.

Después de un rato ella me miro y me jalo hacia la cama. Me senté al lado suyo y ella se recostó en mi, quejándose un poco por su hombro. Me empezó a contar cosas que recordaba de cuando eramos pequeños, o cosas que su papa le ensañaba, el era veterinario, creo. Se paso un largo rato hablando sobre eso, sonriendo nostalgicamente mientras recordaba que solíamos hacer juntos.

En un momento ella se acostó, invitándome a hacer lo mismo. Una vez que ambos estábamos bajo las cobijas, ella se acurruco en mi, haciéndose bolita, escondiendo su cabeza en mi pecho. Rápidamente se quedo dormida. La cubrí bien y la abrace, durmiendo a su lado.

Poco sabía yo que esa persona que le había disparado, seguiría intentando matarla, una y otra vez. Menos sabía aun, que tal vez, algún día, esa persona lo lograría.

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