2.

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Lauren miraba embobada a la mujer de cabello largo castaño con algunas hebras más claras, casi rubias, la cual había decidido cambiar un poco su apariencia con aquello. Tenia su cabello amarrado en un moño desordenado con aquellos palitos chinos que la pelinegra no tenia ni idea de como se llamaban mientras hablaba por el celular y terminaba de prepararse su desayuno andando por la cocina en un culotte con dibujos de dinosaurios y una camiseta blanca.

Los niños habían sido llevados a clases hace unas horas y al llegar Lauren decidió tomar otro descanso cuando vio a su esposa plácidamente dormida.

Ahora simplemente agradecía que aquel día era libre para ella.

Camila se había despertado en el momento justo que escucho la ducha de su habitación y no dudo en acompañar a la boxeadora para luego pedirle que la acompañara al trabajo y poder invitarla a comer. Sin rechistar Lauren había aceptado y ahora se encontraba en la luna mientras veía a su esposa hablar del trabajo con Dinah, si no se equivocaba.

La modelo dio la vuelta dandole una sonrisa a la pelinegra la cual correspondió sin problemas y tomo aquella taza frente a ella de café, que la misma Camila había puesto, dandole un sorbo mientras volvía a mirar a la latina preparar el suyo.

Varias conversaciones después y cambios de ropas ambas mujeres salían de aquella casa con rumbo hacia el trabajo de la morena. Ambas con la misma ropa, jeans clásicos con varios rotos en sus piernas, camisetas blancas y chaquetas de cuero con la diferencia que Camila tenia unos converse blancos y Lauren sus botas militar.

La ojiverde no dudo en ir al lado del copiloto de aquella Range Rover y abrirle a su esposa para luego caminar a su asiento. Y unos treinta minutos después se encontraban estacionadas en el gran edificio y caminando hacia la entrada robándose las miradas de los que pasaban, salían, entraban y trabajaban.

Cada empleado que trabajaba allí, cada modelo e incluso los de seguridad debían aceptar siempre que les encantaba cuando su jefa iba con su esposa al trabajo, tal vez porque se veían extremadamente bien juntas, tal vez porque hacían una pareja poderosa e increíble o simplemente podía ser ambas. Incluso algunos de ellos, aunque lo quisieran negar y no podían, desearían tener aquel puesto que tenían sus pequeños pues podían jurar que ser hijos de aquellas mujeres debía ser increíble.

La recepcionista saludo a ambas con una sonrisa y ninguna de las personas que se cruzaban en el camino de ambas seguían de largo sin un saludo de la morena. Cuando el ascensor llego aquel piso donde se encontraba la oficina de la castaña, Lauren no dudo en sonreír y toser un poco para esconder su risa cuando sintió como Camila buscaba su mano y entrelazaba sus dedos pegándola más a ella cuando pasaron al lado de la secretaria de esta.

Y mientras todo aquello pasaba una mujer de cabello castaño, facciones latinas y extremadamente hermosa se despertaba mirando la hora que marcaba su celular en aquella mesa de noche a su lado y no dudo en caminar hacia el baño para hacer su rutina mañanera, no sin antes dejar un beso en la cabeza de aquella pelinegra que dormía plácidamente a su lado.

Al terminar camino hacia la puerta de su habitación abriendo esta de manera suave y despacio mirando a ambos lados del pasillo y suspirando sabiendo que no había moros en la costa para dirigirse a la cocina con pasos cuidadosos y silenciosos. Reviso bien cada vez que daba la vuelta en cada esquina pero sobre todo reviso cada rincón de la cocina confirmando que no se encontraba aquella demonio pequeña que tenían por hija.

Comenzó hacer el desayuno y veinte minutos después se encontraba revisando la mesa por debajo cada vez que llevaba algún plato. No escucho aquellas pisadas y mucho menos se fijo en la mujer recostada en el marco mirándola con una sonrisa burlona mientras negaba. Era una pelea constante entre Lhena y Veronica, no sabia cual era peor.

K.O (II)| CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora