17.

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Lo supe desde el momento en que había recibido aquel mensaje de parte de mi esposa, que algo no andaba bien. Mi pecho dolía, y las lagrimas en mis ojos hacían que el camino fuera más largo debido a que era mucho más complicado el recorrido ya que hacían mucho más difícil el ver.

Mis manos temblaban haciendo mucho más difícil el que pudiera abrir la cartera para entrar las llaves del auto. Cerré mis ojos respirando profundo, debía calmarme.

La recepcionista al mirarme sonrió triste, señalándome el pasillo que debía seguir cuando respondí a su saludo con el nombre de Lauren.

Ya veía su cabellera negra y larga, su cuerpo estaba un poco encogido mirando a través del ventanal, y con sus brazos cruzados se dio media vuelta al escuchar mis tacones hacer eco mientras más me acercaba.

Y si lo supe al recibir el mensaje, al ver los ojos rojos de Lauren, y algo hinchados, y su labio inferior temblar mientras negaba. Todo aquello de su parte me lo había reafirmado.

Camz... lo siento mucho, mi amor — Hablo en un hilo de voz tembloroso.

Entonces decidí sentarme y llevar mis manos a la cara, y esconderme allí mientras mi cuerpo temblaba y las lagrimas salían sin parar. Mi llanto era cada vez más evidente, resonando a través de mis palmas.

Trataba de pararlo, de que fuera menos fuerte, pero era en vano.

Lauren decidió llevar su mano a mi espalda y fue la señal suficiente para abrazarla por la cintura enterrando mi cara en su abdomen, este haciendo de pared para que mi llanto fuera menos evidente.

Escuche una puerta abrirse y a Lauren sentir moverse.

Señora Jauregui — Lauren me apretó más a ella, mientras con su mano libre seguía acariciando mi espalda — Nos encargaremos de todos los tramites para dar de baja al microchip de Nala, y poder registrar la muerte en la base de datos. Aquí les dejare un documento el cual puede especificar si desean hacer un entierro en un cementerio de mascotas o una incineración — Aquello hizo que mi llanto, el cual había bajado, volviera a intensificarse — Tómense el tiempo que deseen — No escuche a Lauren responder, ni mucho menos vi si asintió.

Solo escuche cuando el veterinario se había alejado hasta entrar algún lugar y cerrar la puerta.

Lauren aún continuaba acariciando mi cabello, mientras mi llanto ya había dejado de escucharse, pero las lágrimas no habían dejado de caer.

Después de aquello el resto del día había pasado en un abrir y cerrar de ojos. Ambas estuvimos de acuerdo en inclinarnos más a la incineración. Y sabía que el paso difícil no era aquel, el difícil seria nuestros hijos.

Cuando había llegado ese momento, agarraba el collar junto con la mano de mi esposa, tomándola como apoyo. Mi corazón se partió muchísimo más al ver como Amelia no se movía, ni mucho menos se escuchaba su llanto. Pero si como su barbilla temblaba y sus hermosos ojos verde olivo, estaban rojos e inundados de lágrimas.

¿Quién dormirá conmigo, mami? — Susurro mientras su labio inferior temblaba.

No supe como responder por unos segundos. Pues cierto que Nala le gustaba muchísimo dormir con nosotras, pero amaba demasiado dormir con mi hija. Por esa razón, tuvimos que hacer puertas para perros, en ambas habitaciones, debido a que la pequeña Nala se pasaba luego de cierta hora hacia la habitación de nuestra hija, o simplemente estaba allí desde un principio.

¿Qué tal si duermes con mamá y conmigo por unos días?, ¿Mhm?, ¿Te parece? — Hable suavemente mientras acariciaba su cara, al agacharme para estar a su altura — También puedo ir a tu habitación y dormir contigo, solo tu y yo, ¿Te parece? — Me miro, y sentí como mis ojos se llenaban de lágrimas.

K.O (II)| CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora