seis

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    Su madre le observaba inquebrantable mientras un paño con agua tibia era exprimido por la curandera en su hombro izquierdo. Eran agua medicinales con hierbas que aliviarían el dolor de su brazo izquierdo y de sus costillas.

—Pudiste haber muerto, fue un acto muy imprudente de tu parte ir al bosque sin protección, Marinette, ya no sé cuantas veces debo repetírtelo—de forma neutral su madre expuso, cansada, tanto que ni siquiera le gritó.

    Su semblante decepcionado la estaba matando por dentro.

—Lo sé, no tengo excusas para mi arrebato del día de hoy, lo lamento, madre—honesta se disculpo mientras bajo la vista hacia el suelo, los zócalos de cerámica nunca se vieron tan interesantes. Cuando sintió un dedo bajo su mentón alzo su cabeza, los ojos de su madre se notaron comprensivos.

—Sé que no puedo mantenerte encerrada y segura en éste castillo como me gustaría, pero debes saber que tampoco puedo darme el privilegio de mandarte al exterior con facilidad, ¡mira lo que ha pasado hoy! ¿Cómo no puedo estar segura de que algo así se repita en un futuro? Por ello debes quedarte aquí, Marinette, no es capricho mío.

—Madre, lo sé, prometo escucharte, pero... si Nathaniel pudo ser un traidor, ¿cómo no podemos esperar que no haya más guardias que lo sean?—Cuestionó con inseguridad mientras su madre se alejaba y le daba la espalda.

—Jamás vuelvas a dudar de los guardias, Marinette, el tal joven Kurtzberg habrá sido una excepción pero debes aprender a confiar, no todos son así—espetó con dureza y Marinette frunció el ceño, hastiada.

    Ella no confiaría en nadie que no fuera Alya.



—¿Crees qué hice bien? Al matarlo, me refiero—expresó mientras se acurrucaba entre sus frazadas, Tikki voló cerca de su rostro y le dio una sonrisa tranquilizante.

—Marinette, intentó matarte, creo que estabas en todo tu derecho hacerlo—aseguró y ella asintió, intentando convencerse así misma de que no había hecho nada malo.

—Por cierto, ¿recuerdas qué había alguien más allí?—Inquirió y el kwami asintió.

—Probablemente habrá sido Chat Noir—dedujo calmada, Marinette abrió sus ojos incrédula.

—¡Chat Noir!—Exclamó pasmada y un guardia al instante abrió su puerta.

—¡Princesa, ¿está bien?!—Iván cuestionó, Marinette se había sentido mucho más segura si el robusto hombre la vigilaba, ella asintió avergonzada.

—Sí, perdona, Iván, suelo pensar en voz alta—se excusó y confundido el guardia asintió para luego retirarse—. ¿Cómo sabes que era él?

—Bueno, el miraculo de la destrucción debe haber sido entregado por alguien de uno de los cuatro reinos por lo que especulo que anoche, entre las sombras y el silencio, el único lo suficientemente ágil para poder camuflarse tan exitosamente de Ladybug habrás sido Chat Noir—confesó y Marinette se sintió atónita.

—Así que... la otra noche, en el baile, ¿lo conocí?—Inquirió sorprendida y Tikki asintió.

—Sí, para mi fue una sorpresa escuchar que se introdujera con ese nombre, pero le resté importancia hasta hoy. Ahora debo decir que sus orejas no debieron sorprenderme, seguramente estaba transformado en el baile—explico y Marinette hundió su cabeza en su almohada, incrédula.

—Estaba transformado en el baile, vaya, ahora entiendo porque esos ojos se me hicieron tan familiares... un momento, ¿por qué estaba espiándome? Y lo más importante, ¡¿por qué no hizo nada para detenerlo?!—Irritada la princesa exclamó mientras se sentaba en su cama, Tikki rió al observar el cambio de su humor.

La princesa Marinette.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora