Luego de mucho tiempo fue la primera vez que Marinette salió al pueblo junto con su madre, la princesa le había expresado sus sentimientos acerca de estar encerrada todo el día y como necesitaba algo de aire, su madre, al ver como su hija pareció esforzarse duramente por no volver a escabullirse y en cambio recurrir a ella para su permiso aceptó, y hasta ofreció acompañarla en el acto. Su hija nunca se vio tan feliz.
El gran carruaje real era visto por la gente con curiosidad mientras se movía por las calles. Marinette bajó en varios lugares, desde panaderías hasta modistas, a las cuáles halago con veracidad. Su madre acompañó a su hija seguida de dos guardias en todo momento, sin querer perderla de vista, aún algo asustada de que algo pudiera pasarle. Si solo supiera que su niña ya estaba creciendo.
—¡Viste sus costuras! Y esos diseños, madre, simplemente me quitaron el aliento—expresó maravillada luego de que habían salido de la tienda de la modista, los vestidos en el escaparate eran bastantes llamativos.
—Los he visto, hija mía, si gustas podríamos albergar una diseñadora de vestidos en el castillo que te enseñe—expresó y Marinette asintió, radiante y expidiendo alegría.
—¡Eso sería fantástico!
No lo era, se la pasó pinchándose el dedo y lastimándose con la aguja. Sabrina Raincomprix se notaba de su misma edad pero mucho más paciente de lo que ella pudo ser alguna vez, hasta más comprensiva que Alya.
—No debes temerle a la aguja, o sino te pincharás peor—expreso mientras le mostraba como ella comenzaba a coser con destreza, Marinette hizo un puchero.
—Es difícil, pensé que sería fácil el manejo, digo, antes había confeccionado un vestido y me costó el doble de trabajo coser por los pinchazos pero no he hecho nada más y he perdido práctica—se lamentó y Sabrina sonrió, comprendiendo.
—Usted lo ha dicho, princesa, perdió práctica, solo siga intentado.
Marinette asintió nuevamente entusiasmada.
Cuando su sesión acabó ella comenzó a bosquejar algunos diseños en un pequeño libro, éste diseño era mucho más dinámico y atrayente que los demás, inspirándose en Ladybug.
Al día siguiente Marinette no comprendía porque el castillo repentinamente se notó tan silencioso y lúgubre, los guardias parecía estatuas a medida que ella caminaba y el único ruido presente era el de los tacones de sus zapatos cuando entraban en contacto con el suelo. A medida que avanzaba y llegaba al comedor sintió como si realmente no debiera ir, pero de todas formas una fuerza desconocida la obligó a continuar. Su madre ya se encontraba sentada en la mesa, mientras parecía leer una carta, su rostro se encontraba desfigurado.
Marinette temió lo peor.
—Tu padre será trasladado nuevamente al castillo, ha sido herido en combate pero la guerra está siendo ganada, el rey Gabriel Agreste quiere que enviemos a alguien de confianza para determinar los acuerdos de paz que tu padre le ha propuesto—contó de forma uniforme mientras dejaba la carta nuevamente en la mesa, notándose ausente.
—¿Paz? ¡No! Si estamos ganando la guerra deberíamos seguir luchando, ¡su reino debería reducirse a cenizas!—Con una creciente furia expresó mientras golpeaba la mesa con un puño, su madre no le observó.
—Marinette, mantén tu compostura, eres una princesa. ¿Cómo puedes decir semejante atrocidad? ¿Acaso quieres que la gente inocente del Reino del Sur pague por las impertinencias de su rey?—Cuestionó mientras levantaba la vista hacia su hija, quién parecía arder en llamas.
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La princesa Marinette.
FanfictionCuando dos reinos comienzan una guerra los que más sufren son las personas que residen en los reinos... y los hijos reales.