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Connor se ocupó de conducir de nuevo, pero esta vez hasta el distrito de Ravendale, justo donde el policía Miller nos indicó que se encontraba aquella AX-400. Miro por la ventana, dándome cuenta de la gran cantidad de agentes que estaban peinando el vecindario, era más importante de lo que pensaba. A ver, era una sola androide, ¿qué peligro había? Estaban muy aburridos, sin duda.

—¡Por Dios! —Refunfuña Hank desde el asiento trasero a la vez que observaba extrañado la escena al igual que yo. —¡Aquí hay gente para aburrir! —Cruza los brazos sobre el estómago como un niño pequeño y yo rio ante su gesto.

—Venga, vamos abuelo, haz un último esfuerzo. 

En cuanto aparcamos abro la puerta del coche y el frío aire del exterior mezclado con la lluvia choca contra mi, haciéndome temblar ante el cambio de temperatura. Busco con la mirada al oficial encargado y en cuanto logro localizarlo obligo a Hank a salir del coche para que me acompañara a hablar con él. Al llegar, inmediatamente nos proporciona la información conocida hasta el momento del caso, que por cierto, no nos ayudaba básicamente en nada para saber donde se encontraba. Simplemente nos comenta que la androide golpeó a su dueño en la cabeza y después se dio a la fuga de la vivienda montándose en el primer autobús que llegó y acabando en este distrito probablemente sin desearlo. Si tan peligrosa es no me cuadra que simplemente le haya dado un golpe en la cabeza, si hizo algo así una divergente debía de tener alguna razón, estaba convencida.

—Vale. Avísame si se enteran de algo. —Habla Hank sin ninguna emoción aparente intentando dar por terminada la conversación.

—¿Qué vas a hacer con eso? —Dice el contrario a la par que señala a algo con desprecio.

Miro a mi espalda, justo donde había señalado, y veo que Connor nos observa parado delante del automóvil quieto, sin apartar la mirada. Qué lindo es. Me giro y fijo mis ojos en los del oficial con el ceño fruncido, me había chirriado esa forma de dirigirse hacia mi compañero. ¿Qué necesidad había en tratarlo así?

Hank abre la boca, seguramente para decir una de las suyas, pero yo me adelanto:

Eso —hago comillas con mis dedos—  tiene nombre y se llama Connor. —Respondo con voz áspera y amarga aun sin pretenderlo. —Intente guardar un poco de espeto para la próxima, gracias.

Sin decir nada más me doy media vuelta para acercarme a él, dejando al señor prácticamente mudo. En cuanto me encuentro delante del androide no puedo evitar cerrar los ojos y suspirar de cansancio llevándome la mano a la frente, solo quería tirarme en el capó del coche como una estrella de mar y no hacer nada más, solo dejar el tiempo pasar.

—Seguimos sin saber adónde ha ido, esto es estúpido, no vamos a llegar a nada. —Refunfuño.

—Detective, estoy seguro de que la androide no tenía un plan, ni un sitio adónde ir. Puede que no fuera lejos. —Asiento no muy convencida. — Actuó por miedo. —Afirma.

—¡Ja! Los androides no sienten miedo. —Dice Hank apareciendo de la nada.

—Bueno, según lo que leí los divergentes sí. —Respondo como si fuera lo más obvio y natural del mundo.

Connor lleva una de sus manos a su barbilla, tal y como suele hacer suele hacer cuando piensa.

Repentinamente y sin dejar al androide exponer las posibles teorías de la situación, uno de los agentes que vigilaban el vecindario se acerca a gran velocidad a nosotros con los ojos como platos y con la respiración entrecortada. Me quedo mirándolo sin saber que hacer hasta que nos alerta:

—¡Van hacia la estación de tren! —Exclama con nerviosismo.

Connor me mira a los ojos con una gran determinación y en ese momento entiendo que sea lo que sea lo que pretendía hacer debía acompañarlo. Se precipita a gran velocidad a la localización que el agente nos indicó y yo no tardo demasiado en reaccionar y en seguirlo lo más rápido que podían mis piernas. Si no nos dábamos prisa la androide escaparía y fallaríamos en nuestra misión. 

Comienzo a cansarme y es en ese momento me arrepiento de haber dejado el gimnasio el año pasado y haberlo substituido por galletas, pero aun así no reduzco el ritmo. 

A medida que nos acercamos llego a distinguir a la supuesta divergente, ya que antes estaba simplemente siguiendo a Connor sin saber a quien perseguíamos realmente. Fijando más mi vista en ella me doy cuenta de que no estaba sola,  iba acompañada de una niña. ¿Qué hacía una niña tan pequeña a su lado? No parecía un secuestro ni mucho menos. Como me gusta complicarme y a mi cerebro le gusta solucionar problemas, empiezo a pensar a la velocidad del rayo en qué hacer. Realmente algo  no me cuadraba desde el principio, y más ahora al ver que estaba a cargo de una niña pequeña. ¿La estaba cuidando? A saber, pero que sí era evidente es que no era una rehén, no la trataba como tal. Por nuestra persecución absurda podríamos hacerle daño no solo a la niña, sino a la androide. Vuelvo a la realidad cuando casi me choco contra un ciclista, haciendo que perdiéramos el equilibrio tanto él como yo.

—¡Connor! —Chillo con el poco aire que llenaba mis pulmones.

No se gira. Lo insulto mentalmente e intento augmentar el ritmo, serpenteando entre los viandantes para intentar colocarme a su lado.

—¡Están allí! —Vocifera un agente parado en la acera indicando con su dedo un callejón a la derecha.

Me pongo más nerviosa al cruzar la esquina y ver que al fondo de ese callejón se encontraba una cerca metálica de más de dos metros que separaba la autopista dela calle y aun con todo el peligro de pasar al otro lado la androide y la niña estaban escalándola para escapar de nuestra caza.

Una idea algo estúpida pero posiblemente eficaz me pasa por la cabeza. Era ahora o nunca.

Vuelvo a chillar el nombre de mi compañero, pero esta vez tan fuerte que seguro que todo el distrito fue capaz de escucharme. Este gira su rostro y baja la velocidad de su carrera para ver que demonios me pasaba con una expresión confundida. Es en este momento cuando saco fuerzas de flaqueza, lo alcanzo y lo placo, cayendo ambos contra el suelo.

En cuanto choco contra el helado asfalto alzo mi cabeza para poder asegurarme de que estaban escapando y que el comerme el suelo había valido la pena. Tanto la niña como la divergente me miraron durante unos segundos a través de la cerca sin entender demasiado el por qué de mi acción, aun así la androide agachó su cabeza en forma de agradecimiento y bajó a la autopista en cuanto vio la figura de Hank aproximarse a nosotros.

—¡Hey! —Se coloca a mi lado evitando a Connor y haciéndole caso omiso. —¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?

Todavía tirada en el suelo y frotándome la rodilla derecha por el escozor de la posible herida que me había hecho, asentí. Miro a mi compañero. Connor me observaba con un notable desconcierto. Algo me decía que iba a montarme el numerito del siglo por ocasionar que él fallase en la misión. 

—¡Joder! Esto es de locos... —Susurra Hank mientras ayudaba a levantarme.

Y vaya que sí lo era.



Nota de la autora: Aló (?) Como han podido comprobar soy un chorizo al intentar escribir escenas de "acción/persecución", ¡pero daré lo mejor de mi! Gracias a la gente nueva que deja sus comentarios y sus estreshitas, los tengo muuuy en cuenta y me emociona ver que están ahí capítulo a capítulo♡♡♡. 

Igual que dije con el anterior, no sé con exactitud cuando actualizaré, como siempre será según la acogida de este, así que si te ha gustado no dudes en darle amor para que actualice ♡.

ᵃʳᵗᶤᶠᶤᶜᶤᵃˡ ˡᵒᵛᵉ ||| ᵈᵉᵗʳᵒᶤᵗ: ᵇᵉᶜᵒᵐᵉ ʰᵘᵐᵃᶰ ((en pausa)) ((editando))Donde viven las historias. Descúbrelo ahora