❝ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ɪɪɪ❞

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«ᴜɴ ᴀᴛᴀǫᴜᴇ ʀᴇᴘᴇɴᴛɪɴᴏ»

      William Herondale tenía experiencia de sobra despidiéndose, había pasado por esos momentos las suficientes veces como para saber qué debía hacer y qué no, cómo comportarse y qué decir. Pero justamente ahora no tenía palabras; enmudeció con rapidez y había decidido perderse en sus pensamientos. Las palabras de Ángela seguían danzando en su mente hasta grabarse con fuego para jamás olvidarlas. Se iba, su única amiga lo estaba abandonando. El sentimiento de la traición aguijoneaba su pecho con desesperación.

      Contuvo la respiración y de repente empezó a recordar todas las situaciones que había vivido con Ángela y se arrepintió; lamentó lo tosco que se había comportado con ella, todas aquellas veces que la había visto llorar por culpa suya y cada segundo que había intentado alejarla de él. Pero ella no sabía la verdad y tampoco planeaba decírselo, no serviría de nada y mucho menos en ese instante. Ahora todo se desmoronaba. Tuvo que decirle adiós a su familia para no herir a nadie más y de nuevo se encontraba en una situación similar. No quería despedirse de ella, ¿por qué habría que hacerlo? Empezaba a creer que la idea de mudarse a Italia había tenido algo que ver con él, al menos un poco, por todo lo que la había hecho sufrir.

      «Por el Ángel, ¿qué hice?» Se lamentó.

      Las ganas de llorar no faltaron.

      Will permaneció inmutable por al menos unos cinco minutos más, observando a Ángela fijamente con ojos exaltados y postura tensa, visiblemente perturbado. Ella estaba segura que aún respiraba, puesto que su pecho subía y bajaba lentamente, pero no tan segura de que su amigo siguiera conectado a la tierra.

—¿Cuándo te irás? —preguntó apenas audible.

—Oh, bueno... —balbuceó nerviosa—. En dos semanas.

—¿Y por qué? —Will parecía estar recuperando la postura lenta y progresivamente.

—A mi tía Callida se le ha ocurrido que sería mejor que yo estudiase en Italia, ya sabes, es uno de los mejores Institutos que existen, y cree que es una buena idea que me instale en Roma un tiempo.

—Pero tú no permitirás que te lleve, ¿verdad? —La mirada ansiosa de Will no ayudaba a que ella se sintiera mejor.

—Es...

—Le notificaremos a Charlotte que no estás de acuerdo y que vas a quedarte. —Cortó él rápidamente saltando de su asiento y poniéndose en marcha para salir de la habitación a cumplir lo demandado, arrastrando a Ángela del brazo en el proceso.

—¿Qué? No haremos eso —replicó ella antes de que Will corriera por los pasillos y se soltó del agarre de un pequeño tirón.

—¿Y por qué no? —inquirió él a la defensiva.

—Porque no hay vuelta atrás, ya está decidido.

—¡Pero...! —Empezó a gritar.

—¡La Clave le cedió la custodia completa! Ahora es ella quien está a cargo de mí, Lottie no puede decidir ni actuar en contra del plan de mi tía porque ya no tiene el derecho de hacerlo —explicó antes de que Will iniciara alguna de sus habituales quejas e insultos muy impropios en alguien tan joven.

      «Debes hacerlo, Will. Es por su bien» Se dijo mentalmente.

—¿Y tú no harás nada? —Ángela permaneció en silencio y bajó su mirada al suelo, totalmente apenada—. En realidad no quieres hacer nada para evitarlo, vas a abandonarnos. —Dedujo Will asintiendo con la cabeza en gesto molesto.

Ángel Caído | JEM CARSTAIRSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora