Mi padre me suplicó que lo llevara a un centro medico especializado, en Ginebra había uno bastante caro, pero ninguna cantidad de dinero significaba algo si mi padre no estaba. Ellos aseguraban que lo podrían curar, que habían encontrado el tratamiento para la enfermedad, estuvo durante 2 meses en la Clínica Beau-Séjour, al principio parecía que realmente le hacía bien el tratamiento, pero después pareció que se hizo inmune al mismo tratamiento. El patógeno era tan fuerte que logró expulsar la cura, mi padre no iba a sobrevivir, yo no podía estar con él, no permitían que me acercara a más de un vidrio de distancia, me partía el corazón saber que mi padre estaba ahí, solo.
Continué con el trabajo en el laboratorio, cada vez estaba más cerca de descubrir la fórmula de la nueva agua. Eso me ayudaba a olvidar el estrés que mi padre me hacía sentir, y la culpabilidad de no tenerlo en el laboratorio conmigo, de no poder cuidarlo por mí mismo. Una de esas noches frías en el laboratorio pensé algo que nunca había venido a mi mente. ¿Yo pasé una semana con mi padre, cómo es posible que no me contagié? Entonces lo entendí, yo era inmune. Ahora la respuesta era clara, por fin había luz al final del camino, a primera hora de la mañana siguiente iría a la Clínica y me traería a mi padre, así, podríamos hacer el experimente y estudio del que tanto habíamos estado hablado.
(Suena el teléfono) -¿Bueno?- dije más dormido que despierto, mientras veían en el reloj que eran las 2:15am.
-Sr. Colleman, le hablamos de la Clínica Beau-Séjour, es sobre su padre, debe venir inmediatamente, está muriendo. -me dijo una voz amable y entristecida por el teléfono.
Tomé mis llaves, subí al auto y conduje hasta la clínica lo más rápido que pude. Los ojos se me inundaban de lágrimas, me dolía el pecho, era un dolor casi insoportable. Cuando logré llegar a la clínica corrí lo más rápido que pude hasta la habitación de mi padre, sentía como el pecho me ardía después de haber subido 3 pisos lo más rápido que pude.
-Sr. Colleman... lamento informarle que ha llegado tarde, su padre ha fallecido.- dijo la misma voz que había escuchado por el teléfono.
Mi mundo se desmoronó, pese a que solicité el cuerpo de mi padre para darle santa sepultura no me lo entregaron, me dijeron que era más peligroso manejar un cadáver contaminado. Así que me fui al laboratorio sin mi padre y sin mi vida. Me senté en el suelo, pegando a la puerta de metal de la habitación sin ventanas. Mi vida ya no tenía sentido, entré en razón de que no tenía esposa ni hijos, en cambio tenía 39 años, ojeras oscuras y una gran barba que no afeitaba nunca, había dedicado mi vida a mi padre y al laboratorio, pero yo no viví, ahora no tenía a mi padre, así que decidí, con gran dolor en mi alma, cerrar el laboratorio.
El proyecto de salvar la tierra simplemente ya no me interesaba, estaba tan enojado conmigo mismo que olvidé la razón por la que gasté tantos años de vida en ese proyecto. Regresé a la vieja mansión, la limpié y arreglé, visité el muelle y recordé que de niño siempre había querido dibujar, así que fui en busca lo que sería mi nuevo pasatiempo. Al menos eso creí por un tiempo, todo parecía bueno, parecía tranquilo, era como si hubiera olvidado el fin del mundo y la enfermedad que azotaba el Planeta Tierra, eso hasta que sonó el teléfono.
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La Cúpula de la Tierra
Science FictionVéase como narración extraordinaria, un cuento futurista, o una inminente realidad que el ser humano va a vivir.