Un Grito Desesperado

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-Diga. -Atendí el teléfono de mala gana .

-Sr. Colleman, habla Wilfred Crowford, presidente de la Organización de las Naciones Unidas, primero quiero externar mis condolencias por la muerte de su padre, era un gran hombre.- Me dijo el hombre con un tono amable.

-Si solo llama para eso pues le agradezco pero no tengo tiempo para lamentaciones señor Crowford. - Le respondí de una manera tajante. 

.No Joan, ¿puedo llamarle Joan?, le llamo para un asunto más importante que la muerte de su padre, necesito que usted venga a Suecia, específicamente a Estocolmo, tenemos una reunión importante y requerimos su presencia.-Me dijo con un tono más serio.

-¿Usted pretende que yo viaje de Ginebra a Estocolmo? A mi no me interesa regresar al lugar donde ustedes despreciaron a mi padre, además ya estoy retirado.- Le contesté yo de mala manera.

-Sr. Colleman, Joan, su padre antes de morir nos envió una carta explicando sus hallazgos científicos y en ella aseguró que usted era la única persona que podría salvar a la humanidad. Hemos visto cosas tremendas además de la enfermedad, además ya han pasado 10 años desde la muerte de su padre, es hora de seguir con su vida, la humanidad lo necesita. -Me respondió en un tono compasivo.

-¿Y a usted le tomó 10 años poder darme las condolencias por su muerte? ¡Qué sin vergüenza! Mi padre le envió esa carta hace 10 años y usted llama 10 años después.-Le repliqué.

-En ese momento no nos pareció importante, no lo creímos cierto, pero nos equivocamos, y tenemos pruebas de ello. Por favor, venga en dos días a Estocolmo, de usted dependemos.- Me dijo antes de colgar la llamada. 

Esa noche no pude dormir pensando en sí debía ir o no a aquella reunión, pero soñé con mi padre y en el sueño el me decía que debía presentarme. Así que tomé lo necesario para mi viaje y partí hacia Estocolmo. No fue un viaje demasiado largo, en el 2010 habían demasiado medios de transporte rápidos. Cuando llegué vi el mismo edificio gris de hacía años, se veía exactamente igual. 

-Sr. Colleman, mucho gusto de conocerlo en persona, soy Wilfred Crowford.- Me dijo un hombre de piel negra y alto, sin duda ese hombre era el jefe. Me estrechó la mano y me invitó a pasar. 

.Caballeros, aquí está el Sr. Colleman.- Dijo Wilfred a las personas sentadas alrededor de una gran mesa de metal. 

Escuché murmullos y uno que otro saludo mientras buscaba un lugar donde ubicarme y poder sacar todos los estudios que habíamos realizado. 

-Cuéntenos señor Colleman, ¿que está ocurriendo y que va a ocurrir?- Me preguntó una mujer blanca de cabellera rubia y ojos cafés. 

-Bueno, Señores, voy a ser breve y conciso, y para ello voy a repetir las palabras que dijo mi padre en 1972: vamos a morir. Quizá si en aquel año se hubieran tomado las medidas necesarias, hoy no estaríamos discutiendo esto, pero la realidad es otra. El ser humano ha sido tan irracional con el uso de los recursos de la madre naturaleza que pronto no tendremos más, y vamos a morir. La enfermedad no se puede curar, así que en realidad no hay muchas esperanzas para los seres humanos. -Les dije yo de la manera más tranquila que podía. 

-La verdad es que ya la mayoría de países no tienen acceso al agua que había antes, cada vez está más contaminada, y tenemos países de primer mundo que en este momento deben comprar el agua a otros, porque ya no tienen. Las personas han empezado a tener problemas respiratorios, y nuestros científicos han determinado que se debe a que hay muchas zonas donde ya no quedan árboles, lo que provoca que el oxígeno sean muy poco. Joan, lo que usted nos dice ya lo sabemos, necesitamos que usted nos de una solución. - Me dijo Wilfred, un poco desesperado.

-¿Por qué creen que yo los puedo ayudar?- Les pregunté.

-Su padre nos habló de un proyecto que ustedes tenían, un proyecto capaz de salvar a la humanidad. -Dijo una mujer al otro lado de la sala. 

-¿Él... él  les habló de las cúpulas? -dije en forma callada.

-Así es señor Colleman, nos dijo que usted era el único que las podía crear, con lo necesario para que las personas sobrevivan. 

No podía entender cómo mi padre les había hablado de las cúpulas, fue un plan que diseñamos hacía años, lo descartamos porque creímos que era imposible, pero ahora parecía que no era tan imposible.

-Sr. Colleman, le daremos los recursos que usted ocupe para construir esas cúpulas, necesitamos miles de ellas, tendrá a su disposición a todos los científicos, ingenieros, y constructores que necesite. -Me dije Crowford.

-Caballeros, aunque yo les quisiera ayudar sería imposible, para crear esas cúpulas es necesaria la creación de agua y oxígeno artificial, y dediqué toda mi vida a eso más nunca logré inventarlos.-les dije.

-Ahora tiene a todo un equipo para usted, haga lo que sea necesario.- Me dijo la mujer rubia. 


La Cúpula de la TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora