Capítulo 8: Una pequeña noticia

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Sabaku No Gaara Pov

Temari me dijo hace poco que todo era cuestión de esperar, porque un día alguien especial entrara en mi vida y se quedara grabado en mi corazón, haciéndome entender por qué la persona que lo ocupaba antes no se quedó. Vaya, para mí fue como un trabalenguas de principio y es que no le entendí del todo, sin embargo sabia porque me lo estaba diciendo.

Necesitaba un poco de apoyo y pese a que Temari está bastante lejos me hace bien hablar con ella, así sea por teléfono, lo que si sabía es que sus palabras se referían a Sai, a que no estaría presente en mi vida de forma definitiva —hablando solo de manera sentimental—, sino que llegaría alguien a quien realmente amara con todo mi ser y claro, que esa persona me correspondiera.

Con pereza abro mis ojos, encontrándome en la obscuridad de una habitación que no es la mía. Pero con todo lo que ha pasado últimamente eso ya no es una novedad, por lo que con calma me levanto, cuidando de no hacerlo tan rápido ya que generalmente me mareo mucho, tal vez tenga algo que ver con el embarazo, afortunadamente las náuseas ya no son tan constantes como antes.

A paso lento camine hasta el baño, tomo una ducha rápida y me arreglo, para al final dejar el pijama perfectamente doblado sobre la cama que acababa de tender, ya que solo estaba esperando a que dieran las ocho de la mañana para salir y despedirme de todos. Realmente Itachi y su familia han sido más que amables conmigo, pese a que soy un completo desconocido, y lo que menos quisiera es causar más problemas de los que ya les di.

Aún quedaba media hora por lo que me senté en el sofá que estaba cerca de la ventana, mirando el blanco techo sin nada más que hacer, y pensar que ya han pasado una eternidad desde que todo ocurrió, —técnicamente van casi cuatro meses—. Desde que le di todo a alguien que no lo merecía, y vaya que me arrepentí en cuanto me entere que se fue, pero no había ni hay nada que pueda hacer, de hecho aún me pregunto si es correcto no decirle nada a la familia de Sai, después de todo tienen el derecho de saber que serán abuelos… aunque me da miedo pensar que me lo puedan quitar cuando sepan que no cuento con un trabajo para mantenerlo…

Deslizo la mano por la pequeña curvatura de mi vientre, pensando en que tal vez esté siendo egoísta, aunque pensándolo bien, mi bebé es todo lo que tengo junto con Sakura, por lo que no me puedo arriesgar a perderlo. Vaya que todo se complicó en tan poco tiempo, un día creía tener al amor de mi vida a mi lado y al otro descubro que era un bastardo de sonrisa falsa y actitud galante.

—¿Gaara? —La suave voz de Itachi me saca de mis pensamientos. Levanto la vista y le observo asomarse con sigilo por la puerta entreabierta, posando sus profundos pozos negros sobre la cama, observando con preocupación que no me encuentro ahí—. Gaara…

—Itachi —le llamo y es en ese momento que noto mi voz quebrada, como si estuviera a punto de llorar.

—¿Estás bien? —Inquiere entrando a la habitación.

Por alguna razón las palabras mueren en mi garganta y solo soy capaz de asentir con la cabeza. Realmente no sé si me siento bien o no, de hecho ni siquiera sabría definir en este preciso momento como es que me siento, tal vez aturdido, perdido o puede que desorientado o solo. Venga que lo último siempre lo he estado, pero ahora es diferente, muy diferente, tanto que hay momentos en que quiero mandar todo a la mierda, salir huyendo y listo, pero nunca nada es tan fácil.

—Perdón por las molestias —susurro en cuanto se ha sentado a mi lado.

Le veo de soslayo y mi olfato es asaltado por la exquisita colonia de Itachi, la cual se intensifica cuando me ha abrazado de improviso. No es que me moleste, tan solo ha sido… demasiado rápido, y empiezo a creer que con él todo es de esta manera. Medito un poco y me sorprendo al creer que hace un mes le conocí, y quince días después comenzamos a tratarnos, a mandarnos mensajes diario y llamarnos constantemente, incluso había momentos en que no decíamos cosas importantes, tan solo a mí me agradaba mantener una charla sin sentido con él, compartiendo tiempo, pese a que solo haya sido por teléfono.

Promesas de alcobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora