Imagen extraída del perfil de DeviantArt: krooku.
Eva:
El camino al gran salón lo hicimos en silencio. Merigda avanzaba con aquel andar suyo tan característico, con calma, como si en realidad sus pies apenas tocasen el suelo y en realidad se deslizase sobre él ligera como una pluma. Mientras observaba como sus rizos se mecían a sus espaldas, sentí de golpe como me envolvía un olor muy característico. Cerré los ojos extasiada y aspiré aquel aroma que me transportó de golpe a la tierra, en medio de un pinar fresco y humedecido por el rocío matinal. Fascinada, pude incluso escuchar el roce de los hojas picudas de los pinos mientras el viento las balanceaba. Abrí los ojos sorprendida mientras una sonrisa triste se dibujaba en mis labios ante un recuerdo tan bonito de mi hogar.
Es curioso que puedas sentir el elemento de mi pueblo cuando estás en mi presencia... Recordé las palabras de Eldar en aquel preciso instante. ¿Era aquello lo que acababa de suceder? ¿Estaba sintiendo el pueblo de Merigda? Era la primera vez que me ocurría en su presencia, y me quedé un poco confundida puesto que había sido una sensación muy fuerte.
- Merigda... - la llamé a sus espaldas.
- Dime - inclino su cabeza sonriente hacia mi mientras seguíamos avanzando por el corredor. A nuestro paso, dejamos atrás la cúpula del bosque y la de la playa de arena oscura.
- Perteneces al pueblo del bosque, ¿verdad? - recordaba que en alguna de nuestras conversaciones ella misma me lo había contado, pero no lograba encontrar su nombre real, en eäreh.
- Si... - contestó - En realidad vivimos todos en... - dudó a la hora de describirlo - Bueno, vosotros lo llamaríais una gran ciudad. La ciudad del bosque, Thartag - pronuncio el nombre con cierta nostalgia - Cuando lleguemos, la nave aterrizará muy cerca, será el primer lugar que conozcas. Allí de hecho reside el gran consejo que dirige Alaïs.
- Thartag... - repetí a su vez. Recientemente había adquirido la costumbre de repetir cualquier palabra en eäreh que ellos pronunciasen. Aunque molesta, era una práctica que me ayudaba a mejorar la pronunciación de su lengua, ya de por si extremadamente difícil para mi.
- ¡Muy bien! - me animó con felicidad sincera - En pocos días has avanzado muchísimo, Eldar debe de estar encantado. - me encogí de hombros avergonzada.
- Tanto tanto... - murmuré - En realidad tan sólo logro pronunciar cuatro palabras bien, el resto es muy frustrante - contesté apartando un mechón molesto de mi frente. Ella rió ante mi frustración y me dedicó una mirada de cariño típica de una madre orgullosa. Justo en ese instante llegamos ante una de las puertas que conducían al gran salón, introduciéndonos en su interior.
La inmensa sala estaba vacía, y el ventanal nos esperaba abierto en su totalidad. Miré al exterior mientras Merigda terminaba de recoger algunos utensilios dispersos sobre la repisa. Perdida en mis pensamientos contemplé la oscuridad del espacio con la que ya empezaba a familiarizarme. Nada cambiaba nunca en aquél lugar, siempre pulcramente recogido y brillante en contraste con el exterior. La tonalidad morada de la enredadera junto al mapa captó mi atención, desmintiendo mi afirmación. Aquella planta no dejaba de crecer, cada día se extendía más en todas direcciones. ¿Cómo era capaz de crecer en un ambiente sin luz natural?
- Las luces que nos rodean si que son naturales Eva - interrumpió Merigda mis pensamientos. La miré sobresaltada.
- Nunca me voy a acostumbrar a vuestros dotes de médium... - ella rió con ganas ante mi comentario.
- Sabes que no somos médium. Es una habilidad que adquirimos en nuestro planeta natal. Del mismo modo que vosotros aprendéis a escribir, nosotros aprendemos a intuir las emociones de los que nos rodean. Y algunos pueden llegar a ser realmente buenos. Es un don. - añadió pensativa - Nuk tiene este don. Tal y como tu lo dirías... - comentó divertida - Tiene la habilidad de leer los pensamientos de los que le rodean.
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LAS FLORES DE ALAÏS
FantasyEva sale al atardecer de la biblioteca, cerca del centro de Barcelona. Los exámenes finales están a la vuelta de la esquina y debe centrarse para poder acceder a la mejor universidad. No obstante, pronto estas preocupaciones quedan en segundo plano...