Eva:
- ¿Por qué os ocultáis tras una apariencia humana? - el timbre de mi voz denotó una indiferencia absoluta. Debo reconocer que la ventana abierta al exterior me tenía completamente hipnotizada y, en cierto modo, apática. Merigda a mi lado se sorprendió ante mi pregunta.
- Lo hacemos por ti Eva... - contestó mirando a sus espaldas, hacia Nuk - Pensamos que de este modo te puede ser un poco más llevadero.
Sorprendiéndola un poco más, la miré con una suave sonrisa en mis labios y asentí.
- Supongo que tienes razón... - me encogí de hombros recordando al hombrecillo de luz - Pero en esta nave ya nada me sorprende... Tenéis bóvedas con cúpulas de cristal que están llenas de plantas, hay rocas flotantes de las cuales brota agua... - seguí añadiendo - Oh, y encima tenéis... ¿cómo los llamó Eldar?.. ¡Ah si!, kleides. - entrecerré los ojos recordando a la perfección la pequeña silueta brillante - Esos pequeños hombrecitos... menudos son - solté un suspiro.
Merigda me miraba fijamente, mientras Nuk y Laith se habían alejado discretamente; podía sentir perfectamente a Artag muy cerca, a nuestras espaldas.
- ¿Pequeños hombrecitos? - volví a reparar en Merigda, que no apartaba sus ojos de los míos. Parecía preocupada.
- Si...bueno, en realidad son más bien cuerpecitos de luz... - como seguía mirándome extrañada, empecé a dudar de mis propias palabras - Creo recordar que Eldar los llamó kleides... pero tal vez me equivoco... - Merigda se giró hacia Artag.
- Eva, ¿has visto un kleide en su apariencia real? - Artag intervino con voz muy seria.
- ¿Su apariencia real? - me giré para mirarle con una ceja levantada - ¿Cual de las dos? He visto esferas flotantes y luego he visto una especie de duende brillante hacerme una reverencia... - reconozco que hasta el momento me lo estaba tomando todo con un poco de ironía - Así que... ¿a qué te refieres con apariencia real? - Merigda se levantó de la silla como si hubiese visto un fantasma y me tragué la ironía de golpe.
- Artag... no es posible... - me miró de nuevo con respeto - Nadie a visto nunca un kleide cuando toman su forma más vulnerable... - los miré a ambos sin comprender.
- ¿Su forma más vulnerable?
- Cuando una de esas esferas flotante que has visto apaga su luz, está exponiéndose y perdiendo la única barrera de fuerza que lo protege. Significa que confía plenamente en ti - Artag me miró muy serio mientras se explicaba.
Me encogí de hombros y volví a girarme para coger un trozo que queso. ¿Qué más da? Yo se lo que he visto... Pensé. Cuando Artag posó su mano sobre mi hombro me pilló desprevenida.
- Eva no es muy normal lo que has visto... a lo largo de nuestra historia, muy pocos kleides se han dejado ver en esa forma. ¿Estás segura de lo que viste? - sintiéndome insultada me giré y lo miré ofendida.
- La verdad es que desde que me subisteis a la fuerza en este cacharro volador no tengo ni la menor idea de si lo que estoy viendo es real o si simplemente se trata de una horrible pesadilla - me aparté de él con brusquedad. En lo que se refería a Artag me era muy difícil ser imparcial y mantenerme serena.
- Eva, no trataba de ofenderte... - Merigda intervino - Perdónanos si te hemos molestado, nos ha sorprendido mucho lo que nos has contado - su voz suave y sincera me quitó el mosqueo inmediatamente.
- Perdóname Merigda... - me arrepentí rápidamente de mis palabras ásperas - De verdad que lo lamento, estoy un poco... - me quedé sin palabras para describirlo.
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LAS FLORES DE ALAÏS
FantasíaEva sale al atardecer de la biblioteca, cerca del centro de Barcelona. Los exámenes finales están a la vuelta de la esquina y debe centrarse para poder acceder a la mejor universidad. No obstante, pronto estas preocupaciones quedan en segundo plano...