- SIX.

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SEIS.

Harry estaba dormido en su habitación cuando ingresé sigilosamente. Necesitaba saber qué había en el paquete, me estaba devorando. Caminé de puntillas por la habitación hasta que la vi encaramada debajo de su mesita de noche.

Fui de puntillas lentamente hasta que estaba agachada frente a él. Harry de repente se movió y me congelé. Pude oírlo suspirar y luego hubo silencio.

Respiro rígidamente antes de deslizar la espalda desde debajo de la mesa y quitar las solapas de cartón. Miro adentro para ver un consolador. Jadeo mientras sostengo el consolador en mi mano, inspeccionándola.

Me enteré de los consoladores por Rachel, que me recomendaba con avidez que debería comprar una para mis placeres personales, pero nunca conseguí ninguna. Sonreí ante la idea de que Harry necesitara uno hasta el punto de realmente ordenarlo y tratar de ocultarlo de mí.

Cogí el consolador y salí de la habitación con prisa.

[• • •]

Harry bajó las escaleras en una rutina de pánico, mirando a su alrededor hasta que sus ojos se posaron en mí. Estaba tumbada en el sofá, mirándolo con ojos despistados.—Harry, ¿qué pasa?

Suspiró, pasando sus delgados dedos por su pelo bruscamente.—No puedo encontrar algo.

Me senté.—Oh, ¿qué estás buscando?—Harry giró su cabeza hacia mí con los ojos abiertos y la boca abierta. Sabía que no quería decirme, muy probablemente con miedo de mi reacción y prestar atención a quién era yo en su vida, la mejor amiga de su hija.

—Solo una cosa.—Quise reírme mientras me recostaba en el sofá.

—Espero que no sea algo demasiado importante.

Deslizo mi mano debajo de la almohada para sacar su consolador, colocándolo sobre mi hueso pélvico. Pude sentir a Harry mirarme mientras continuaba como si nada hubiera pasado.—¿B-brisa?

—¿Sí?—Pregunto inocentemente.

No sé exactamente por qué quería bromear con él, pero si me gustó la expresión de su cara.

Miro el consolador juguetonamente.—Oh, ¿esto es lo que estás buscando? Bueno, me disculpo, deberías haberme dicho.

—B-brisa ¿qué me estás h-haciendo?—Me encogí de hombros.

—Nada en absoluto. Aquí, ven a buscar el vibrador.

Vacilante, Harry caminó hacia mí y se paró frente a mí.—Estás bloqueando mi vista de la televisión, por qué no la obtienes por aquí.—Señalo el área entre mis piernas. Estaba deseando que se arrodillara allí mismo. Sus ojos se abren, pero él obedeció y se colocó en su lugar entre mis piernas abiertas.

Parecía estancado en qué hacer ahora.—Escúchalo, Harry.

Me miró con vulnerabilidad cuando extendió su gran mano. Justo cuando estaba a punto de tocarlo, agarré su mano, tiro de él encima de mí mientras encendía el consolador y lo empujaba hacia su zona de la entrepierna.

Un fuerte gemido salió de su boca mientras aumentaba lentamente la velocidad del consolador. Sus ojos fueron pasados ​​por alto mientras me miraba a través de las rendijas.—¿Te gusta esto, Harry? ¿Es por eso que trajiste esto? ¿para sentirte bien?

Cuando él no respondió, puse más velocidad en el consolador, haciéndole gritar.—Sí, sí...—Su cara estaba arrugada en puro placer y respiraba trabajosamente.

—¿Quieres más, Harry? ¿Eh?—Él asintió con la cabeza vigorosamente lo que hizo que sonriera. Con mi mano libre, rápidamente desabotoné su camisa antes de unir mi boca a su pezón. Un pequeño gemido de mi nombre salio de sus labios.

Giré mi lengua alrededor de su pezón duro, aumentando también la potencia del consolador. Sus manos agarraron el sofá y su cabeza estaba echada hacia atrás mientras se empujaba aún más al consolador. Me sentia caliente y abrumada por la adrenalina mientras escuchaba y observaba cada uno de sus movimientos.

Sus ojos se abrieron y me miraron. Lo que hizo luego me asustó. Se inclinó y me besó. Solo me sorprendí por unos segundos antes de responder rápidamente. Todos sus gemidos caían en mi boca y me mojaban.

No pude evitar cerrar los ojos porque, diablos, era un buen besador. Sentí su mano sobre la mía, instando a mi pulgar a subir la velocidad. Cuando no lo hice, comenzó a suplicar.—P-por favor, Brisa... d-déjame correrme.

Sus palabras me cargaron y lo empujé hacia arriba junto con el consolador frotando todo su eje. Gruñó mientras su orgasmo venía rápido. Rápidamente, lo besé, agarrando sus largos rizos. Sus piernas comenzaron a temblar.

Cuando su orgasmo se desvaneció, jadeó fuerte y pesadamente, sus piernas se posaron en un temblor. Simplemente se dejó caer suavemente encima de mí. Gimió cuando se encontró con el consolador que todavía estaba encendido. Rápidamente lo apago y lo deslizo debajo de él.

—Te gustó eso, ¿verdad?—Bromeé, agarrando la tela suelta de su camisa que caía de sus hombros.

Con su cabeza acurrucada en mi cuello, respondió.—Sí.

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