CINCO.
Mientras Harry comía, miraba profundamente su hermoso rostro. Sabía lo que estaba haciendo cuando noté cómo él seguía retorciéndose y enrojeciendo a medida que el tiempo pasaba lentamente. Eran las ocho y pico de la mañana, la hora en que despierto a Harry para comer.
Sus mordiscos eran más grandes ahora, masticando más vigorosamente que de costumbre. Estaba tratando de acelerar el desayuno solo para aliviarse de mi mirada. Eso es muy lindo.
—Harry, ¿puedo preguntar qué contenía la caja de ayer?—Mi voz sonaba de total inocencia y curiosidad infantil. Harry dejó de moverse tan rápido y masticó más despacio. Después de un momento de no contestar, rápidamente caminé hacia él y agarré su mentón esculpido.
Sus ojos verdes de circo se ensanchan y sus labios rosados se abren.—Seguramente, tu madre te enseñó a usar palabras cuando te hacen una pregunta, ¿no es así?
Su mirada disminuida, y él asintió. Rápidamente le volví a levantar la barbilla.—Palabras, Harry, usa tus preciosas palabras.
Parecía asustado pero tenía alguna otra emoción girando en sus ojos que no pude detectar mientras me miraba.—F-fue solo algo que pedí.—Solté su barbilla y retrocedí un poco para darle espacio.
—¿Ves? Es tan simple como eso.
Sabía que no debía presionarlo aunque mi cuerpo estaba ardiendo por saber. Esto era algo que debía averiguar por mí misma. Lo vi volver a su posición anterior.
—No quiero ser hostil si te hablo de esa manera, simplemente estoy tratando de ayudarte a mejorar.—Harry me miró, antes de darme una breve sonrisa.
—C-cualquier cosa que hagas siempre ha sido-
Rápidamente me acerqué a él, ahuecando los lados de su rostro.—No necesitas ceder a la tartamudez. Harry. Inténtalo.
Él asintió, inclinándose inconscientemente en la tibieza de mis manos mientras me miraba.—Todo lo que h-hagas siempre ha sido a-apreciado para que no me hagas d-daño.
Noté todos los pequeños logros y le di una gran sonrisa, rápidamente picoteé su frente. Entonces me congelé junto con Harry cuando mis labios hicieron contacto con su frente.
Mis labios se desprenden de su frente.—Lo siento, Harry, no quise hacerlo.—Pero aún así, quise hacerlo.
Harry agarró mi muñeca delicadamente como si me estuviera desmoronando. Sus mejillas estaban rojas, pero una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.—E-está bien. Trabajo mejor con gestos de a-afecto.
Sus palabras me sorprendieron pero asentí.—De acuerdo.