Amir McCormarck
Me es imposible creerle, aunque lo haya dicho mirándome a los ojos. Ella no está bien, lleva unos días evitando a todo el mundo. Después de nuestro intercambio de palabras no la he visto.
Dos horas después la preocupación me invade. Algo tuvo que pasarle. Ella no desaparecería con la bruja todavía rondando.
Llevo un mes preparándome para vencerla. Me siento listo pero algo me dice que las cosa serán más difíciles de lo que creo.
Alertó a mi familia para ir en busca de Laia. Me adentro en el bosque, la tierra está mojada por lo que puedo seguir sus huellas. El lugar es horrible y la energía que desprende hace que mi cuerpo se tense. Las huellas me llevan hacia un cuerpo que está sobre el suelo. Corro hacia él y resulta ser Laia.
—Amor... despierta— muevo su cuerpo de un lado a otro sin resultados.
—No va a despertar aún.— escucho a mis espaldas. Volteo para encontrarme con la bruja.
—¿Qué le hiciste?— pregunto
Ella no contesta mi pregunta. Su cuerpo de a poco se va volviendo humo. Es de color verde y flota a mi alrededor. Luego se adentra al cuerpo de Laia.
Cuando mi mente reconoce lo que acaba de pasar un grito desgarrador sala de mi boca.
—¡No!— mi vista se nubla debido a las lagrima reprimidas.
Me levanto del suelo y extiendo mis manos hacia Laia. La energía recorre mi mano y luego es expulsada. Una luz azul llega hasta ella para después rodear su cuerpo. La levanto y visualizo mi casa.
Cuando abro la puerta camino hacia la sala y dejo el cuerpo de Laia en el sofá.
—¿Qué ha pasado?— pregunta mi padre.
—Ella... se adentró a su cuerpo.— el rostro de mi padre palidece. Él sabe tan bien como yo que eso no es nada bueno. —¿Qué voy a hacer ahora?, yo no sería capaz de hacerle daño.
—Tienes que ser fuerte.
El cuerpo de Laia se remueve en el sillón y de inmediato me arrodillo en frente de ella.
—¿Qué... qué ha pasado?— su voz sale rasposa y ella aclara su garganta.
—¿Cómo te sientes?— pregunto, estiro mi mano a hacia su rostro y acaricio su mejilla.
—¿Ella está en mi verdad?— pregunta con lágrimas, lo que provoca las mías también.
—Sí...— digo en un susurro.
—Te amo... pase lo que pase.— su mano acaricia mi pelo y luego mis labios.
—Te amo— digo antes de besar sus labios. Nuestras bocas se mueven despacio. Sin prisa y con anhelo. Luego ella se separa.
—Tienes que matarme.— susurra
—No puedo...
—Sabes que es lo correcto.— su mano se aleja y su cuerpo se levanta del sofá.
Camina hacia la salida de la casa y yo la sigo. Cae de rodillas en la tierra. Camino más rápido hacia ella pero levanta su mano para que me detenga. Su cuerpo tiembla y sus ojos se vuelven negros. Cierra los ojos por unos instantes y luego los vuelve a abrir. Se levanta y me sonríe.
Pero es una sonrisa siniestra, malvada y completamente horrible. Mi cuerpo se tensa y doy unos pasos hacia atrás.
—¿A dónde vas?— pregunta con una voz mecánica.— La fiesta empieza ahora.
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Dios salve a la reina
Художественная прозаD I O S S A L V E A L A R E I N A Había una vez una reina codiciosa, muy codiciosa, su nivel de codicia la llevó a robarle el esposo a una poderosa bruja porque ella estaba enamorada de él. Por esto, la bruja desató todo su furia en ella y maldi...