Laia Armendáriz
Hablar con Amir por las noches era mi cosa favorita del día. Sus heridas estaban sanado y cada vez era menos el tiempo que iba a estar aquí lo cual me tenía triste. Por primera vez tenía un amigo, podía hablar abiertamente con él sin temor a nada. Y él hacía lo mismo conmigo me contaba pequeñas cosas de él y de su abuela. Me sentía bien estando a su lado... se sentía correcto.
Hoy luego de una semana Harold volvía para ver a Amir. Depende de lo que él diga mi padre tomara acción.
Estaba sentada en la sala con mis padres mientras esperábamos a que Harold saliera de la habitación de huéspedes. Estaba nerviosa, se siente extraño sentir. Las emociones que las personas tienen yo nunca las había experimentado. Y poder sentirlas ahora causa en mi alegría, pero a la misma vez temor.
Escuchamos los pasos de Harold y mi cuerpo se tensa. Mis padres se levantan, pero yo no.
—¿Ya está recuperado?— pregunta mi padre, pero es obvio que no lo hace por preocupación.
—Me temo que no, sus heridas han sanado, pero no completamente.— dice Harold
—¿Cuánto tiempo falta?— pregunta mi madre.
—Eso no podría saberlo con exactitud pero asumo que unas semanas.
Mi padre no dice nada y se retira. Harold se despide de nosotras diciendo que vendrá la próxima semana.
—Sé que lo ves por las noches.— dice mi madre
No contesto.
—No quiero que vuelvas a hacerlo.
—No puedes prohibirme eso.— contesto con el ceño fruncido.
—No sabemos quien es, podría querer hacernos daño.
—Él no quiere hacernos daño mamá.
—¿Cómo sabes eso?
—Hablo con él todas las noches, nos hemos vuelto amigos.
—No seas ingenua, no sabes lo que él quiere.— contesta con burla.
—¿Y qué quiere según tu mamá?
—El trono, no es secreto que serás reina.
—Él no quiere eso.— trate de sonar segura pero mi voz falló.
—Todos quieren eso corazón. Nunca te he exigido nada pero tienes que tener cuidado Laia. Las personas tienen muchas caras.— con esas palabras se despide.
Ahora estoy más confundida que antes. Él dice que no quiere hacerme daño pero como puedo estar segura de eso. Mi mamá tiene razón no lo conozco realmente.
Luego de que todos se fueran a dormir salgo de mi habitación y camino hacia la de huéspedes. Hoy los guardias no están y eso me extraña. La puerta está entre abierta y se escuchan voces. Camino despacio hacia ella, pero no la abro más de lo que ya está.
—¿Estás cumpliendo con el plan?— escucho que alguien pregunta. Alguien desconocido y no creo que sea algún guardia.
—No— dice Amir
—Se acaba el tiempo tienes que hacerlo rápido.
—No voy a hacer nada.— contestó Amir seguro.
—Si no lo haces ella pagará las consecuencias.
—No pueden hacerle nada.— escucho como la voz de Amir falla.
—Estoy aquí y nadie se ha dado cuenta. Estas seguro de que no puedo hacerle nada.— le dice con sarcasmo.
Amir no contesta y eso me asusta. La persona que está hablando tiene razón así como entro puede hacer cualquier cosa. Tengo que hablar con papá y decirle que refuerce la seguridad. Las cosas no irán bien.
—Tengo que irme— dice la persona.
Rápidamente me escondo detrás de una columna. La puerta se abre y sale una mujer. La veo alejarse y de verdad que da miedo. Asumo que entro por la puerta del jardín pero no estoy segura.
¿Cómo es que nadie la vio?
ESTÁS LEYENDO
Dios salve a la reina
Ficción GeneralD I O S S A L V E A L A R E I N A Había una vez una reina codiciosa, muy codiciosa, su nivel de codicia la llevó a robarle el esposo a una poderosa bruja porque ella estaba enamorada de él. Por esto, la bruja desató todo su furia en ella y maldi...