Capítulo 1

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Reino de Armstrong
Laia Armendáriz

Camino en silencio por el jardín trasero del palacio para que nadie note que salí. No es que estuviera haciendo algo malo pero digamos que mis padres me prohibieron que salga de la casa por protección. Las razones no las sé, nadie quiere decirme lo que está pasando. Solo he escuchado que alguien realmente peligroso está entre nosotros. Por lo tanto, tengo que salir a escondidas para poder aunque sea caminar por los hermosos jardines que tiene el palacio.

Me siento en la enorme fuente que se encuentra en el medio del jardín. Siempre me ha encantado estar precisamente en este lugar. Todo es colorido debido a la gran cantidad de flores que hay. Toco el agua con mis dedos y los retiro al sentir lo fría que está.

Observó a mi alrededor y miro el inmenso bosque que está detrás de los arbustos que lo separan del palacio. Desearía adentrarme en el y explorarlo, descubrir sus secretos. Al mirar fijamente veo una silueta que se va acercando. Asustada me levanto de la fuente y retrocedo. La silueta que ahora puedo distinguir, es un hombre de piel clara. Cuando me preparo para gritar escucho que él pide ayuda.

—Ayuda...— dice lo suficientemente alto para que yo lo escuche pero dudo que alguien más que no esté en el jardín lo haya hecho.

Miro a mi alrededor y no hay nadie. Veo la puerta trasera del palacio y camino despacio hacia ella. El hombre está más cerca y ya pasó los arbustos que separan al palacio del bosque. Puedo distinguir cortadas en su camisa y en sus piernas. Realmente se ve mal pero mi instinto me dice que corra y eso hago.

Corro hacia la puerta y entró lo más rápido que puedo. Observó por la ventana que está al lado y veo al hombre en el suelo.

—Elena— gritó para que pueda escucharme.

La veo bajar por las escaleras y llegar hasta mi.

—Dígame señorita— dice con la amabilidad de siempre.

—Busca un médico y a alguien que pueda levantar un cuerpo.—digo lo más calmada que puedo pero estoy asustada hasta más no poder. Elena abrió sus ojos más de lo normal y casi pensé que se le iban a salir de sitio. Reprimí una carcajada.

—¿Ha matado a alguien?— preguntó susurrando.

—No, claro que no, que cosas dices. Hay una persona herida en el suelo del jardín.

En ese momento Elena mira por la ventana y sale corriendo por ayuda. Diez minutos más tardes llega uno de los encargados de los establos. Le indico dónde está el hombre y le digo que lo lleve a una de las habitaciones de huéspedes.

Cuando ya está en la habitación el encargado de los establos se retira. Entro y dejo la puerta abierta, me acerco a él y lo miro más detalladamente. Su cabello castaño está todo sucio lleno de hojas y tierra. Su cara está manchada con lodo y tiene una cortadura en su pómulo izquierdo. Su camisa está desgarrada al igual que su pantalón y tiene manchas de sangre. No es una imagen bonita de ver. Tocan la puerta y de inmediato dejo de mirar al hombre.

—Me llamaron— dice Harold, el médico, que por suerte no vive lejos del palacio.

—Ayúdelo, no se ve para nada bien.—le pido

—Con gusto.

Salgo de la habitación para darle más privacidad y que pueda concentrarse en ayudar al hombre. Camino hacia la sala y me siento en uno de los sillones a esperar noticias del médico.

Dios salve a la reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora