Sentía que los nervios podían conmigo. Estaba al frente de la puerta del despacho de mi padre. No encontraba las palabras para decirle que tenía que reforzar la seguridad del palacio. Toco dos veces esperando que no contestara para así poder irme, pero para mi mala suerte contesto con una afirmativa así que entre.
—¿Qué pasó?— preguntó, siempre directo.
—Tienes que reforzar la seguridad.— dije sin más
—¿Por qué?— preguntó extrañado
—Cualquier persona podría entrar.
—¿Cómo sabes eso?
—Intuición.— conteste sin saber que más decir.
—¿Intuición?— por su tono de voz supe que no me creía y que lo estaba tomando como una broma.
—Sí, quiero que refuerces la seguridad y punto. No creo que necesites saber más.
—Pues yo si creo que necesito saber más. Nunca te habías preocupado por nada referente al palacio. Así que necesito razones.— me miro totalmente serio esperando mi respuesta.
—Alguien entró.— dije finalmente
—¡Qué!
—La vi anoche, era una mujer. No sé más nada, sólo quiero que refuerces la seguridad para que no vuelva a pasar.— él estaba pálido, no sabía la razón pero no se veía bien.
—Ve a tu habitación ahora, yo resuelvo esto.— estaba enojado pero no me deje intimidar. Ya era hora de que yo me hiciera cargo de las cosas también al fin y al cabo terminaría siendo reina. Y esa fecha se estaba acercando.
—No voy a ir a mi habitación. Voy a ir contigo y ver lo que haces. Tengo que aprender.
—Para eso son tus clases.
—Creo que viendo aprendería mejor.
Él pareció dudar pero sabe que soy igual de terca que él y no pienso retractarme. Al final se rindió y me dejo ir con él a hablar con los guardias.
Lo vi preguntarle a los guardias sobre anoche. Todos estaban nerviosos mi padre en este momento daba mucho miedo. Ninguno hablo así que intervine.
—¿Quiénes son los que cuidan la puerta de Amir?— pregunte. Todos se miraron extrañados mi padre incluido.
—¿Quién es Amir?— preguntó mi padre
— El hombre que está en la habitación de huéspedes.— conteste despacio temiendo su reacción.
—¿Cómo es que sabes su nombre, acaso has ido a verlo?— pregunta con evidente enojo.
—No es momento de hablar de esto padre.— hablé con autoría y él se sorprendió, luego sonrío.
—Serás una excelente reina si sigues hablando con ese tono de voz.— sonreí ante su alago y luego mire a los guardias. Dos de ellos dieron un paso al frente y supe que ellos eran los que cuidaban la puerta de Amir.
—¿Dónde estaban anoche?— les pregunte
—Su excelencia, alguien nos atacó.— dijo uno de ellos.
—Sí— afirmó el otro
—¿No vieron nada?— preguntó mi padre
—Era una mujer de pelo rubio.— mi padre me miro. Ya sabíamos eso.
—Despertamos en el cuarto de limpieza.
—Está bien pueden irse.— dije
Cuando todos los guardias se fueron mi padre me miro.
—Con más razón no te quiero cerca de ese muchacho. Esa mujer vino a verlo por lo tanto es peligroso. Lo quiero fuera de aquí ahora.— dijo él
—Él no se va a ir, sus heridas no han sanado. Además él no va a hacernos daño.
—No estas segura de eso. Esto era lo que quería evitar mira todo lo que ha causado. No sabemos quién es.
—Papá confía en mí.— le supliqué
—Tu seguridad es muy importante. Eres la única heredera.
—Voy a estar bien sólo refuerza la seguridad.
—Lo haré pero como quiera no te quiero cerca de él.
—Está bien.— dije finalmente
Esa noche no fui a la habitación de Amir. No sabía si podía confiar en él o no. Y era consciente de que de mi dependen muchas personas. No puedo darme el lujo de descuidarme.
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Dios salve a la reina
Narrativa generaleD I O S S A L V E A L A R E I N A Había una vez una reina codiciosa, muy codiciosa, su nivel de codicia la llevó a robarle el esposo a una poderosa bruja porque ella estaba enamorada de él. Por esto, la bruja desató todo su furia en ella y maldi...