Ya eran las 10:00 AM en La Habana y tenían que viajar a Puerto Príncipe. Nuevamente Don Miguel y Ricardo corrieron para abordar su avión correspondiente.
Durante el viaje en avión, Ricardo pudo maravillarse del paisaje caribeño y lleno de vida mientras reflexionaba todo lo que había vivido hasta el momento. Estaba sufriendo un cambio profundo en sus creencias.
Por la ventana de su asiento, finalmente Ricardo avisto lo que sería Puerto Príncipe. Su sorpresa no fue tan alta esta vez pues ya vio La Habana por lo que sabía lo que estaba por ver: rascacielos, puertos, edificios históricos, centros comerciales y un sistema de metro muy moderno.
Cuando llegaron al aeropuerto de Puerto Príncipe hicieron el mismo procedimiento: bajar del avión y retirar sus maletas.
Al salir del aeropuerto, el doctor Miguel pudo reconocer a su amigo de tantos años y al fin Ricardo conocería a este tan esperado personaje: el condecorado investigador Jaime Sanhueza Palma.
—Me alegra mucho verlo al fin Sanhueza, tantos años—dijo con alegría el doctor Miguel.
—Igualmente mi estimado. ¿Es usted el tan afamado Ricardo Núñez? —pregunta Jaime dirigiéndose a Ricardo.
—Lo soy, señor...
—Jaime Sanhueza, perdone por no presentarme como se debe. Usted es toda una celebridad en el centro. Cuando recibí la llamada de Miguel para decirme sobre lo que había pasado con usted, yo junto con todos los colegas nos pusimos como locos.
—¿Tan así?
—Claro pues hombre. Usted es la prueba de la existencia de los universos múltiples, es el descubrimiento más grande de toda la historia de la humanidad.
—Aun así... ¿usted podrá devolverme a mi realidad original?
—Lo tendremos que ver en el laboratorio y para ello tenemos irnos de acá, síganme que tengo el auto por aquí, vamos para allá inmediatamente.
Cuando iban caminando hacia el auto del científico, Ricardo recordó lo que había leído en el libro de historia que Miguel le regalo (Ricardo dejo el libro en Cuba en aquella plaza en donde se encontró con Marcelo) sobre la conquista española de Haití y quería verificarlo.
—Usted, don Jaime, ¿puede hablar y entender criollo haitiano?
—Natirèlman mwen ka, men, pa bliye mwen chilyen mwen souke kò an Ayiti pou travay.
Ricardo se quedó mirando a don Jaime, sin entender lo que había dicho.
—Ja, ja, ja, ja. Lo que dije fue «Claro que puedo, pero recuerde que soy chileno y me mude a Haití por motivos de trabajo».
—Ah, ahora entiendo.
—Don Ricardo, en Haití son el criollo haitiano, el francés y el español los idiomas cooficiales.
Finalmente llegan al auto. Los tres hombres se suban al vehículo y parten en su viaje al laboratorio. El laboratorio en donde trabaja Jaime Sanhueza es uno de los más grandes del mundo y es de uso internacional. Su nombre es Laboratorio y Centro de Investigación Galileo Galilei y fue financiado en conjunto por varios países miembros de las Naciones Unidas para el adelanto de la investigación científica. Desde entonces, varios profesionales de las ciencias exactas y naturales de todos los continentes han trabajo en conjunto en la investigación de nuevos tratamientos y medicinas para enfermedades como el cáncer y la rabia, la investigación de nuevas tecnologías antisísmicas, en la búsqueda de nuevas fuentes de energía renovables y no contaminantes, etc.
Durante el viaje al laboratorio, Ricardo le contó a Jaime sobre todo lo que había vivido desde que había llegado a esta dimensión hasta que llegaron finalmente a las instalaciones del Galileo Galilei. Los tres hombres bajaron del vehículo y Jaime les pidió a Ricardo y a Miguel que lo siguieran. A medida que se acercaban al gigantesco edificio, Ricardo pudo notar que estaba vigilado y fuertemente protegido por soldados y vehículos blindados. No era ninguna exageración aquello, pues dentro de las instalaciones se resguardaban cepas de enfermedades peligrosas que si son liberadas, la isla completa de Haití seria destruida en poco días en el mejor de los casos y es por eso que los códigos de seguridad y los controles de acceso a las instalaciones se acatan a rajatabla.
Los tres hombres llegaron a dos inmensas puertas dobles donde dos guardias fueron a su encuentro.
—Buenas días señores —dijo uno de los guardias
—Buenos días caballeros, aquí tengo mi credencial —dijo Jaime entregándoselo a uno de los guardias.
Los guardias revisaron cuidadosamente la credencial de Jaime mientras que tanto Miguel como Ricardo esperaban pacientemente.
—Está todo bien, señor Jaime Sanhueza, usted puede pasar, solo me tiene que aclarar quienes son ellos.
—Son mis acompañantes, además de ser piezas claves en una investigación de gran trascendencia.
—Bien, pueden pasar. Tendremos que darles un collar especial para visitantes especiales.
Ricardo y Miguel obtuvieron sus collares especiales y siguieron a Jaime dentro de la gran instalación. Ambos quedaron boquiabiertos: miles de pasillos que conducían a cámaras de pruebas químicas, cuartos de investigación bacteriológica, investigación climatológica, etc. Hombres y mujeres de diferentes nacionalidades que colaboraban en el avance científico para ayudar a la humanidad y con ello, entender el complejo funcionamiento de la naturaleza.
—«Increíble» —pensó para sí mismo Ricardo.
Finalmente llegaron al Departamento de Investigaciones de la Física. El lugar solo tenía una entrada que eran puertas dobles blancas. Al entrar se encontraron con decenas de personas en computadoras, escribiendo ecuaciones en pizarras que solo las mentes más afiladas entenderían y discutiendo sobre temas que para un ciudadano común sería un idioma de otro mundo.
Toda la gente en el lugar voltearon la cabeza para ver al viajero interdimensional y de inmediato se acercaron a él para verlo más de cerca y por su puesto hacerles preguntas.
—Mr. Sanhueza, is he the interdimensional traveler? It's amazing!*(1) —dijo uno de los científicos presentes allí
—I know. But now we need to do an investigation on how we can create some form a portal or find one to bring this man back to his native dimension. It will be the most important job of our entire professional life.*(2) —dijo Jaime con entusiasmo para motivar a los demás profesionales que estaban presentes.
—¿Aquí todos hablan en inglés? —Pregunto Ricardo.
—La usamos como lengua franca para que nos podamos comunicar entre todos nosotros sin problemas. Ahora don Ricardo me tiene que seguir para hacerles unas preguntas. Doctor Miguel, usted puede seguirnos también o puede quedarse aquí, como usted guste.
—No se preocupe, puedo quedarme aquí —respondió amablemente don Miguel.
*(1)«Señor Sanhueza, ¿es el viajero interdimensional? ¡Es increíble!
*(2)«Lo sé, pero ahora nosotros necesitaremos hacer una investigación para poder de alguna forma crear o encontrar un portal para hacer que este hombre vuelva a su dimensión natal. Será el trabajo más importante de toda nuestra vida profesional»
Jaime guio a Ricardo entre tanto gentío a una cámara donde esperaban varios científicos más para escuchar la entrevista.
—Dígame señor Ricardo, ¿usted recuerda el momento en el que usted paso a nuestra realidad?
—Por supuesto, sobrevolaba en un helicóptero el volcán Villarrica para ayudar en el monitoreo de este e informar sobre cómo iba la evacuación de la zona. Se temía que iba a entrar en erupción porque había un enjambre de temblores muy fuertes.
Los científicos allí presentes tenían puestos audífonos inalámbricos que a medida que captaban las preguntas de Jaime y las respuestas de Ricardo como audio las traducían al inglés de manera exacta gracias a una avanzada inteligencia artificial.
—¿Qué más?
—Pues, en el momento exacto que estaba sobrevolando el volcán, una tormenta eléctrica comenzó. Muchos relámpagos por no decir todos golpearon la boca del volcán como si estuvieran coordinados. Pero uno de ellos golpeo mi helicóptero, causando que perdiera el control de mi aeronave y haciéndome caer directamente al interior del volcán.
—Interesante, siga...
—Creí que iba a morir y por ello cerré mis ojos para esperar lo peor, pero cuando los abrí me di cuenta que estaba viajando a través de una especie de tubo, uno gigantesco. Cuando salí finalmente de aquella especie de túnel, vi que seguía cayendo con helicóptero en fuego incluido pero sobre la ciudad de Santiago de Chile, cosa que me pareció muy extraña pues entre las ciudades de Santiago y Villarrica hay un poco más de 760 kilómetros... milagrosamente alcancé a agarrar uno de los paracaídas de la nave y pude salvar mi vida.
De pronto, se pudo escuchar el cuchicheo de los científicos opinando y reflexionando sobre lo que acababan de escuchar de parte de Ricardo.
—Mr. Sanhueza, our colleagues from the Seismology department informed us that their monitoring centers in the Lesser Antilles region have captured several swarms of earthquakes around the Kick-' Em-Jenny volcano near the coast of Granada*(3) —dijo una de las científicas del público
—In addition, the disappearance of complete vessels that have not stopped during these seismic events has been reported*(4) —agrega otro de los presentes a lo que había dicho su colega.
*(3)«Señor Sahueza, nuestros colegas del Departamento de Sismología nos han informado que sus centros de monitoreo en la región de las Antillas Menores han captado fuertes enjambres de sismos alrededor del Volcán Kick-' Em-Jenny cerca de las costas de Granada».
*(4)« Además, se ha informado de la desaparición de buques completos que no han dejado durante estos eventos sísmicos»
De pronto Jaime mira a Ricardo con emoción.
—¿Qué le pasa don Jaime? —pregunta confundido Ricardo.
—Ya sé lo que tenemos que hacer.
—¿Sí?
—Sí, lo que paso en Villarica fue que usted fue absorbido por una rasgadura interdimensional.
—Entonces realmente no perdí el control de mi nave por el trueno, sino que fui arrastrado por la fuerza «gravitacional» de esa rasgadura que usted dice.
—Exactamente, y puede ser que el mismo volcán Kick-' Em-Jenny lo pueda llevar de nuevo a la dimensión a la que pertenece.
—¿En serio? —pregunto aliviado Ricardo.
—Es posible, pero está la posibilidad de que acabe en una tercera dimensión.
—No tengo alternativa, estoy dispuesto a arriesgarme, quiero volver a ver a mis hijos de nuevo.
—Entonces que así sea, voy a tener que conseguirle algún transporte para llegar hasta allá. Ya terminamos con las preguntas.
Jaime salió rápidamente de la cámara para hablar con los superiores del Galileo Galilei para contarles sobre Ricardo y su necesidad de obtener alguna clase de submarino, no había tiempo que perder. La confirmación por parte de todos los que trabajan en el Departamento de Física de que la historia era real sumado a la gran reputación de Jaime Sanhueza como científico llevaron a los directores de la gigante institución a conceder la autorización del uso del Pearl of the Ocean, un minisubmarino de exploración con una capacidad de no más siete. La nave submarina estaría lista para su uso en dos días más.
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El día en que un submarino cayó del cielo
Fiksi IlmiahRicardo Núñez ya era un hombre bastante maduro. Es piloto de helicóptero de la Fuerza Aérea de Chile pero esta a punto de jubilarse. No obstante, su última gran misión no fue encomendada por ninguno de sus superiores, sino por el propio destino. #Mi...