25/06/2019

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Ricardo abre los ojos lentamente, y logra notar dos caras familiares, eran Marcelo y Francisca evidentemente preocupados.

—Hola papito, estábamos tan preocupados por ti —dijo Francisca mientras lloraba de alegría y tomaba una de las manos de Ricardo.
—Es verdad, cuando supimos que desapareciste el día en que fuiste a Villarrica, simplemente no sabíamos que hacer...
—Lamento haberte hecho pasar tantas rabias papá, solo que la tristeza que me provocó la muerte de la mamá me hizo comportarme así...
—Hija, yo tampoco fui muy justo contigo, la muerte de ella nos afectó de diferentes maneras a nosotros y no fui lo suficientemente sensato para ver eso.
—Ay papito...
—He tratado de controlar sus vidas, pero por más que sea su padre no puedo hacerlo, ustedes tienen que seguir sus vidas como mejor les parezca... y Marcelo, dime la verdad, ¿eres gay?

Marcelo quedo sorprendido, jamás nadie había sido tan directo con esos temas con él.

—Mire papá, le seré sincero. Sí, lo soy y no se lo he dicho a muchas personas porque otros no tienen por qué saberlo...
—Marcelo, ya déjate de rodeos, sé libre y no dejes que nadie te encasille por cómo eres, ¿me escuchaste?
—Si papá, gracias —dijo Marcelo con una sonrisa.

De pronto llega una enfermera que avisa a Marcelo y a Francisca que la hora de visitas se había acabado. Ambos se despiden de su padre, quien lo dejan descansar en su camilla.

—Que bella familia tienes acá también, ¿eh?
—Claro que si —dijo Ricardo mientras dirigía su mirada hacia al hombre que le hablaba—... ¿¡DON JAIME!?
—¿Quién más podría ser pos hombre?
—¿¡COMO LLEGO USTED AQUÍ!?
—Fui arrastrado junto con toda la tripulación contigo a tu dimensión, sinceramente es lo mejor que me ha pasado en la vida —dijo Jaime con una sonrisa de oreja a oreja.

Pronto un hombre entro a la habitación para hablar con Ricardo.

—Hola don Ricardo, mi nombre es Jaime Sanhueza y seré su doctor.

Ricardo quedo congelado. Había dos Jaimes Sanhueza en la misma habitación.

—Gracias por su amabilidad doctor pero le quiero hacer una pregunta, espero que no le moleste ni le incomode, pero ¿alguna vez conoció a un hombre llamado Miguel Barrientos? —pregunto Rodrigo.
—De hecho sí, conocía a uno que era un compañero mío en la carrera de medicina, pero se fue de la misma para estudiar física. Ahora trabaja en el CERN, las cosas de la vida, ¿no?, ¿Por qué esa pregunta?
—Por nada, es una pregunta que siempre la hago porque muchos me dicen que han tenido un amigo con ese nombre ja, ja, ja.
—Bueno, ahora me iré para ir a ver otros asuntos. Ah, y aquí tiene, el control remoto de la televisión para que puedan verla para que no se aburran. Se supone que una enfermera se las iba a traer pero como los iba a venir a ver a ustedes aproveche de hacerlo.
—Muy amable, gracias —dijo Ricardo.

El doctor finalmente se fue y Ricardo pudo finalmente encender la televisión.

—¿Cómo es posible que se no se haya impresionado al verte a ti? —pregunto Ricardo.
—Salimos de la nada aterrizando en el Parque Forestal en un submarino y en un barco torpedero a miles de kilómetros de la costa, además son médicos, las sorpresas son cosas diarias en sus trabajos.

Ricardo se ríe.

—Ja, ja, ja. Ahora veamos las noticias para ver que dicen de nosotros.

Ricardo con el control remoto sintoniza unos de los canales nacionales que justamente estaba hablando de ellos.

«La llegada de estos hombres de la nada ha confirmado por fin la existencia de otros mundos paralelos al nuestro. Pero este evento al parecer solo es el principio: en diferentes partes del mundo aparecen de la nada vehículos como barcos, submarinos, helicópteros y aviones en los lugares más insólitos posibles y que cuyos tripulantes afirman venir de mundos donde la Tierra tiene dos Lunas, el Imperio Británico colonizo Sudamérica, que Japón nunca recibió ataques nucleares y que sus hijas, en sus propias palabras, nunca se cansaron con ''patanes''».

—¿Te molesta que apague el televisor? Es que me comenzó a doler la cabeza —dijo Ricardo.
—Para nada, a mi igual —responde Jaime.    

El día en que un submarino cayó del cieloWhere stories live. Discover now