Capítulo 6

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Ninguno de nosotros esperaba recibir una alerta, hace un par de semanas Vice junto con Catherine habían logrado entrar y conectarse a la base de datos de la policía en caso de que se diera una denuncia sobre algún kinesis y eso es lo que estaba sucediendo ahora, alguien había hecho una denuncia no solo de un kinesis si no de un grupo de ellos, los cuales estaban en la capital de Chile. Le conté lo sucedido de inmediato a Arthur el cual se puso a disposición a ayudarnos, sin tiempo que perder volamos a Chile y en el camino recabamos más información sobre la denuncia.

Como era un grupo de kinesis la policía decidió ir dentro de una semana para tener todos los elementos necesarios para arrestarlos, por desgracia no salía mucha información sobre el grupo o donde se encontraban específicamente, solo había calles como referencia para saber dónde buscar, pero la superficie era bastante amplia, por suerte llegaríamos antes y debíamos ponernos a buscar de inmediato el lugar para ayudarlos a escapar. Se habló con Arthur y esas personas se quedarían con nosotros hasta nuevo aviso, por lo que nos avió antes de irnos es que dejaría un barco en la costa toda esa semana, no sabemos cuántas personas son por lo que debemos contar con todo el espacio posible.

Al llegar todos nos pusimos manos a la obra, teníamos solo unas calles de referencia, nos dividimos, Zigor y Zenda fueron, por un lado, yo, Elizabeth y Catherine fuimos por el otro. En todo momento estuvimos conectados por telepatía para saber si lográbamos ver algo extraño, por desgracia el primer día no vimos nada, aún nos quedaba mucho por ver y no contábamos con muchos días para encontrarlos. Además, Elizabeth iba muy tensa en lo que recorríamos la ciudad, era entendible ella no conocía nada de este lugar, a diferencia de Catherine que ella se sabía la ciudad muy bien, de hecho, nos guiamos más por lo que ella nos decía que lo que veíamos en el GPS, eso me daba tranquilidad ya que yo tampoco conocía mucho de Santiago.

Al día siguiente apenas apareció el sol fuimos en busca del grupo de kinesis, esta vez teníamos menos que recorrer, habían lugares que ya se habían descartado por completo por su cercanía con partes concurridas, caminamos por horas hasta que logramos ver algo extraño, un grupo pequeño de chicas, de no más de 15 años, se veían normal a primera vista, pero al verlas con más detención vimos que algunas ropas eran parecidas a las de nosotros, nos acercamos poco a poco para verlas mejor, algo bueno de tener un sistema universal de ropa y armas es que podías descubrir la kinesis predominante, algunas de las chicas tenían la vestimenta representativa de los aeroquinesis, como Lydia, otros pyroquinesis.

Con una distancia considerable las seguimos sin perderlas de vista, como kinesis sabemos lo peligroso que puede ser un primer acercamiento, incluso entre grupos, somos muy precavidos y siempre estamos en alerta a cualquier situación a nuestro alrededor, por esa razón debíamos tener cuidado al acercarnos al grupo, más que nada para no llamar la atención, simplemente cuando nos sentimos amenazados usamos nuestras habilidades sin importar las consecuencias que tendrán después.

Las seguimos por varias cuadras, y tal como lo pensamos cada vez se iban alejando más y más de las calles principales, en ningún momento las perdimos de vista, y al parecer ellas tampoco, en un momento aparecieron dos chicos a nuestra espalda, debíamos estar cerca. Elizabeth estaba en estado de alerta, de hecho, tenía una mano posicionada de cierta forma para tomar una de sus armas, caminos por un par de cuadras más, Elizabeth no dejo de observarlo todo en ningún momento, Catherine estaba media perdida, debía estar avisándole a los chicos de nuestro descubrimiento, y yo solo caminaba sin dejar de mirar al frente.

En un momento las chicas de adelanté se detuvieron y giraron, Elizabeth saco el arma que había estado tocando todo el trayecto, Catherine volvió de su mente y se puso en estado de alerta, yo saque mi lanza, pero no le apunte a ninguna, no quería que se sintieran amenazadas. De un momento a otro todo se puso oscuro, aunque más bien estaba negro todo, no me podía ver ni mis manos, intenté caminar derecho para salir de la oscuridad, pero solo seguí viendo negro.

—¿Quiénes son ustedes? – de pronto se escuchó una voz femenina.

—¿Quién eres tú? – intenté evitar la pregunta, como dije incluso entre nosotros somos desconfiados, debías pensar muy bien a quien le dabas información.

—Yo pregunte primero – se podía notar su tono de voz fuerte y firme – Responde.

—No diré nada – la oscuridad me estaba poniendo nerviosa.

—Estás en un lugar que no debes, no tienes la libertad de no decir nada ahora – dijo, no se notaba molesta sino más bien ansiosa.

—Tu deberías tenerle respeto a tus mayores – dije, no creo que la chica sea más mayor que las de antes – estás asustada y te aprovechas de tu habilidad – no contesto nada, en cambio apareció una luz cegadora tan fuerte que tuve que cerra mis ojos y taparlos, quede aturdida.

—La edad no es un símbolo de respeto para mí – dijo volviendo todo a la oscuridad – volveré a preguntar ¿Quiénes son?

—Somos kinesis, como tú – de cierta manera le estaba respondiendo, aunque siento que no es la respuesta que está esperando, solo espero que nos saque pronto de la oscuridad, me estaba poniendo muy ansiosa.

—Eso ya lo sé – su tono de voz detonaba obviedad ante mi respuesta – pero esa no fue la pregunta – es inteligente la chica.

—Vinimos para ayudarlos – no estábamos en un lugar seguro, si le daba información valiosa podía ser peligroso, cualquier persona nos podría estar viendo, mientras cerré los ojos para no tener que ver la oscuridad por un segundo, luego los volví abrir.

—No necesitamos ayuda, estamos bien – dijo segura – está será la última vez que preguntare ¿Quiénes son ustedes? – esta vez lo dijo lentamente, como para que entendiéramos bien la pregunta.

Por favor dile – dijo Elizabeth en mi cabeza con desesperación – ya no aguanto más esto – y la verdad es que yo tampoco.

—Es muy peligroso si te digo quienes somos – tenía que intentar negociar de alguna manera, de pronto sentí como una fuerza me arrastraba hacía el interior de la oscuridad – ¡Por favor para! – no hizo caso – ¡Está bien! – dije gritando por la desesperación – Me llamo Kara Salah, soy la líder de los kinesis de las islas Laurie – estaba temblando, por un momento pensé que no fue suficiente información hasta que comencé a ver como la oscuridad se disipaba lentamente.

Alrededor de nosotras había unos cuantos chicos con sus lanzas dirigidas a nosotras tres, mire a mis acompañantes y lo que vi me desconcertó, Elizabeth estaba pálida y se notaba que estaba tratando de recuperar el aliento, mientras tanto vi a Catherine sentada en el suelo abrazándose a sí misma escondiendo la cabeza entre sus piernas, me acerque lentamente y la toque lo cual la asusto por un momento.

—Tranquila – dije agachándome a su altura – ya paso – estaba temblando.

Ninguna le tenía miedo a la oscuridad, pero era más la desesperación de perder el control de la situación y que además una umbraquinesis usara su habilidad para desorientarte mientras estás en peligro, eso era lo desesperante, no saber que había a tu alrededor, no saber a qué nos enfrentábamos. Catherine solo me asintió y se levantó muy lento, la ayude tendiéndole una mano.

De pronto, escuchamos un ruido metálico, los chicos que nos rodeaban dejaron de apuntarnos con sus armas, solo nos observaban lo cual también me ponía un poco nerviosa, de un segundo a otro, los chicos que deban frente a mí rompieron el circulo dejando el paso a una chica que llevaba un traje que no lograba reconocer, era extraño, la chica tenía un parecido a mí que era bastante perturbador, la diferencia, ella era más joven y su altura era menor a la mía, aunque no mucho.

—Lo siento lo de hace un roto – su voz sonaba rota, era como si quisierallorar – pero entenderán que la seguridad es lo primero – nos miró a las tres,hasta que su mirada se detuvo en mí – Mi nombre es Yael Salah – dijo luego deobservarme unos segundos, cuando dijo su nombre, sentí como si mi alma volvía ami cuerpo, ahora entendía sus ganas de llorar, porque yo también las sentía –Hola hermana – dijo sonriendo.

Los Telepatas (2°LIBRO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora