Capítulo 7

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Me sentía feliz y triste al mismo tiempo, feliz por volver a verla luego de tantos años buscándola, esperando a saber noticias de ella y su paradero; pero también me sentía triste, habían pasado muchos años, tiempo que no estuve en su vida y no pude verla crecer, ahora tenía 17 años, ya era casi una adulta y me arrepiento de mucho en este momento al verla parada frente a mí, me arrepiento de muchas decisiones que tome hace años atrás.

—Yael...– dije, todo era tan surrealista, parecía un sueño – ¿De verdad eres tú? – ella asintió mientras una lagrima resbalaba por su mejilla; sin aguantar más me acerqué para abrazarla muy fuerte, a lo que ella correspondió de la misma manera, sin contenerme deje que las lágrimas cayeran sin cesar – Temía no poder verte nunca más – dije sin soltarla.

—Yo también – dijo entre sollozos, debido a la fuerza que ejercía al abrazarme, me daba la sensación de que no me quería lejos, ni siquiera quiero imaginar las cosas que tuvo que pasar siendo una niña de tan solo 10 años, eso solo me hacía sentir más culpable.

—Creciste mucho hermana – dije alejándome para observarla, tenía los ojos hinchados, pero para mí se veía preciosa – estás hermosa – sonreí – ya eres casi una adulta – dije lo último en un susurro, aunque ella podría escucharme debido a la cercanía.

—Deberíamos entrar – comentó luego de mirarnos unos minutos – llevamos mucho tiempo aquí afuera – asentí, pero ninguna de las dos se separó mucho de la otra, caminamos unos metros más hasta llegar a un pequeño edificio que parecía por fuera abandonado, Yael toco la puerta tres veces y casi inmediatamente alguien la abrió dejando que todos pasara sin problema alguno, ya adentro los chicos se dispersaron dejándonos solas a las cuatro – antes dijiste que venias ayudarnos ¿Por qué? – podía ver que estaba preocupada.

—Hablemos en un lugar más privado – comente a lo que ella asintió, hizo un gesto con la mano para seguirla, caminos por dentro del edificio y logre darme cuenta de que eran bastantes chicos y la mayoría se veían como menores de edad, luego nos llevó a un cuarto que se encontraba al lado de las escaleras, era una oficina.

—Eres la líder – comenté a lo que Yael asintió.

—Ahora me pueden contar lo que sucede – se veía relajada a simple vista, pero notaba que estaba tensa, apretaba sus manos y tragaba saliva de forma pesada.

—Yael, tu refugio está en peligro – no iba andar con rodeos, esto era urgente y necesitaba que todo fuera rápido para lograr sacarlos de aquí lo antes posible – alguien descubrió donde se esconden y los denuncio a la policía hace un par de días, vendrán pronto y necesitamos sacarlos de aquí para llevarlos a un lugar seguro.

—Yo...– estaba sorprendida y no era para menos – Les avisare a los demás de esto... - se quedó pensando por unos segundos – ¿Dijiste sacarnos?

—Si, nosotras no somos las únicas que vinimos – dijo Elizabeth – a nuestros otros compañeros les avisamos del encuentro y dirección para que vengan, los sacaremos de aquí y los llevaremos a las islas Laurie.

—Entonces no nos debemos preparar para pelear, diré a mis refugiados que empiecen a guardar cosas esenciales – dijo para luego perderse en su mente, estaba hablando con ellos, o por lo menos con algunos, estuvo algunos minutos mirando a la nada hasta que volvió en si – Listo, comenzaran de inmediato.

—Si no te importa podemos ayudar – comento Catherine, Yael asintió.

Vayan ustedes, necesito hablar con mi hermana – les dije a ambas, ellas asintieron y se fueron.

—Yael debo hablar algo contigo – dijo con preocupación.

—¿Se trata de Lydia? – pregunto a lo que asentí – supongo que falleció – volví a asentir – lo imagine – dijo bajando la cabeza – en mis juntas con los proveedores pocas veces se habla de Lydia, y esas veces se le trataba cono la "antigua" líder – levanto la cabeza – uno solo deja de ser líder si muere, por eso lo pensé.

—Si, Lydia murió el día que nos separamos, ese día hace 7 años fue la última vez que vivió – Yael me observaba tranquila, aunque podía ver dolor en sus ojos – se sacrificó con tal de mantener a su refugio a salvo.

—Como una buena líder – dijo sonriendo de manera triste – tranquila, creo que todos estos años hice mi duelo, solo acabas de confirmar mis sospechas.

Ambas fuimos ayudar a su refugio, lo principal era guardas armas, era necesario que ninguna quedara en manos de otras personas, por lo cual eso lo primer que se guardó en sus respectivas cajas y todo se contó. La mitad nos preocupamos de eso, los demás de guardar ropa, comida y suministros médicos, las camas y demás muebles se dejarían debido a que hay suficientes en la isla y sumando que no es peligroso dejar eso aquí. Los papeles en la oficina de Yael también fueron guardados bajo mucho resguardo ya que son importantes.

Yo mientras le pedí a Zigor y Zenda que buscaran medios de transporte, los cuales encontraron, no me quisieron decir cómo, pero algo me dice que no fue de buena manera, lo importante es que teníamos vehículos para movilizarnos; solo que debido a la hora ya llegarían al día siguiente con ellos y se unirían a la mudanza.

Mientras guardábamos cosas, las cuales eran varias, me di cuenta que en el refugio de Yael hay gente joven, muchos no debían pasar de los 13-14 años, la más pequeña se veía de unos 8-9, y a mi parecer mi hermana era la mayor que aun así no lograba ser mayor de edad, verme rodeada de tanta gente joven me hace sentir mayor, agregando que me doy cuenta del paso del tiempo, yo empecé con los kinesis cerca de los 18 y ahora ya tengo casi 28 años, el tiempo pasa volando cuando hay tanto que hacer y preocuparse.

Al llegar la noche, fui a la oficina de Yael la cual seguía guardando cosas en cajas, entre sin antes tocar la puerta, ella me sonrió y pasé para sentarme frente a ella, me quede observándola unos segundos, aún me era difícil creer que este frente a mí, sonriéndome, luego de mucho tiempo puedo decir que estoy verdaderamente feliz.

—¿Pasó algo? – pregunto volviendo a guardar cosas.

—Quiero hacerte una consulta – dije llamando su atención, ella asintió sin dejar de hacer lo que estaba haciendo – ¿Qué kinesis tienes? – pregunté, era una duda que tenía desde que la vi, más bien desde que vi su vestimenta, me parecía interesante la forma de este.

—Soy una umbraquinesis – detuvo lo que hacía por un segundo para luego suspirar de forma pesada y volver hablar – y una photoquinesis – me quede paralizada, ahora entendía porque su traje era una fusión de ambas kinesis, era blanco con negro – si tengo dos kinesis, ninguna predomina sobre la otra, en ambas soy igual de buena – dijo, aunque más que feliz se notaba cansada.

—¿No te gustan tu kinesis? – pregunte.

—No es eso – se detuvo y sentó en la silla de su escritorio – cada vez que alguien sabe de mis kinesis me miran emocionados como si yo fuera casi un milagro, luego empiezan con que debería estar en un lugar seguro y no como líder, es bastante molesto – eso la cansaba, y no era para menos que se preocuparan por ella y su bienestar, los entendía.

—¿Cuántos saben sobre tus kinesis? – me atreví a preguntar luego de unos segundos en silencio.

—Mis proveedores y compañeros de refugio – dijo sin ganas – aunque no sé porque me tratan como si fuera especial – entonces no sabe sobre la profecía, si lo supiera entendería las miradas que le dan, ella es luz y oscuridad, dos kinesis que son opuestas, pero que controla a la perfección, estoy segura de que Yael es de quien hablaba Lydia.

Los Telepatas (2°LIBRO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora