Capítulo 18

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Desde que volví a casa, he retomado mi vida. Ni loca me quedaré traumatizada o encerrada en mi casa porque una loca tenía un problema con mi difunto padre y quería asustarme. Ni siquiera la muerte de mi padre me ha frenado, el que una psicopata me rapte, tampoco lo hará.

Alguien normal estaría muerta de miedo ahora mismo, seguro que hasta paranoica. Como no soy normal, paso de estar deprimida.

Hoy vamos al notario para la lectura del testamento de papá, mi madre no me ha dejado en paz. Está segura que todos sus negocios pasarán a ser míos y debo dirigirlos. La dije que no estoy preparada para coger las riendas de nada, que no seré capaz de hacerlo bien, pero como siempre, no me ha escuchado. Para ella, mi opinión no sirve.

Jane dice que tío Marc estará ahí para ayudarme y mostrarme las cosas que debo y tengo que hacer.

Estoy muerta de miedo, rezo para que Octavio no me haya dejado nada. Es imposible que no haya dejado nada a mi nombre, lo sé, pero no pierdo la esperanza.

Mi madre y yo estamos sentadas en la parte trasera de uno de los miles de coches que tenemos. Marcus es quien nos lleva al despacho del notario, no estoy nerviosa porque él estará conmigo y eso hace que me olvide que Jane está junto a mí.

Mi madre no deja de hablar, a decir verdad, no la escucho. No me importa lo que quiera o tenga que decirme. Todos mis pensamientos están centrados en cosas positivas, como en Marcus por ejemplo. Tengo miedo de enamorarme de él, pero es lo único bueno de mi vida. Bueno, no le he dicho lo de Jason, pero es por su seguridad.

Él es un simple chófer, el padre de Jason es senador, no sé si me explico. Si Jason quisiera, puede hundirle y yo quedaría como la mala del cuento.

Ahora que lo pienso, me siento fatal por no decírselo. Jason puede arruinarle la vida y eso nunca me lo perdonaría si llegara a ocurrir.

Llegamos al edificio donde se llevará a cabo la lectura del testamento. El edificio es bonito, muy moderno para decir la verdad. No sé, me esperaba un sitio más sombrío y más deprimente.

- Esto será tuyo dentro de unos instantes, querida - dice mi madre para luego, adelantarse.

Me quedo mirando cómo se va. ¿Cómo que mío?, vuelvo a mirar él edificio entero. ¿Mío?, no.

Al entrar veo a todos mirar disimuladamente a mi madre, si no la conociese, diría que lo hacen por sus pintas de viuda negra. Pero, al parecer, saben quién es ella. Obvio, todos saben quién es.

Os preguntaréis cómo es que no conocía un edificio que pertenece a mi familia. Pues es fácil, mis padres nunca me hablaron de que heredaría nada y no estaba interesada en conocer cómo se ganaban la vida. Y ahora mi padre ya no está, el marrón me lo como yo.

Solo sigo a Jane, parece saber a dónde nos dirigimos. Entramos en una sala en la que hay un hombre de avanzada edad vestido de un traje gris oscuro y unas gafas.

- Buenos días señora Guzmán - le da la mano a mi madre -. La acompaño en el sentimiento - parece sincero.

- Gracias Federico. Esta es mi hija, Natalia - lo saludo por cortesía. Hace una seña para que nos sentemos -. Por favor, ¿podemos empezar?.

- Claro - el hombre asiente -. Vamos a dar comienzo a la lectura del testamento de Octavio Guzmán de Herrera... - Jane suspira. Parece que le quería de verdad, no lo sé.

- Siento mucho el retraso - entra el tío Marc sin llamar y se sienta al lado de mi madre -. Jane, Natalia - dice con una sonrisa.

- No pasa nada - contesta el señor notario. ¿Qué hace aquí el tío?, sé que papá y él se llevaban bien, pero no como para dejarle nada -. Como estaba diciendo, doy comienzo a la lectura del testamento de Octavio Guzmán de Herrera... - después de tanto parloteo, por fin llega a donde yo quería oír -. A mi queridísima y amada esposa, Jane Lertman Guzmán, la dejo veinte mil euros mensuales para el resto de su vida, para que vea que yo siempre la he querido y siempre la querré - mi madre empieza sollozar -. La casa que compramos después de casarnos es tuya amor mío, también la casa de vacaciones que se encuentra en España, en la ciudad en la que nos conocimos - mi madre agarra fuerte mi mano, la miro y está llorando en silencio. El tío la entrega un pañuelo -. Las dos casas tienen un valor de dieciocho millones cuatrocientos mil euros - mis ojos se salen de sus órbitas. Sabía que mi casa valía mucho, pero no tanto -... A mi única y legítima heredera, Natalia Octavia Guzmán Lertman, la dejo al mando de todos los negocios que voy a citar: de cosmética "Lertman Style", de telecomunicaciones "Guztel, S.A", de hostelería (todas mis acciones y sus respectivos hoteles), que llevan mi nombre, que es también el tuyo. El bufete de abogados "Guzmán & Co", ahora pasa a ser tuyo hija mía. La casa en la montaña que me habría gustado que conocieses, con valor de seis millones, también es para ti, para que puedas disfrutarla con tus hijos, algo que yo no hice estando en vida - no sé qué decir, estoy en shock -... A mi mejor amigo y hermano Marc Díaz, le dejo el primer yate que compramos con nuestros primeros millones ganados.

- ¿Ya está? - pregunta Jane -. ¿No dice nada acerca de que Marc guíe a Natalia ni nada?.

- Lo siento, no señora Guzmán - el notario revisa bien los papeles -. No, no dice nada de eso.

- Jane, no te preocupes - tío Marc intenta suavizar la situación -. Yo siempre estaré para ti Natalia - me quedo helada. Esa voz, no me había dado cuenta de su voz.

- Gracias Marc - se despide de mi madre con un beso. Finjo que no le he visto venir, ya que iba a hacer lo mismo conmigo, salgo de la sala.

Con la respiración acelerada, camino deprisa por los pasillos para salir fuera. Veo el ascensor y entro rápido. No puedo respirar, agarro la barandilla del elevador. Cuando se detiene en la planta baja, salgo casi corriendo de ahí.

El aire golpea mi cara, se me aceleran el corazón y la respiración. Con la mirada, busco nuestro coche. Lo encuentro, Marcus está apoyado en él, corro a su alcance.

- Vámonos - entro en el coche, veo que sigue fuera -. ¡Ya! - recapacita y entra.

- ¿Y tu madre?.

- Ya se las apañará solita, es mayorcita.

- ¿Vamos a casa?.

- No, llévame a un lugar que esté lejos - le miro y me está observando confuso -. ¡Vamos! - y arranca el auto. En el retrovisor observo a mi madre saliendo del edificio, se enojará un montón.

A decir verdad, siempre me han dado igual sus enfados. Por mucho que se enojase conmigo, no me afectaba ni un poquito.

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Durante el trayecto, no digo nada. Me quedo mirando a través de la ventanilla, lo que me hace reflexionar acerca de mi futuro.

Niña mimada, solitaria y rebelde debe hacerse con las riendas de su familia. No estoy preparada porque no me han preparado para esto, simplemente me han dado cosas que no he pedido y no quería. Estoy más perdida que nunca, jamás pensé que diría algo así, pero creo que es verdad. Estoy tan perdida que quiero que la tierra me trague y desaparecer. No soy fuerte, aunque lo intente, no lo conseguiré.

Creo que esto sí es madurar, tomarse las cosas enserio y cambiar el rumbo de las cosas. Tal vez madurar signifique querer hacer las cosas bien. Pues lo estoy intentando, luego estoy madurando.

No tengo ni idea de dónde estamos, pero hemos pasado mucho tiempo en el coche y este lugar está demasiado alejado. Siento la mirada acusadora de Marcus, no digo nada.

Tengo miedo, por primera vez en mucho tiempo, tengo miedo de afrontar la cruda realidad que me rodea. Tras un largo tiempo en silencio, él lo rompe con una pregunta.

- ¿Entonces vas a decirme por qué hemos huido de esa forma?.

- Creo que mi tío es quien me secuestró.

1º. Mi Chófer (Bilogía Empleados) [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora