"¿me llevas a casa, Evan?"

31 1 0
                                    

A día de hoy no sé que hacía allí, todo aquel lugar me parecía horrible, todo olía a humor, a tabaco.

Veía como todos bebían, como se pasaban todo tipo de sustancias y como bailaban tan pegados y sin control, me preguntaba si era posible que, de tanto restregarse, sería posible que se transmitieran algún tipo de enfermedad.

¡Vamos, Grace! –llamó mi atención, Emma, la novia de mi mejor amigo, con quien bailaba frente a mi.– ¡Sonríe un poco, vas a espantar a los chicos!–volvió a hablar, suspiré y sonreí con algo de falsedad, lo cierto era que me daba igual espantar a los chicos. Tan sólo había ido a aquella fiesta porque apenas empezaba el verano y Kevin me había suplicado ir,así su madre creía que sería más responsable de lo que estaba siendo.

Cuando ellos fueron a saludar a no sé quién caminé hacia donde estaban las bebidas, me agaché y vi que son todo cervezas. Hice una mueca y suspire caminando hacia lo que supuse que era la cocina.

Entré y me acerqué a la nevera en busca de un jugo o alguna bebida que no tuviera alcohol en ella, porque así era; la única persona de 18 años que pasaba de acabar en un hospital por culpa de u coma etílico. De imprevisto sentí una mano desconocida posarse sobre mi glúteo derecho. De un grito y  un con rapidez, giré mi cuerpo dispuesta a encarar al propietario de dicha mano, me encontré cara a cara con un rubio rapado de ojos enormes y sorprendentemente rojos, al  igual que cristalizados.  

Hola, bonita.–su voz era ronca, sonaba rasgada. Sus manos tomaron mi cintura para acercar así mi cuerpo al suyo de manera brusca y tosca.

Amm, ho-hola.–respondí titubeante y confusa, no entendía su necesidad de abordarme de esa forma, aunque, siendo honesta; si lo hubiera hecho de cualquier otra manera seguía rechazándolo. 

Mira seré directo; eres guapa, yo soy guapo, ¿follamos?–sonrió dejándome ver aquella dentadura amarillenta y torcida, posiblemente por no haber tenido una buena higiene bucal. Inmediatamente fruncí el ceño aún confusa pero esta vez con mucha indignación.

¿Qué? ¡no! que asco.–lo empujé y él se limitó a sonreír sin gracia haciéndome notar como su paciencia se agotaba, el apretado agarre que tenía al rededor de mi cintura también me facilitó dicha información.

¿Por qué no? Vamos.–insistió pegando mi abdomen al suyo, sentí arcadas que no me detuve a  demostrarle a medida que lo empujaba tratando de zafarme de su asqueroso agarre, estaba a punto de gritar cuando fui interrumpida. 

Te ha dicho que no, suéltala.–oí un voz masculina ajena a nosotros, era un chico de tez morena, con un vaso rojo de plástico, estaba a un metro de nosotros serio mirándonos.

¿O si no qué?–habló el neandertal con sus aires de machito ibérico, inconscientemente rodé mis ojos poniéndolos en blanco.

Si no, te tendré qu...–empezó a hablar el moreno aunque e fue inevitable no interrumpirlo, era todo tan cliché e innecesario.

Dios, ¿por qué a ?–gruñí ya cansada de tanta testosterona, sin pensarlo demasiado alcé mi rodilla hacia su entrepierna impactándola a lo pocos segundos, causándole un dolor que no podría describir. Por fin me había soltado para poder sujetar sus genitales y farfullar algún que otro insulto contra mí.

teen romance.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora