FELIZ CUMPLEAÑOS VIDA

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En medio de la noche, la fría brisa arenosa entraba por entre las cortinas de su habitación, de alguna forma aquella calidez de la que era fuertemente envidiado y afortunado a la vez en poseer, no se hallaba por ningún lado; su habitación yacía fría, sola, sin un atisbo de él.

–Me prometió que estaría aquí para el amanecer –Pensaba al tiempo en que cubría su piel un poco para asomarse por la ventana una vez más–. En la aldea cada uno de ellos me necesita para protegerles, pero tú no estás y yo te necesito a ti, tú lo prometiste, por favor no me falles –Viendo como la oscuridad en su momento pleno inundaba toda la Aldea que embargada de plena seguridad, retozaba tranquila sabiendo que su máximo líder estaba allí para protegerles.

– ¿Papi? –Mascullaba un pequeño bultito de cabello rojo y ojos tan azules como el cielo asomándose por entre las sabanas, viéndole entre dormido y con un deje de curiosidad que ya conocía perfectamente.

–Pensé estabas dormido mi amor –Sonriéndole a su hijo, parte de su más grande tesoro–. ¿También lo extrañas? –Observando como su pequeño efectuaba un puchero para con sus manitas comenzar a limpiar sus lágrimas y así elevar sus brazos hacia él–. Ya llegará, estoy seguro también piensa en nosotros en este preciso momento y ya quisiera estar aquí –Sonriéndole al niño que se abrazaba a su cuello para darle un beso en la mejilla e invitarle a dormir con él.

–Papi quiere, con nosotros, papi y yo y tu –Balbuceaba el pequeño que entre sollozos bostezaba acurrucado en el regazo del Kage.

–Sí, nos quiere mucho –Besando su cabello completamente brillante y recordando con tristeza como desde hace ya algún tiempo, su esposo había partido a cumplir sus funciones luego de haber tomado vacaciones, su hijo le extrañaba; él le extrañaba, un clon ya no era suficiente, no era el completamente y su energía no bastaba para seguir ayudando a su hijo. Ambos habían logrado tenerlo gracias al poder los bijuu pero hasta que no se desarrollara por completo en la adultez, debía recibir del chakra de sus progenitores casi a diario. Solo así podría sobrevivir hasta después de la pubertad–. Naruto, me haces tanta falta Uzumaki –Recordando aquella última noche en que se entregó a él antes de partir, a cada caricia y a cada beso suyo–. Tú lo prometiste –Tratando de ahogar el quejido que amenazaba por salir, acompañado de un par de ojos iluminados por las lágrimas que nunca pretendían hacerle caso alguno.

Pronto, sus ojos cansados dejaron de mirar para totalmente dormidos, aguardar a los primeros rayos del sol, que imponente desde muy temprano comenzaba su faena en la gran Aldea de la Arena.

Y entonces, como un milagro de los cielos, le sintió. Su olor, su manera de llegar, esa caricia que recordaba cada día de su vida y ese rozar de labios en sus mejillas.

–He llegado, ya estoy aquí ttebayo –Decía totalmente fascinado un rubio vestido elegantemente que, con un niño cargado completamente feliz, le sonreía pícaramente y con una felicidad que no le cabía en el pecho– Despierte Kazekage-dono, despierta mi cielo.

–Papi otra vez –Le decía el niño señalando al pelirrojo cómplice de todo, a lo que su padre volvió a intentar rozar sus labios con la mejilla pálida del joven, siendo sorpresivamente recibido por dos labios que demandantes le engullían por completo en un beso apasionado y lleno de ansiedad.

–Te extrañe mi amor –Le miraba serio para luego abrazarse fuertemente a su esposo–. Otro clon –Pensó algo alterado para ser ayudado a vestirse y ser recibido con un desayuno apetitoso, como cada uno de los días en su ausencia–. No eres tu Uzumaki... –Mirándole y sintiendo instantáneamente como una parte de él faltaba, como si su amado esposo, su compañero, su amigo y amante, estuviese presente en un sueño nada tangible o real, solo utopía de su rubio, parte incompleta del hombre que logro cambiarle, que le daba las mejores noches que un humano cualquiera pudiese llegar a vivir y el mismo que le había dado a su hijo–. Naruto no eres tú... –Viéndole con una expresión llena de tristeza mientras esta vez un sorpresivo beso llegaba a su mejilla al tiempo en que el rubio le pasaba el niño a su nana; quien con gran cariño le recibía en brazos para salir de la habitación.

EL RENACERWhere stories live. Discover now