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—¿Namjoon? —preguntó Jungkook, golpeando la radio. No había caso, la señal estaba muerta.

Frunció el ceño en cuanto las puertas se abrieron y frente a él se pintó un ambiente oscuro, como si hubieran apagado las luces. Pasó saliva escuchando los silbidos del viento y ecos extraños a lo lejos. Parecía escenario de videojuego de terror, mas no era así, era real.

Sacó la linterna de su cinturón y apuntó junto con su arma, notando que era el mismo edificio, pero a oscuras y algo descuidado. Habían telas de arañas, plantas en algunos rincones y algunas paredes se veían quebrajadas o sucias. Estaba abandonado.

Asomó su cabeza por el ascensor, mirando hacia ambos lados. Nada. No había absolutamente nada.

¿Se suponía que ahí había llegado Min Yoongi? Porque él no se lo hubiera pensado dos veces y hubiese regresado a la dimensión a la que pertenecía. De todos modos ya estaba ahí, y nada perdía con buscarlo. Después de todo, el ascensor seguía en su lugar, ¿no?

Salió de la caja de metal, con una muñeca arriba de la otra en la doble función de alumbrar y apuntar. Algo en aquel lugar le hacia ponerse la piel de gallina y no le gustaba nada. Comenzaba a sudar sin motivo alguno. Quizás era una versión oscura de su realidad. ¿Y si intentaba salir a la ciudad?

Bajó en sigilo las escaleras, inspeccionando todo con la mirada. Buscar en cada departamento le llevaría un buen rato y aun no sabia si estaba en peligro allí. Meterse en un lugar sin salida podía significar el fin, por lo que tendría que investigar en los alrededores.

El ruido de unas garras chocando contra el suelo seguido de un chillido lo hicieron sobresaltarse. Volteo asustado apuntando escaleras arriba. No veía nada, pero estaba seguro de que había provenido de unos pisos superiores al suyo.

No lo dudó ni un instante y continuo bajando tan rápido como sus piernas se lo permitían, sin darse el lujo de bajar el arma ni la linterna.

En cuanto llegó al primer piso, una luz provenía de la puerta de salida, así que corrió de inmediato hasta aquel lugar, saliendo del edificio. Volteo para alumbrar el interior, asegurándose de que nadie lo siguiera y sintiéndose algo más a salvo en la luz. De nuevo nada.

Se apoyó en una pared sucia, agitado por la corrida. ¿Realmente había una amenaza allí o solo se trataba de su mente jugandole una mala pasada? Quería creer que la segunda. Que todo era una alucinación, que nada era real. Gotas de sudor resbalaban por su frente y pegaban sus cabellos oscuros a su pálida piel. Nunca había sentido terror como tal en toda su vida. Su corazón parecía ser capaz de atravesar su chaleco anti-balas.

Alzó su mirada, para llevarse la sorpresa de que no se encontraba en una calle, sino en una muy mal cuidada estación de subterráneo.

Caminó por el anden, guardando su linterna pero conservando su arma. Silencio era lo que reinaba allí, nada de viento ni de raros chillidos. No sabia si eso era bueno o malo.

Se paró en el borde del anden, mirando hacia ambos lados en las vías, sin poder ver más lejos. En frente, una pared de ladrillos con carteles publicitarios en blanco. Giró sobre sus talones para mirar el sitio. No había escaleras, ni salida, ni publicidades, ni molinetes, ni siquiera un puesto de comida y una de las luces parpadeaba. Todo era igual de abandonado que dentro del edificio, que extrañamente estaba conectado a esa estación. Era la única puerta que había, pero no pensaba volver a entrar allí... al menos por el momento.

Sigiloso y prestando atención, se acercó hacia lo único interesante que había allí: Un mapa con las estaciones del subterráneo. Pero se llevó una sorpresa al notar que donde estaba no había un nombre, y llevaba a una única estación final llamada Omelas. ¿Cómo debía sentirse? ¿Estaba en medio de lanada? Quizá estaba delirando en verdad o solo era un mal sueño.

Escape de Omelas | KookTae (Lado A)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora