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Jungkook no supo cuanto tiempo estuvo ahí dentro. Había perdido totalmente la noción de las horas con tan solo un rato de estar encerrado. ¿Qué iba a pasar si no salia de ahí? ¿Qué iba a hacer Namjoon cuando notara que no regresaba? O peor... ¿Qué iban a hacerle a ambos ahora que lo habían descubierto.

Un fuerte portazo lo sacó de sus pensamientos. Su vista se fijó en la puerta, un hombre estaba allí parado, y en seguida supo que se trataba del dizque padre de Jimin. La luz grande se encendió, haciéndole achinar los ojos ante la molestia. Se podía ver perfectamente la mugre y asquerosidad que era aquel lugar, no solo el suelo, sino también las paredes. De igual modo, dejó a Tae detrás suyo, en modo protector.

No sabía desde cuando había bombilla de luz.

—Me decepcionas, Jungkook. Creí que eras alguien comprensivo. —dijo el hombre, sin moverse de su lugar, mientras lo miraba con ojos desafiantes, cruzado de brazos de forma altanera.

—¿Alguien comprensivo? —dijo Jungkook, largando una amarga risita.— Si ser comprensivo es apoyar esta mierda prefiero no serlo.

—Es necesario esto. Omelas debe tener un balance y uno debe ser quien soporte todas las injusticias a cambio de que todos los demás sean felices. No podemos sacrificar a todos por uno solo, por eso es uno solo el que toma ese lugar. —explicó.

—¡Es una porquería, todo este mundo es una porquería! Pero pronto se les va a acabar este jueguito.

—Aun tienes una ultima oportunidad de entenderlo y salir de aquí, para ya nunca volver a tocar a este maldito. —posó su vista en Tae, quien se escondió detrás de Jungkook, aun poco acostumbrado a la luz.

—No tengo nada que pensar. —negó, pasando un brazo por los hombros de Tae y acercándolo a él.— Y no me da asco tocarlo, es una persona como todos aquí... Aunque en realidad no es como todos, ¡por que los que dan asco son ustedes y sus inventos absurdos!

El hombre largó un suspiro, negando como si realmente le diera pena que Jungkook pensara así, pero la verdad es que le daba igual. Total, no tenía poder alguno allí.

—No digas que no te lo advertí... —movió su mano, llamando a los hombres que lo acompañaban.

—¡Me importa una mierda! —abrazó más fuerte de forma protectora a Tae.

—Denle su merecido y quitenle la ropa. —ordenó.

Los tipos asintieron y bajaron las escaleras tronando sus dedos, con cara de que iban a disfrutar aquello. Como si estuvieran entrando al ring.

—No. —exclamó Tae, asustado con lo que pasaba y se aferró a Jungkook con la poca fuerza que tenia.

Jungkook se alejó de Tae para que no le hicieran nada, pero aún así no pudo evitar que los alejaran de un tirón, dejando a Tae en un rincón y llevándose a Jungkook a otro. Un tercer tipo bajó las escaleras, y entonces supo que no iba a tener chance alguna.

Recibió el primer golpe en su mejilla, defendiéndose de inmediato cuando deposito un puñetazo en aquel tipo, pero eso solo logró que los demás se desataran y se le fueran encima entre los tres.

Tae lloraba en su rincón, sin saber que hacer, sintiéndose inútil. Cerró fuertemente los ojos y tapó sus oídos no queriendo escuchar las quejas de Jungkook ante la golpiza que estaba recibiendo. Él creía que era alguien bueno, el único, y que no se merecía eso, ¿pero que podía hacer él?

Tirado en el suelo con su labio y su nariz sangrando, entre los tres se encargaron de desvestir a Jungkook, dejándolo sin nada. Había sido fácil, pues ahora todo le dolía y aun le faltaba un poco el oxigeno a causa de los golpes en su abdomen. Solo rogaba que no le hubieran roto nada.

Escape de Omelas | KookTae (Lado A)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora