ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 𝟺

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La clase de biología siempre fue una de las preferidas de Sarada, adoraba saber del cuerpo humano, le parecía interesante, pero justo en este instante, era de lo peor.

El tictac la volvía loca, mordió de nuevo su bolígrafo y miró sobre las gafas para ver el reloj sobre la pizarra, faltaban treinta y ocho minutos para que sonara la maldita campana. Centró su vista en su cuaderno, tenía que concentrarse en su cuaderno y terminar el resumen, si, eso tenía que hacer, pero se cabreó más al saber que ya no tenía nada que hacer, ese punto final en la hoja cuadriculada le hacía tener que esperar media hora sin hacer nada.

No sabía por qué se sentía así, sólo iba a hacer una entrevista, era todo, ni que fuera algo tan emocionante... Sólo era su tío, que era mucho mayor que ella, pero eso no le quitaba lo guapo y... ¡No, Alto ahí! Es tu tío Sarada, incluso puede que tenga novia... No, No puede ser ¿y si tiene esposa? No...

—¿Señorita Uzumaki?

Ella se tensó y alzó la vista sorprendida ¿le habían hecho una pregunta y no contestó? Con pánico habló: —¿Si...?

—¿Te encuentras bien? Estas muy pálida, puedes ir a la enfermería si...

—Claro, no... —esa era su oportunidad—, no me siento bien, gracias profesora. Tenga linda tarde —titubeó, tomó su mochila y salió de prisa.

¿Qué te pasa? Se preguntó así misma mientras caminaba hacia el baño, tenía que relajarse, aún estaba muy nerviosa. A penas abrió la puerta del baño, se dirigió al espejo, todo estaba en orden, agradecía no llevar maquillaje porque tendría que arreglarlo y era una molestia. Mojó sus manos y se intentó acomodar el cabello con los dedos, agradecía enormemente tenerlo lacio, con un poco de movimiento lo tenía en orden.

—¡Sarada! —Chou abrió la puerta y se estrelló en la pared con fuerza.

—¿Qué? —atónita, se tocó el pecho tranquilizando a su pobre corazón.

—¿A dónde vas? Nunca sueles entrar al baño después de clases —se miró al espejo y acomodó sus cabellos también.

—Tengo que hacer la entrevista.

—¿Si encontraste a un criminalista? Que suerte la tuya, yo aún no hago la mía.

Ella negó algo divertida. La campana sonó y se sobresaltó. —Me tengo que ir, nos vemos.

Salió corriendo hasta llegar a la salida, cruzó las puertas y observó los autos esperando ¿de qué color era el suyo? Ni siquiera eso recordaba. Suspiró y comenzó a caminar, bien hecho Sarada, podías memorizarte el olor de su colonia, pero no el color de su auto.

El claxon de un auto la asustó, volteó decidida para reclamarle al tipo, pero se detuvo al verlo. Su corazón quería escaparse de su pecho y lanzarse a él y, justo eso, le molestaba. No podía explicar porque justamente con él, no lograba controlar sus emociones. Sonrió y con timidez se acercó al auto, él salió de inmediato y le abrió la puerta.

FIND ME 『EN EMISIÓN』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora