Uzumaki Boruto, no puede superar la muerte de su mejor amiga. Harto de que todos crean que fue un accidente, decide convertirse en un Criminalista para probar lo contrario. Pero por cuestiones de la vida, retorna a esa ciudad donde los recuerdos lo...
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La muerte por ahogamiento, está catalogada como de las más dolorosas y angustiantes. La persona que se está ahogando lucha por su vida durante 90 segundos por respirar en la superficie, sin embargo, respira agua, tose y vuelve a respirar agua hasta que sus pulmones se inundan.
Dicen que existe una sensación de quemadura cuando el líquido invade la vía respiratoria, luego sobreviene un estado de calma y tranquilidad.
Muchos quieren esa sensación al morir, pero aquella, se produce por falta de oxígeno al cerebro, es ahí cuando finalmente el corazón deja de latir y se produce la muerte cerebral.
Lo peor de todo, debe ser la impotencia de saber que no podrás hacer nada, solo mantenerte lo suficientemente consciente como para recordar los momentos de tu vida más preciados.
Eso era lo que Sarada tenía en la mente al sentir el agua rozarle la barbilla. Con los puños cerrados y las piernas temblorosas, inhaló y exhaló como Mitsuki le ordenó, eso la tranquilizó un poco y creyó, por un momento, que lo estaba logrando, pero de nuevo sucedió; la gran necesidad de querer gritar su nombre.
"—¡Boruto!"
—Comienzo a creer que el agua no es lo que realmente te asusta —las manos de Mitsuki, envolvieron su cintura con seguridad. Retrocedió con ella hasta subir los escalones con lentitud. Él había notado como sus ojos se turbaron y estaba seguro que, sino intervendría, sucedería de nuevo; se perdería—. ¿Qué es lo que realmente te atormenta?
—Es... complicado —Sarada palpó con inseguridad la orilla de la piscina, con el temor de resbalarse y ahogarse, aunque sabía que era casi imposible; el agua solo llegaba hasta su barbilla. Se sentó en el escalón más cercano, con el agua cubriendo solo hasta sus rodillas y dejó salir todo el aire que comenzaba a pesarle en los pulmones.
—Sientes atracción hacia un familiar, ¿Acaso hay algo más complicado que eso?
Vergüenza era poco para describir su rostro, era un auténtico poema. Y aunque admitirlo le costara la dignidad; tenía razón. Confesárselo a su amiga no había sido suficiente, tenía que ir con un especialista y su psicólogo fue lo mejor que se le ocurrió. Cuando se trata de temas complicados como estos, es mejor tener el consejo de alguien que no sabe nada de ti y solo te guía por el camino de lo correcto y más sensato.
Ella lo había aceptado; le atraía de una manera que todavía no podía creer, pero prefirió guardar esa atracción en lo más profundo de sus sentimientos, en un cofre donde no se atrevería a abrirlo al menos que tenga un buen motivo para hacerlo.
—¿Desde cuándo la conoces?
La pregunta la tomó desprevenida, no entendió hasta que los ojos dorados de Mitsuki se posaron en Nana, el bello Husky que no le quitaba la mirada de encima.
—Parece que quiere matarme cada vez que te tocó —él tocó los hombros de Sarada y Nana se levantó a la defensiva—, pero solo cuando estás en el agua —agregó en un murmuro inaudible.
