Capítulo Ocho

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—Chiaro. Per me non c'è nessun problema —respondió él y luego sonrió.

—Gracias, Finn —dijo Sadie y luego me miró.

—Español, por favor —dije y los dos rieron.

—Que si, que no hay problema —dijo mi amiga.

Miré a Finn.

—¿Seguro que no tienes cosas que hacer y te estoy quitando el tiempo sólo por mi capricho? Porque puedo esperar a que Sadie tenga tiempo, no hay prisa, de verdad.

—No —me respondió —Por mí esta bien, a menos que no quieras ir conmigo —río.

—No, digo, si —sacudí la cabeza —Quiero decir, gracias por llevarme.

—A Finn le gusta ese lugar, seguro que está más que encantado. Él te puede dar el Tour —bromeó Sadie.

—Y para mí sería todo un placer —se río el interpelado, y mostro todas las perlas blancas que formaban su sonrisa, en la que por un lacónico segundo, me perdí.

—Gracias —musité y me giré de nuevo a mirar la televisión.

Me había asustado un poco un inusual hecho, desvíe completamente mi atención de mi mejor amiga y su novio a propósito, debido al pensamiento que la reacción había producido y me puse a pensar en eso. ¿Por qué encontraba a Finn muy atractivo? Sí lo era, pero lo que realmente me preguntaba era ¿por qué todo en él causaba una sensación extraña en mí? Miré de reojo a la feliz pareja a mis espaldas, y pude ver la sonrisa de Finn volar hacía Sadie. Entonces llegué a una conclusión fácil. Estaba deslumbrada por él. Por supuesto, era el joven más apuesto con el que me había topado en toda mi vida. Me reí discretamente, que suerte la de Sadie.

—¿Te quedas a cenar? —preguntó ella, luego de un rato —¿Sabes? Con Mills se me ocurrió una idea hoy, ¿por qué no salimos un día los cuatro? Nosotros tres y Noah —explicó ella sin esperar la respuesta de su novio a la primer pregunta.

—No, cielo, no puedo quedarme. Hoy hay cena familiar —torció el gesto —Y lo de la salida los cuatro suena estupendo, le comentaré a Noah hoy.

¿Debería preocuparme? Sabía que Sadie ocultaba muy adentro de ella la idea de emparejarme con alguien, pero al pensar en el hecho... ¿qué tan malo podría llegar a ser si se trataba del hermano de Finn? Seguro también era apuesto.

—Hasta mañana, vendré a desearte buena suerte antes de que te vayas —dijo Finn a su novia y luego besó su frente.

—Gracias, amor.

—Millie —me giré a mirar a Finn de nuevo al escuchar mi nombre —Mañana tenemos muchas cosas por hacer, espero no te canses —sonrió.

De pronto sentí una emoción que no pude explicar, un ligero entusiasmo allí, cerca de donde se encontraba la fierecilla enjaulada.

—Hasta mañana —musité y le devolví la sonrisa.

Sadie y Finn salieron hasta la puerta en donde tardaron más de cinco minutos en despedirse; traté de no pensar en ello, por que a fin de cuentas, su manera de decirse adiós era algo que a mí no me incumbía.

Luego de que oí la puerta cerrarse, Sadie se sentó a mi lado en el sofá y luego suspiró.

—¿No es perfecto? —preguntó.

—¿Qué cosa? —inquirí, confundida.

—Mi novio —musitó, con aire de orgullo.

Yo reí, pero no dije nada. Aun cuando Sadie me lo había preguntado no podía decirle lo que pensaba. Si, sí era perfecto, pero por alguna extraña razón, mi boca no podía soltar esas palabras enfrente de mi amiga.

—¿A qué hora te irás mañana? —pregunté.

—A las seis.

—¿De la tarde?

—De la mañana.

Abrí los ojos como platos y la miré.

—¿Seis de la mañana? Y ¿a qué hora vendrás?

—No lo sé —musitó y luego torció el gesto —La Isla de Torcello está un poco lejos, quizá venga como a las cinco de la tarde.

—Pero si sólo te harán una entrevista, ¿por qué tardarás tanto?

—Porque si me aceptan, me quedaré para que me capaciten o algo así —se encogió de hombros.

—Voy a extrañarte —hice un puchero.

Ella río.

—Me extrañarás más si consigo el trabajo, porque saldré hasta las ocho de la noche —volvió a reír esta vez y me uní a su risa.

—Sad, estoy cansada, me acostaré ya —dije.

—¿Tan pronto? Pero si son las ocho de la noche.

—Ocho cuarenta —corregí —y si, estoy muy cansada y quiero dormir.

Bueno, de lo que había dicho, sólo la primer parte era cierta por que tenía miedo de volver a soñar la misma pesadilla de la noche anterior.

—Está bien. Buenas noches.

—Buenas noches —me levanté del sofá y caminé hasta mi habitación.

—¡Ah! Mañana te tienes que levantar temprano —me aviso —Finn vendrá antes de que yo me vaya y luego te llevará al Puente de los Suspiros.

Me detuve antes de entrar a la habitación.

—Genial —mascullé, y sonreí.

Me introduje a mi habitación y me arropé para dormir, luego me acosté en la suave cama y me cubrí con las sábanas. Me quedé mirando el techo en total oscuridad, y alcanzaba a percibir el sonido del televisor proveniente de la sala.

Sentí el entusiasmo crecer con cada minuto que pasaba, mañana iría al famoso Puente de los Suspiros, un lugar que he querido visitar desde que Sadie se vino a vivir aquí; pero había otra razón para alimentar ese entusiasmo, y  era que pasaría con buen rato con Finn. Pero aun no sabía porque esa idea me entusiasmaba tanto.

Los golpes en la puerta me despertaron y entonces me percaté de la voz de Sadie del otro lado.

𝐄𝐥 𝐦𝐚𝐧𝐮𝐚𝐥 𝐝𝐞 𝐥𝐨 𝐩𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨 | Fillie | PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora