Capítulo Cincuenta y Cinco

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—¡Sadie! —me levanté, desconcertada —Yo no... —intenté explicar.

—¿Tú no qué? Te acabo de escuchar, Millie —las lágrimas salían de sus ojos como si fueran caballas de carrera, desatrampados por ganar —Oí cuando se los dijiste a Noah, ¡eres una traidora! —gritó y al instante, sentí el sonoro golpe de la palma de su mano contra mi mejilla, produciendo un ardo instantáneo y el seguro enrojecimiento de mi piel.

Tan duro fue el golpe que, la cara se me desvió hacía un lado y Noah tuvo que retener a Sadie.

—¡Sads, tranquila! —le ordenó asustada.

—¿Cómo quieres que esté tranquila? Si mi supuesta mejor amiga me traicionó, claro, ahora entiendo todo —no dejaba de llorar y el coraje era leíble en su rostro.

Los nudos se habían quedado atascados en mi garganta, y el corazón, hecho pedazos en mi pecho, latía angustiado. Mis lágrimas eran de amargura, deseaba fervientemente que todo esto fuera una pesadilla.

—¿Cómo no me di cuenta antes? ¡¿Y tú no pensabas decírmelo?! —me empujó y Noah volvió a sujetarla.

—Sadie...

—¡Te abrí las puertas de mi casa! ¿Y me pagas robándote a mi novio? —seguía farfullando llena de furia e hizo caso omiso a la voz de Noah —¡Que estúpida! No puedo creer que tú... —se quedó a la mitad de la frase, le dolía bastante. La conocía y sabía que estaba hecha pedazos, cosa que sólo sirvió para hundirme más en la miseria. Seguía sin poder hablar, sólo lloraba y miraba a Sadie —Hace algunos minutos estaba llorando porque te ibas —farfulló —ahora entiendo la razón, que cobarde —siseó —pero ¿sabes? Me da gusto que te largues, hipócrita —me dió una última mirada despectiva, dolida, y se dio media vuelta para salir de la habitación.

Me quedé inmóvil, dejando que mis lágrimas se suicidaran sin piedad; respirar me era difícil y sentía que me faltaba el aire.

Noah me miró, decepcionado.

—Ve —alcancé a susurrar, con el hilo de voz que salió de mi garganta —no la dejes sola.

Las lágrimas no se cansaban de salir y parecía como si nunca se acabaran, esto no debió de haber terminado así, ni siquiera debió tener comienzo.

Me quedé inmóvil durante un par de minutos y luego, miré a mi alrededor, ya no volvería a ver a Noah y no había tenido la oportunidad de decirle adiós. Busqué con la mirada de algún cuadernillo y divisé una hoja encima de su escritorio; tomé un bolígrafo y garabateé sobre el papel en trazos largos:

Me lo dijiste, lo sé.

Disculpa todo el daño que hice, que le hice a ella. Era lo que menos hubiera querido que pasara. Agradezco todo lo que hiciste por mi, gracias por entenderme.

Fuiste m mejor amigo y nunca voy a olvidarte.

Perdóname.

Te quiero.

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Lo dejé sobre su cama y luego, con un nuevo dolor en el pecho, salí de aquella habitación. Me deslicé como ánima en pena escaleras abajo y cuando bajé a la sala para cruzarla y llegar hasta la puerta, la mirada de la madre de Noah me detuvo.

—¿Estás bien? —me preguntó.

Mantuve mi mirada baja, avergonzada y negué con la cabeza.

—¿Quieres una taza de té? —me ofreció, afable.

—Tengo que irme, se me hace tarde. Gracias de todos modos —musité e intenté dar el primer paso hacia la puerta.

—Antes de que te vayas —dijo —quisiera decirte algo —me detuve y giré sobre mis talones, despacio, la miré.

Su rostro, dulce como el de toda madre, tenía un tono rosado en las mejillas, como un durazno. Su cabello era igual de rizado que el de Finn y del mismo color castaño que el de Noah. Me sonrió.

—La traición es algo muy fuerte —musitó, acercándose y la miré con ojos asustados. Ella río —Aquí las paredes no son muy sólidas —explicó —Además uno intuye cosas cuando las ve salir por la puerta, llorando.

Me sentí más avergonzada que antes y bajé la mirada.

—Lo que quiero decirte —me levantó el mentón, con delicadeza —es que la traición puede llegar a ser muy dura, muy profunda, viniendo de una persona a la que se quiere. Pero, más allá, el amor es más profundo y fuerte.

Me le quedé mirando, confundida, ¿qué era lo que me estaba diciendo? Sollocé.

—Cariño —ella vió la confusión en mi rostro, tan palpable como mis lágrimas —¿Tú amas a mi hijo, Finn? —se me paró el corazón, pero antes de que pudiera contestarle, ella siguió hablando —Sadie es muy buena chica, trabajadora, educada, bonita; me gusta que Finn salga con ella. Pero no se trata de lo que me guste a mí o al resto de la sociedad, se trata de la felicidad de mi hijo. Todos cometemos errores, cariño. Pero siempre recuerda que cualquier otro poder en el mundo y al final  de cuentas, aquellos errores, son los peldaños de una escalera que nos lleva a nuestro destino.

El silencio me rozó con el aire, quise asimilar y comprender, una por una de sus palabras. Ella me sonrió.

—Buen viaje —me acarició la mejilla.

—Gracias —musité, más confundida que antes.

Salí por la puerta y el corazón se me encogió de angustia, una vez más. ¿Cómo iría de nuevo hasta el departamento? Noah se había ido con Sadie y yo, difícilmente recordaba el camino. A pie iría más de treinta minutos, si es que llegaba.

Era el colmo de mis desgracias.

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Hace tantos meses que no adaptaba esta historia que es extraño volver con estos personajes.

Es bueno volver, ¿saben? A pesar de que me siento una intrusa en esta historia me gusta recordar mis días en el fandom, eso fue hace un año y parece que fue ayer ay.

¿Qué les pareció? ¿Creen que la actitud de Sadie es la correcta? 🤔 o ¿debió aclarar las cosas con Millie? ¿Cómo creen que será la nueva vida de Millie en California?

Si por ahí están cansados de esperarme lo cual es entendible pueden leer la historia en donde yo la adapto que es la versión de Shawn Mendes, la pueden encontrar muy fácil, así la terminan de leer y todo.

Sin más que decir una amante de los croissants se retira.

𝐄𝐥 𝐦𝐚𝐧𝐮𝐚𝐥 𝐝𝐞 𝐥𝐨 𝐩𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨 | Fillie | PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora