Capítulo 4

9 1 0
                                    

Whoever He is

Capítulo 4

Encendimos la radio y se escuchaba la armoniosa melodía de R U Mine de Arctic Monkeys y como siempre Ashton demostraba con las manos su forma de imitar la batería, era muy talentoso a decir verdad, tenía un buen talento para la batería.

Aparcamos frente a la casa de Jean, no la recordaba tan mal cuidada y vieja, no había una sola luz encendida adentro, no había señal de movimiento en ninguna parte. Me di vuelta para ver si ella aún seguía dormida, y como lo presentía, lo estaba.

— ¿La despiertas tu o la despierto yo? — Preguntó. — Porque si no la despiertas tú, la despertare para que deje de babear  mi auto.

De un segundo a otro, recordé que ella no se acordaba de mí, ella creía que era un chico nuevo en la escuela. Seguramente se asustará cuando se dé cuenta que yo sé dónde se encuentra su casa y ella no sabe ni mi apellido.

— ¿Qué diablos hago aquí? —Dijo Jean— ¿De quién es este auto? ¿Quiénes son ustedes? —su tono era nervioso.

— Jean, soy yo, Luke. —contesté irritado.

—¿Quien? Espera ¿El chico nuevo? Dios santo... ¡Sáquenme de aquí! —forcejeó la puerta, pero tenía seguro. No teníamos ninguna mala intención, solo la llevamos a su casa ¿Qué le pasa?

— O te calmas, o te coseré la boca. —Ashton me lanzó una mirada y se agarro la sien con los dedos, para darme a entender que me tranquilice, sabe que pierdo los carriles con facilidad.

— Escucha, preciosa —comencé— estabas en la calle, al parecer te has pasado un poco de la línea con el alcohol, te pregunté donde vivías, te desmayaste y fin de la historia.

Okey, nada mal. No creí que podría salirme tan fácil fingir la naturalidad.

— Ábreme la puerta, ya. —vaya carácter, pensé.

— ¿Las palabras mágicas? —dije ya cansado.

— ¡Ábreme la maldita puerta!

— Luke déjame abrirle la p... —habló Ash. — Deja que aprenda algo de modales. —interrumpí.

— Pero sí que eres terco —resopló ella — Por favor. —dijo Jean entre dientes.

— Ya escuchaste a la dama, ábrele la puerta.

Ashton quitó el seguro de la puerta y ella inmediatamente la abrió y salió por ella, a pasos pesados, pero rápidos. 

Bueno bueno, ¿Que tenemos aquí? Lindas piernas por cierto.

— Un gracias no daña a nadie —bajé la ventanilla y saqué mi antebrazo, su actitud era tan graciosa.

Giró sobre sus talones y mostró una línea recta hecha por sus labios, no sabía si estaba enojada o solo fastidiada.

— Gracias, por... traerme. —dijo acomodándose el tirante de su remera blanca, que caía por su hombro izquierdo.

— No hay por qué. —levanté mi pulgar aprobando lo que dijo.

Sus comisuras se levantaron y fugazmente dio la vuelta, caminó hacia la puerta y sacó un juego de llaves.

Nosotros ya habíamos acelerado camino a mi casa, Ashton cantaba una canción en la radio; pero no dejaba de pensar en mi mente como habrá terminado así Jean, recuerdo que cuando de pequeños jugábamos frecuentemente a guerras de lodo, y en la casa del árbol a que éramos los reyes del fuerte, hasta una vez me llego a empujar por la ventana solo para protegerlo. Y ahora es algo impactante verla pasada de alcohol e intente despistarme de que tenía cigarrillos.

Aunque seamos francos, yo no puedo ser un claro ejemplo de que no se debe hacer, y está mal –cuando en verdad lo está, no voy a mentir– porque yo también lo hago, aunque a veces me gustaría dejarlo de hacer, ya que eso no me ayuda, solo me trae más problemas de los que tengo.

Al diablo todo, no voy a vivir la vida sin sus maravillas, solo tenemos una al fin y hay que disfrutarla, o algo así.

Ya al frente de mi casa, Ashton bajó la música y paró el vehículo.

— Bueno, este fue un día del tanto raro. —rompió el silencio.

— Ni me lo digas, hoy me encontré con unos viejos compañeros, vaya día.

— Auch, debió ser molesto. No quiero que hagas ninguna locura, recuerda que es la sexta escuela en la que estas.

¿Cuál hay con eso?

El celular de Ashton sonó, fijó la mirada en la pantalla y lo guardó.

— Debo marcharme, hablaremos luego de este tema, mientras tanto no quiero que te metas en problemas ¿oiste?

— Si si, como tú digas, abuela. —le hice el gesto de la mano hablando.

— Baja con cuidado y procura no lastimar a Petuña cuando cierres la puerta.

— ¿Petuña? —levanté una ceja.

— Ésta preciosa. —acarició el volante.— Dah.

Cerré la puerta con mucha fuerza, casi más hacía la puerta giratoria.

— Ups. —reí por unos segundo.

— Ja ja ja, muy gracioso. — dijo sarcástico. — Nos vemos Hemmings.


Narra Jean

Mi cabeza no paraba de darme vueltas, entré a mi casa rápido y cerré la puerta, me apoye sobre esta y estiré la cabeza hacia atras, mirando quien sabe qué, simplemente solté el aire que llevaba adentro. No debí haber tomado tanto. Caminé como pude hacia la cocina para servirme algo de agua, una vez tomada salí por la puerta trasera hacia el pequeño parque de mi casa. Me senté en el suelo y comencé a tantear en mis bolsillos el paquete de cigarros.

Bingo.

Saqué uno de la cajetilla y lo coloqué entre mil labios, tomé de adentro de la caja mi pequeño encendedor y encendí el cigarro. Tomé una pitada profunda y cerré los ojos. Dios, mañana esta jaqueca será peor. Por mi mente pasaban millones de cosas, pero se topó con una en particular. El chico nuevo. Algo en su rostro me era familiar, no recuerdo precisamente qué pero algo me resonaba por dentro. 

Un vibración continua estaba presente en mi bolsillo derecho, mi celular. Una vez que lo tomo con mi mano y veo la pantalla visualizo el nombre "Mike" en este. Contesté sin dudar.


— ¿Diga? —Solté exhausta.

— ¡¿Donde estabas, Jean?!  —Exclamó preocupado mi mejor amigo.

 — Wow, relajate un poco, estoy en casa. Estoy bien ¿sí? — Traté de calmarlo un poco.

— ¿Como llegaste a tu casa? Dime que no volviste sola o te asesino.  — Resaltó la ultima palabra.

— Tranquilo Mike, me alcanzaron. Estoy bien por milésima vez, ahora no puedo hablar te llamo luego.  — Logré escuchar algo de sus quejas pero corté la llamada.

Seguí concentrándome en mi cigarro pero lo deje por la mitad, mañana tenía clases y mis notas no estaban tan sobresalientes como me gustaría, así que me levanté y me dirigí a mi habitación. Me lancé en la cama como si no la hubiera visto en años. 

Mi mente regresaba una y otra vez en aquellos azules y cansados ojos, aunque debo admitirlo, me siento extraña pensando en los ojos de otra persona, más si es alguien que apenas conozco, pero tenía una mirada tan particular, tan... vacía. 

Al parecer no somos tan distintos, mi querido ojos del cielo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 28, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Whoever He is || luke hemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora