Café.

35 1 0
                                    

-Realmente quieres irte?

Le dije mientras me miraba con esos ojos brillantes. Su taza de café solo estaba a la mitad y ya se había enfriado, los sutiles sorbos que dió fueron más amargos que el mismo sabor del café.

-No quiero que te vayas, en serio.

Quizás se lo dije demasiado tarde. La taza estaba ahí de hace horas, yo, sentada frente a ella, viéndola como si fuese un objeto desconocido para mí, desconcertada e indecisa, preguntándome una y otra vez qué fue lo que hice mal.

Derrotada, no podia dejar de pensar en él.

-Por qué tuviste que irte?

La taza y las pequeñas manchas que quedaron dibujadas en la mesa es como si hablaran por sí solas. Me abandonó? Solo quizo marcharse? Lo recordaba como si hace unos segundos fuese que me haya dicho adiós, pero sin decir ni una sola palabra, solo se levantó sin voltear.

-Realmente te fuiste?

Ya estaba confundida, no sabía qué hacer por él, no podía estar pasando, no sé ni siquiera por qué lo hizo. Realmente lo hizo? No lo sé. Qué hice? No lo sé. Quién era realmente? No lo sé. Pasó en realidad? No lo sé.

No lo sé.

Tomé la taza, la miré. Apenas la toqué pude sentir su energía, se sentía real, pero no quería que lo fuese, ni nada de lo que estuviese pasando.

Me rendí, lo dejé, cerré los ojos, quise olvidar. No lo sé. Lo olvidé.

Sentí esa misma energía de nuevo, se siente cálida, cercana, cómoda. Yo lo amo, realmente lo amo. Esa satisfacción de tenerlo aquí me llena lo más profundo. Tan profundo como todos esos sentimientos verdaderos hacia él. Todo lo que hace, todo lo que dice, me da energía a mi vida. Y volví a sentir esa energía, tan cerca como yo creía.

Levanté mi cabeza. Era él, tomando su taza de café, aún caliente, sentado al frente mío, no habían manchas en la mesa y ya solo le quedaban unos últimos sorbos.

-Te quedaste dormida preciosa.

-No te fuiste.

-Nunca me fuí. Y nunca me iré.


Últimos SorbosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora