Capítulo 10

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Maratón 3/4

A pesar de saber que los campeones al ser elegidos tenían que atravesar la misteriosa puerta, yo permanecí sentado pues aún no salía de mi asombro. Podía sentir las miradas de todos puestas sobre mí.

Debe tratarse de un sueño, más bien una pesadilla, quizás sea una broma, o tal vez no escuché bien.

En ese momento un silencio sepulcral envolvía todo el Comedor, vi como la profesora McGonagall parecía discutir el "asunto" con Dumbledore. Trate de buscar apoyo en mis compañeros pero al voltear hacia ellos encontré sus miradas desencajadas y sus bocas abiertas sin poder creer lo que estaba sucediendo.

-Vosotros sabéis que no puse mi nombre en el cáliz- pude decir en mi defensa, pero nadie parecía dispuesto a creerme.

- ¡Harry Potter!- llamó Dumbledore- ¡Harry Potter, sube aquí, por favor!

-Sube- me alentó Mione a mi costado.

Me levanté dispuesto a entrar por la misma puerta que Cedric, pero por más que caminaba no lograba llegar hacia la mesa de los profesores; el camino se hacía larguísimo y se dificultaba con cientos de ojos puestos en mí. Para cuando llegué donde se encontraba Dumbledore noté que no solo los estudiantes tenían sus vistas sobre mí, sino también los profesores, que trataban de descifrar como había terminado siendo elegido campeón.

Al cruzar la puerta note que en la decoración resaltaban cuadros de magos y brujas, los cuales también se voltearon a mirarme. Fue en ese momento cuando consideré que si me hubiese salido un tercer ojo nadie se hubiese escandalizado tanto.

Victor, Fleur y Cedric se encontraban reunidos junto a la chimenea.

-¿Qué pasa?- preguntó Fleur que al parecer era la única que me notó entrar-¿Quieguen que volvamos al comedog?

No sabía que responder así que me dediqué a observar a los tres jóvenes que de alguna forma ahora se me hacían aún más altos, no había notado lo adulto que Cedric se veía hasta ese momento.

-¡Extraordinario!- gritó Ludo tomándome con fuerza del brazo- ¡Simplemente extraordinario! Caballeros, señorita, permítanme presentarles por increíble que parezca al cuarto campeón del torneo de los tres magos-

Víctor Krum se enderezó en su sitio. Cedric parecía desconcertado al tiempo que alternaba su mirada entre Bagman y yo. Y Fleur incrédula solo se sacudió el pelo y dijo:

-Un chiste muy divegtido senog Bagman-

-¿Un chiste?- replicó Ludo Bagman- ¡El nombre de Harry acaba de salir del cáliz!

—Pego es evidente que ha habido un egog —le dijo a Bagman con desdén—. Él no puede competig. Es demasiado joven.

—Bueno... esto ha sido muy extraño —reconoció Bagman, frotándose la barbilla y mirándome sonriente—. Pero, como sabéis, la restricción es una novedad de este año, impuesta sólo como medida extra de seguridad. Y como su nombre ha salido del cáliz de fuego... Quiero decir que no creo que ahora haya ninguna posibilidad de hacer algo para impedirlo. Son las reglas, Harry, y no tienes más remedio que concursar. Tendrás que hacerlo lo mejor que puedas...

Detrás de nosotros, la puerta volvió a abrirse para dar paso a un grupo numeroso de gente: el profesor Dumbledore, seguido de cerca por el señor Crouch, el profesor Karkarov, Madame Maxime, la profesora McGonagall y el profesor Snape. Antes de que la puerta fuese cerrada pude escuchar el fuerte bullicio que aún mantenían los demás estudiantes.

—¡Madame Maxime! —dijo Fleur de inmediato, caminando hacia la directora de su academia— ¡Dicen que este niño también va a competig!

En medio del aturdimiento e incredulidad, sentí algo de ira contra Fleur, llamarme ¿Niño? Eso no se lo permito.

—¿Qué significa todo esto, «Dumbledog»? —preguntó imperiosamente Madame Maxime

—Es lo mismo que quisiera saber yo, Dumbledore —dijo el profesor Karkarov. Mostraba una tensa sonrisa, y sus azules ojos parecían pedazos de hielo—. ¿Dos campeones de Hogwarts? No recuerdo que nadie me explicara que el colegio anfitrión tuviera derecho a dos campeones. ¿O es que no he leído las normas con el suficiente cuidado?

—C'est impossible! —exclamó Madame Maxime, apoyando su enorme mano llena de soberbias cuentas de ópalo sobre el hombro de Fleur—. Hogwag no puede teneg dos campeones. Es absolutamente injusto.

—Creíamos que tu raya de edad rechazaría a los aspirantes más jóvenes, Dumbledore —añadió Karkarov, sin perder su sonrisa, aunque tenía los ojos más fríos que nunca—. De no ser así, habríamos traído una más amplia selección de candidatos de nuestros colegios.

—No es culpa de nadie más que de Potter, Karkarov —intervino Snape con voz melosa. La malicia daba un brillo especial a sus negros ojos—. No hay que culpar a Dumbledore del empeño de Potter en quebrantar las normas. Desde que llegó aquí no ha hecho otra cosa que traspasar límites...

—Gracias, Severus —dijo con firmeza Dumbledore, y Snape se calló, le agradecía internamente a Dumblendore acallar el desconcierto generado.

El profesor Dumbledore me miró, y le devolví la mirada, intentando descifrar la expresión que tenía en su rostro.

—¿Echaste tu nombre en el cáliz de fuego, Harry? —me preguntó Dumbledore con tono calmado.

—No —le contesté, muy consciente de que todos me observaban con gran atención.

—¿Le pediste a algún alumno mayor que echara tu nombre en el cáliz de fuego? —inquirió el director nuevamente.

—No —volví a responder.

—¡Ah, pog supuesto está mintiendo! —gritó Madame Maxime.

—Él no pudo cruzar la raya de edad —dijo severamente la profesora McGonagall—. Supongo que todos estamos de acuerdo en ese punto...

—Dumbledog pudo habeg cometido algún egog —replicó Madame Maxime, encogiéndose de hombros.

—Por supuesto, eso es posible — admitió Dumbledore por cortesía.

—¡Sabes perfectamente que no has cometido error alguno, Dumbledore! — repuso airada la profesora McGonagall —. ¡Por Dios, qué absurdo! ¡Harry no pudo traspasar por sí mismo la raya! Y , puesto que el profesor Dumbledore está seguro de que Harry no convenció a ningún alumno mayor para que lo hiciera por él, mi parecer es que eso debería bastarnos a los demás.

—Señor Crouch... señor Bagman — dijo Karkarov, de nuevo con voz afectada—, ustedes son nuestros jueces imparciales. Supongo que estarán de acuerdo en que esto es completamente irregular.

Bagman se pasó un pañuelo por la cara, y miró al señor Crouch, que estaba fuera del círculo iluminado por el fuego de la chimenea. Su aspecto era vagamente misterioso, y la semioscuridad lo hacía parecer mucho más viejo, dándole una apariencia casi de calavera. Pero, al hablar, su voz fue tan cortante como siempre: —Hay que seguir las reglas, y las reglas establecen claramente que aquellas personas cuyos nombres salgan del cáliz de fuego estarán obligadas a competir en el Torneo.

—Bien, Barty conoce el reglamento de cabo a rabo —dijo Bagman, sonriendo y volviéndose hacia Karkarov y Madame Maxime, como si el asunto estuviera cerrado.

—Insisto en que se vuelva a proponer a consideración el nombre del resto de mis alumnos —dijo Karkarov. La sonrisa y el tono afectado habían desaparecido. De hecho, la expresión de su rostro no era nada agradable—. Vuelve a sacar el cáliz de fuego, y continuaremos añadiendo nombres hasta que cada colegio cuente con dos campeones. No pido más que lo justo, Dumbledore.

—Pero, Karkarov, no es así como funciona el cáliz de fuego —objetó Bagman—. El cáliz acaba de apagarse y no volverá a arder hasta el comienzo del próximo Torneo.

*********

Siento la demora :-(

Gracias por leer y disculpen los errores.


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