Capítulo V

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-- Entrenamiento II --

Satisfacción.

Satisfacción por sentir el agua fría recorrer mi cuerpo. Cuando yo solo emito una sensual calidez al recordar como este día comenzó y con quién y que no lo puedo evitar recordar al dirigirme hacia el baño.

Despertarme a las 3:30 con él en la habitación de mujeres diciendo que teníamos que ir a trotar en la isla, decir que no estaba sorprendida sería una mentira descarada, recuerdo que ayer me dijo que entrenaríamos muy temprano y que me preparará, no me imaginaba que empezaríamos taan temprano obvio no preparé para eso.

Razón por la cual no organicé mi cama y mis cosas en la habitación, para poder prepararme para él, pues 5 minutos sentenció como el límite de su espera. Sacrificio bien pagado, al darme cuenta como sus cejas se alzaron en ¿admiración? cuando entré en su vista. Me gusta imaginar que sus cejas traicionaron su estoica expresión de siempre, en un signo de que le gustaba lo que veía, de que le gustaba lo que llevaba puesto, de que le gustaba yo.

Sonrojarme por mis pensamientos, nunca antes me había pasado, no en mis 30 años, pero en estos 6 días no soy la misma. Siento una gran felicidad por solo observarle, un gran placer cuándo su tacto duro pero suave entra en contacto con el mío. Una oportunidad que no pude conseguir hace 2 años pues al darme cuenta de mis sentimientos por él, el destino nos separó, por 2 años donde perdí muchos momentos como estos.

Siento pequeños monstruos marinos peleando y tragándose entre ellos en mi estómago cada vez que estamos en un momento especial, como los besos en sus mejillas, nuestro primer abrazo luego de habernos conocido por más de 2 años, sollozar en su hombro en debilidad, otro abrazo en el baño y el más reciente y largo de todos, el de esta mañana, cargarme en su espalda hasta el barco.

Recordar esos momentos me dan ganas, ganas que una satisfactoria ducha fría podrían calmar, eso es lo espero y mejor no pensar en nada más.

...

Al fin la habitación del baño, me pareció ser un largo recorrido hasta este lugar, pero enfocarme en mis pensamientos solo anulan mis sentidos de captar el tiempo y el espacio.

Veo mi rostro en el espejo, sonrojado, joven, como las jovencitas que acaban de salir de casa en busca de diversión y amor. Según los libros de romance y psicología que suelo leer son signos de estar enamorada, de verdaderos sentimientos que logran cambiar hasta al más insensible asesino, yo ahora no lo dudó ni un segundo.

Ese hombre ha cambiado mi perspectiva sobre el romance sin hacerlo conscientemente, haciéndome desear estar en uno. En el pasado leer sobre romance era como leer un libro de fantasía, sucesos que nunca podrían suceder realmente, personajes que se enamoran repentinamente sin ningún motivo alguno, personajes que actúan diferentes cuando están con sus enamorados, personajes que se cuidan y protegen uno al otro sin recibir nada a cambio, personajes que olvidan y cambian costumbres para la simple satisfacción del otro.

Ahora, releer esos mismos libros de romance, me dan pistas que antes no podía notar, solo una persona enamorada puede notarlos, ahora puedo notarlo. Los personajes no se enamoraban repentinamente, había detalles sutiles que los llevaba a ese estado emocional, los personajes actuaban para impresionar y ganarse la atención del otro, los personajes se cuidan y protegen entre ellos para no ver el dolor y el sufrimiento en el rostro opuesto, personajes que olvidaban sus viejas costumbres y los cambiaban para pasar tiempo con el otro compartiendo y disfrutando un sentimiento mutuo que los hacía sentir mejores.

Ahora, los leo imaginando las situaciones, pero con otros personajes, él y yo, que siempre me sacaban una sonrisa, un sonrojo, un estómago movido y en ciertas ocasiones, algo totalmente nuevo para mí, humedad, otro mito en la que yo no creía, exageraciones del autor me decía al ver como las mujeres conseguían humedad al excitarse por las acciones de sus parejas, pero ahora encontrar escenas sexuales en las novelas y pensar en otros personajes como él y yo realizando el acto sexual y carnal, me humedecía, después de 30 años por primera vez me humedecí pensando en alguien, pensando en él. Las lágrimas también aparecen en mi rostro al imaginarme de nuevo a nosotros en esa situación, sintiendo las palabras, traiciones, desconfianzas y demás cosas como si fuesen reales, sentía como mi pecho realmente los tomaba enserio.

Conquistandote [Zorobin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora